Al contrario de lo sucedido en la sesión inaugural, la segunda y tercera jornada del LPAFilmCanarias, sorprendieron al mostrar creaciones más notables en los largometrajes que en los cortos.

De los ocho cortometrajes proyectados el pasado miércoles, destacó Malpaís, realizado por Samuel Martín, un relato minimalista sobre la labor cotidiana de un agricultor, cuya particularidad más destacable consistió en la belleza de los paisajes volcánicos del municipio lanzaroteño de Haría. Stephanie, de José Medina, resultó ser un corto bien rodado pero algo anodino, ya que todo se reducía al seguimiento de la labor proselitista que realiza en el metro de Madrid un predicador religioso alemán al que se puede ver habitualmente en las calles de nuestra ciudad. Interesante también resultó Souvenir, de Gerardo Carreras, una curiosa reflexión sobre el impacto del turismo en la isla, uniendo de forma magistral antiguos rodajes en súper-8 con material moderno. Sin embargo, el título más brillante llegó al final con Nube 9 de Josep Vilageliu, un sugerente relato futurista sobre el porvenir de una humanidad engullida por la red global, en el que se percibe la influencia manifiesta del cine de ciencia ficción distópico de la Nouvelle vague, en especial de títulos como Alphaville de Jean-Luc Godard o Fahrenheit 451 de François Truffaut.

Pero lo mejor vino dentro de la sección competitiva de largometrajes. Así, Diarios, de Amaury Santana, se reveló como un bello relato filmado en forma del diario audiovisual de un novel creador cinematográfico que realiza un retiro en una casa de campo familiar buscando la inspiración, encontrando una inesperada simbiosis con los animales allí presentes. Sin embargo, los mayores logros se alcanzaron sobre todo con La piedra, de Víctor Moreno, que convierte el fatigoso proceso de extracción, traslado y tallado de una piedra volcánica, en un auténtico thriller que el espectador contempla con detenimiento a la vez que ambiciona conocer su desenlace, a pesar de que la conclusión queda abierta.

En la tercera jornada, celebrada el pasado jueves, destacó, entre los cinco cortos, La cantante de Rafael Navarro Miñón, por su factura y porque arrancó muchas risas al público. Tras el visionado, su realizador comparó este corto con la película El caballo de Turín de Béla Tarr, aunque al comprobar que pocas personas de la sala lo habían visto, criticó a los espectadores por no haber acudido a su proyección hace unos meses por LPAFilm.

Los largos del pasado jueves también estuvieron a la altura del día anterior. En Rondó, de Josep Vilageliu, vemos a los dos actores ser intérpretes y espectadores de la comedia de enredo amoroso El juego del amor y del azar (1730) del dramaturgo francés Pierre de Marivaux. Y en Retrato, dirigida y producida por Guillermo Carnero Rosell y Casiano Hernández, asistimos a un admirable y soberbio ejemplo de la lucha contra el olvido, en pos de la conservación de una memoria histórica que se está extinguiendo inexorablemente.