Los escritores grancanarios confiesan cuáles son sus libros y autores favoritos aprovechando la celebración ayer del Día de las Bibliotecas con actividades por los municipios de las Islas. Cuatro autores de géneros y estilos tan distintos como Luis León Barreto, Pedro Flores, Elisa Rodríguez Court y Antonio Cavanillas explican cómo se ha ido edificando sus respectivas colecciones y destacan las tendencias literarias que más le han influido.

"Yo soy un lector a veces compulsivo", señala Luis León Barreto. "Llevo varios meses dedicado a leer y releer las obras de Antonio Muñoz Molina, Ana María Matute y Haruki Murakami. Y lo que tengo es sobre todo novela". El autor de Las espiritistas de Telde reconoce que en sus inicios literarios, por los años 70 y 80, iba acumulando libros de narrativa relacionados exclusivamente con Canarias. Muchos de ellos fueron prestados, en una época en que se intercambiaba los títulos con Juan Cruz cuando los dos estudiaban en La Laguna. Por entonces también empezó a interesarse por el boom latino.

Nacido en Los Llanos de Aridane, en La Palma, Luis León Barreto es autor de más de una treintena de títulos de géneros y estilos tan diversos como Crónicas de todos nosotros; Ulrike tiene una cita a las ocho; El mar de la fortuna; Los días del paraíso; No me mates, vida mía o La casa de los picos que ha ido variando a razón de cómo se transforman sus gusto personal. "Últimamente tengo mucha novela anglosajona", aclara. "Me encantan los grandes narradores realistas norteamericanos, y picoteo por novela japonesa, algunos autores chinos y por la novela europea".

La colección de Barreto la forma seis mil libros. "Tengo mucho ensayo historiográfico sobre Canarias", confiesa. "Algo menos de poesía, pero mucha variedad". Su colección personal arranca de la obra del tinerfeño Agustín Espinosa, al que considera "el mejor escritor surrealista que ha habido en España" y de la revista Gaceta del Arte.

El escritor recuerda que la novela Crimen, junto a La flor de California de José María Hinojosa, está considerada como la contribución más interesante de la prosa surrealista española al movimiento de André Breton. "De la contemporaneidad, indago bastante en los años 70, 80 y 90 en los que se leía mucho los libros canarios. Y ahora picoteo de todo", reconoce.

Entre sus libros favoritos se encuentran las obras de los autores más emblemáticos de la literatura en castellano, junto a algún autor europeo que en su momento fue renovador del lenguaje literario.

Pedro Flores es un escritor grancanario que también ha cultivado diferentes géneros literarios, pero que es conocido más bien por su faceta como poeta. Como es natural, su biblioteca particular se nutre de obras de este género literario. "Son principalmente libros que continuamente uno está releyendo, que va desde los clásicos como Quevedo, Marcial o Petrarca, hasta la poesía la hispanoamericana con Vallejo como principal autor".

Flores es autor de obras como Simple condicional, Memorial del olvido, Nunca prendimos París, Diario del hombre lobo o Memorias del herrero de Nod que le han ocasionado numerosos premios literarios "También leo mucha narrativa, títulos como El mundo de ayer de Stefan Zweig, pero con la posesión de libros uno se da cuenta de lo poco que sabe. Yo comparto ese viejo axioma que sostiene que entre más lees más te das cuenta de la ignorancia que tienes".

A pesar de tener una colección amplia, Flores reconoce que ser un bibliófilo es un gusto caro. "Yo opino como don Rigoberto, el personaje de Vargas Llosa que salen en numerosas obras suyas como Elogios de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto que tenía 300 títulos maravillosos y que se había fijado no superar esa cantidad".

Su biblioteca se nutre de grandes poetas como César Vallejo, junto a novelistas de actualidad del nivel de Joan Margarit, Milán Kundera o Bohumil Hrabal.

La escritora grancanaria Elisa Rodríguez Court apuesta por una literatura que no se limita a contar historias lineales, sino por aquella que actúe más bien duplicando la realidad. "Si parece imposible concebir el mundo como una unidad accesible a la mirada, ¿por qué empeñarse en simplificarlo, en lugar de mostrar su complejidad con todos los posibles interrogantes?", se pregunta la propia escritora.

Autora de la novela Decir noche, Rodríguez Court ha escrito relatos publicados en los volúmenes colectivos Rojo sobre negro, Mujeres de palabra y Doble o nada. "Prefiero leer obras literarias que se deslizan por fragmentos inestables del mundo, indeterminado e incierto. Libros cuya lectura nos permite vislumbrar lo nunca visto en lo que siempre miramos". Por este motivo, dejando a un lado las obras de poetas y de los clásicos como Shakespeare, Cervantes, Dostoyevski, Nabokov, etc, Court es seguidora de unos autores más vanguardistas, caso de Rilke, Kafka o Blanchot.

Según Court la literatura contempla de forma universal las realidades, los conflictos y las posibilidades de la existencia humana. "Como amplio abanico que es de las manifestaciones de lo universal-humano, ningún tema le supone una prohibición o un impedimento. No hay ideología alguna que imponga desde fuera sus imperativos. La literatura es autónoma y se desmarca de todo funcionalismo político. En este sentido, leer supone una puerta a nuevas realidades posibles", señala.

Court cita la novela Los cuadernos de Malte Laurids Brigge en el que el más conocido como poeta Rainer Marie Rilke empleó corrosivas imágenes para transmitir las reacciones que la vida en París provoca en un joven escritor muy parecido a él mismo. También destaca Thomas el oscuro de Maurice Blanchot en el que innumerables miradas y evocaciones reviven el mito de lo que pudo ser y fue.

Finalmente, Antonio Cavanillas de Blas es autor de novela histórica que reconoce también que su colección se ha ido nutriendo de sus gustos personales. "Me gusta la literatura clásica, los libros de los griegos y romanos, y, por supuesto, Cervantes y Galdós, porque lo moderno me gusta menos". Cavanillas es madrileño de nacimiento, pero toda su carrera literaria la ha hecho afincado en Gran Canaria. Entre su producción se encuentran títulos de tanto éxito como La dama del armiño; Harald el Vikingo; El cirujano de Al-Andalus ; El prisionero de Argel: Las andanzas del autor del Quijote; El médico de Flandes o El león de ojos árabes: intrigas políticas y amores de Isabel II . "Me gusta mucho la magia de García Márquez, pero lo último de Vargas Llosa me aburre", reconoce.

El escritor recuerda cómo empezó su afición a la literatura. "Fue en Madrid desde muy pequeño, ya que en casa de mis padres había una biblioteca muy grande y me aficioné inmediatamente a la lectura", reconoce. "Después cogía mis ahorros y los invertía en libros. Desde pequeño prácticamente devoré todo lo de Galdós, que para mí es el núcleo de mi biblioteca actual. y el Quijote que lo tengo en la mesa de noche. Despierto y lo leo y no paro de reírme con la magia de este hombre. Luego me centré en lo que he considerado importante".

La biblioteca de Cavanillas tiene unos tres mil ejemplares. "Me gusta Séneca con locura, y autores como Horacio, Cicerón, etc. Por eso me cuesta mucho trabajo entrar en la literatura nueva y que me enganche, porque me decepciona. Luego me fascinan obras que tienen una aureola de malditismo como Pedro Páramo de Juan Rulfo y Dos crímenes de Jorge Ibargüengoitia, que es la que más me gusta".

Antonio de Cavanillas se decanta, entre sus preferencias personales, por los clásicos más importantes de la literatura en castellano, aunque sin olvidar a los grandes de la literatura francesa como Balzac o Flaubert y también a los rusos, caso de Tolstói o Dostoyevski.