Muchos periodistas gustan de distinguir su profesión como un oficio, como la del carpintero o el orfebre. El periodista tinerfeño Juan Cruz es uno de ellos: "Construimos y transformamos las ideas, y nos hacemos útiles contándolas a los ciudadanos". Con una trayectoria de medio siglo al pie de la información y más de treinta libros en su haber, este amante del oficio aún guarda fuerzas para escribir sobre sus dos grandes pasiones: Canarias y el periodismo. Lo hace en sus dos últimas publicaciones, Viaje a las islas Canarias y Especies en Extinción, que presentó ayer en la Carpa Galdós del parque San Telmo, en el marco de la XXV Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria. Le acompañó a la mesa el también periodista y exdirector de LA PROVINCIA / DLP, Ángel Tristán Pimienta, que se deshizo en elogios a su compañero: "Tienen ante ustedes a un periodista que sale a la calle y toma nota de todo lo que ve, que escribe en todos los géneros y está perfectamente entroncado en la sociedad".

Viaje a las islas Canarias es un recorrido topográfico y sentimental por el Archipiélago a través de las memorias más íntimas de un canario que ha vivido en prácticamente todas, además de cultivar desde ellas su amor por el oficio: "Cuando era pequeño, escribía las redacciones de la escuela en columnas". En estas memorias, Cruz evoca el aroma del café de la tarde, la carne con papas de los domingos, los caminos vecinales, los sonidos o los invernaderos de plataneras, para dar forma a una serie de crónicas de viaje con las que descubrir Canarias a través de sus ojos.

El autor fue testigo de las oleadas de cambios que empaparon al periodismo que se ejercía en su tierra, cuando una férrea censura prohibía utilizar expresiones autóctonas como "papa" o "guagua", así como mentar que las islas eran territorio africano o su elevado porcentaje de miseria y analfabetismo con respecto al resto de España. "Esto generó una avanzadilla enquistada del feudalismo y el caciquismo", explica Cruz, "los que vivían en el campo percibían la realidad a la mitad, mientras que a la ciudad llegaba aún más demediada". Cruz localiza los albores de su carrera periodística en la cocina de la vieja casa de su infancia, donde escuchaba todas las cadenas de radio que podía y se convirtió en un apasionado del fútbol, en particular del Barcelona, que fue protagonista de sus primeros textos periodísticos.

Especies en extinción es una reflexión a corazón abierto sobre los ejercicios del periodismo y la edición, así como una declaración de amor por la palabra escrita. A modo de secuela del premiado ensayo Egos Revueltos, Cruz analiza el papel del informador para diferenciarlo del opinador, que es aquel que "aporta su verdad en lugar de aportar información para que la gente pueda crearse la suya propia". El autor observa, con una mezcla de asombro y atención, la vertiginosidad con que se suceden los cambios en el oficio al que ha dedicado toda su vida. Teme que la inmediatez y la opulencia informativa que propician las nuevas tecnologías denuesten el valor literario de la buena información periodística, y que se produzca un retroceso a tiempos pasados en que la información se enviaba a través de telegramas, como parece suceder hoy en día con los 140 caracteres de la red social twitter. También aborda las relaciones y conflictos existentes entre escritor y editor, clase política y ciudadanos, y periodistas y lectores, sin ocultar la cara oculta de todas las partes, que cobra forma de vanidades y recelos.

Cruz aúna estas reflexiones de carácter personal con lecciones de maestros célebres como Jean Daniel y Eugenio Scalfari, en este volumen de disertaciones narradas en un tono crítico pero también bañado de optimismo. "Soy un periodista que se enfrenta a que no todo el monte es de orégano y que éste, además, se ha ido secando", asegura Cruz, "ahora toca ver cómo lo revivimos". Añade que, como dice otro devoto del periodismo, Gabriel García Márquez, en Cien años de soledad, el periodismo "también tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra".

Para terminar, retoma el asunto de la relación entre periodistas y lectores, y hace un llamamiento a la implicación: "El reflejo de un periódico son las cartas al director", dice, "no podemos olvidarnos de preguntar lo que la sociedad quiere, pero no se olviden ustedes de recordárnoslo a nosotros".