El personaje de Sherlock Holmes ha soportado a lo largo de los años tantas y tan insufribles adaptaciones al cómic que ha acabado por convertirse, en la mayoría de las ocasiones, en una especie de sucedáneo de héroe Marvel que lucha contra aberraciones científicas o fuerzas sobrenaturales.

Para arreglar todo este desaguisado, el ilustrador Inj Culbard y el guionista Ian Edgintor han adaptado al noveno arte las cuatro únicas novelas que Sir Arthur Conan Doyle escribiera sobre el afamado investigador inglés con un resultado que entusiasmará a los fans del detective más famoso del mundo ya que se encontrará con un conocimiento profundo de las obras y de un producto tan ameno como interesante que se vertebra, irónicamente, con las tramas más complejas de la saga ya que como todo el mundo sabrá, el superlativo escritor repartió casi todas las historias en relatos cortos.

Estas cuatro aventuras, que han sido publicadas por Norma Editorial en España, muestran, por vez primera en el cómic al personaje como lo que realmente era: un eminente científico cuyos éxitos en el ámbito de la investigación criminal eran consecuencias lógicas de unas superlativas dotes de observación, un razonamiento empírico hasta sus última consecuencias y una muestra de sentido común prodigioso que, unidos a su inamovible flema británica, le daban ese carácter enigmático que también se ha convertido en uno de sus importantes atractivos.

Uno de los mayores aciertos de sus autores, Culbard y Edgintor, es que logran convertir a estas cuatro novelas, Estudio en Escarlata, El signo de los cuatro, El perro de los Baskerville y El valle del miedo en una única unidad narrativa ya que, aunque todos recrean sucesos autónomos, el lector se encuentra con un sutil desarrollo de la relación Holmes-Watson tanto desde el punto de vista psicológico como científico que introduce de forma práctica al profano en la obra de Doyle en el fascinante universo del detective de Baker Street.

Con un estilo cinematográfico, y con viñetas sencillas y de trazo amable, el primer título, El estudio escarlata, penetra en la personalidad de los protagonistas destacando el sentido práctico de la vida de Holmes que ha logrado vivir de la única profesión que le gusta y que ha inventado sólo para él (detective consultor) y que inhala cocaína con el único fundamento de que su mente siempre esté en un continuo reto intelectual ("aborrezco la rutina diaria de la existencia. Ansío la excitación mental", comenta en un momento) y el recelo que despierta en Scotland Yard.

Los siguiente títulos, El signo de los cuatro y El perro de los Baskerville son sus obras maestras. El primero, que surgió tras un reto por parte del editor Thaddeus Solto tanto a él como a Oscar Wilde (del que también surgiría El retrato de Dorian Gray), muestra un ritmo trepidante ya que abandona los continuos flasbacks y se centra en la desaparición de un oficial militar descrito con un tono gótico en el que la propia niebla de Londres parece un protagonista más de la aventura y que recuerda que el autor era un firme creyente en el espiritismo. El segundo, que ha sido el libro de Doyle más adaptado al cine, se acerca cautelosamente al género del terror, pero sirve para que sus autores rematen la jugada con El valle del miedo, todo un decálogo de la mejor novela negra.