Daniel Negrín (Las Palmas de Gran Canaria, 1973) es el creador de Alquimia, un espectáculo concebido como un "juego sensorial, de los sentidos y emociones del público, donde el espectador disfruta y se relaja, donde entra de una manera y sale de otra, lleno". El músico grancanario regresa con este proyecto este viernes 23 de mayo al Auditorio Alfredo Kraus, donde ya estuvo en noviembre pasado. Lo hace en vísperas de la edición del disco, grabado en los estudios Jesiisma, en Gáldar, que estará a la venta en el plazo de un mes.

Alquimia es un híbrido para la estimulación sensorial entre el formato de concierto con músicos en directo en el escenario, y la performance. "Es un proceso de transformación interior y exterior y va más allá de un concierto al uso tal como estamos acostumbrados", explica Daniel Negrín, y con una banda de seis músicos la idea es hacer una mezcla entre el concierto y la performance, ya que en un momento dado del espectáculo, le pedimos al público que cierre los ojos, y apelamos a esa cuarta pared, con músicos que se mezclan entre el público en el patio de butacas".

Con el propio Negrín a la voz principal, guitarra y percusión; Rafael Santana, a los teclados, Carmen Ojeda, flautas; César Martel, trompeta y fiscorno; Paco Perera, al contrabajo; y Sergei Saprychev, percusión y tabla india, Alquimia se estructura en dos partes diferenciadas. Una primera meramente musical con el repertorio volcado en el disco, con una serie de canciones que "hablan del amor, de la espiritualidad, la sensualidad, del sexo, de lo masculino y femenino que reside en cada persona, de la felicidad", según Daniel Negrín, arropadas con melodías brasileñas, latinas, africanas, jazz y otras experimentales; y una segunda parte a modo de piezas performáticas, donde el artista y los músicos que le acompañan se mezclan entre el público para recrear sonidos de la naturaleza, un juego con efectos sonoros en tres dimensiones y la espacialidad de las características acústicas de la sala, en este caso, la sinfónica del Alfredo Kraus.

"Esto tiene mucho de magia, de dar las claves a un viaje interior", subraya Daniel Negrín. "Todo tiene que ver, las canciones y las acciones próximas a la performance". En cuanto a música y letras, todo conduce a un terreno de lo onírico en el que se invita al espectador a perder el control de lo que ocurre a su alrededor, y que sean las emociones y sensaciones que provoca Alquimia las que marquen los tiempos. En este sentido, Daniel Negrín insiste en que las canciones se contagian igualmente de este juego con el público. "Juego mucho con las palabras, y parece que canto en portugués o brasileño, porque me interesa mucho el poder de la palabra suelta o aislada, caso de la canción Como mundo mando, que habla de la felicidad, del hecho de que tú tienes el control de la felicidad en tu vida. Son letras evocadoras, que cada uno entiende como le llega y a su manera".

Percusión

Instrumentos de percusión, cuencos tibetanos, escobillas, gongs, cascabeles, silbatos de pájaros, o el llamado megabass water phone, un medio percusivo que genera sonido con agua, son entre otros, los recursos que en Alquimia hacen posible que el espectador se traslade a una selva con todas sus criaturas sin moverse de la butaca. Y todo ello, con aromas creados para el espectáculo por el artista Suso Cabrera. Son cinco los aromas concebidos para otros tantos pasajes musicales que mediante difusores se apoderan del ambiente del espacio, y sobre los que se apoya el lado interactivo de Alquimia.