La multipremiada escritora madrileña Belén Gopegui desembarca esta tarde en la Casa Museo Pérez Galdós para desvelar los entresijos de su obra literaria y, en particular, de su última novela El comité de la noche (Penguin Random House, 2014), un thriller político sobre una compleja trama internacional de venta ilegal de sangre. Al igual que en su novela anterior, Acceso no autorizado (Mondadori, 2011), Gopegui se sumerge en las alcantarillas de la actualidad para narrar historias donde refleja, a un tiempo, los resortes que engrasan el sistema capitalista, desde una mirada siempre crítica.

Alguna vez ha dicho que El comité de la noche

Me refería a que la sangre tiene un componente simbólico inevitable, pero al mismo tiempo es muy real, no es un sentimiento, es real, recordemos el problema de El Mercader de Venecia: apropiarse de la carne sin verter la sangre. Al elegir la sangre quiero contar que expresiones como fuerza de trabajo o vender tu tiempo no son abstractas sino que, como la sangre, son el centro de la vida.

¿Por qué le interesa explorar en la novela los dilemas morales que plantea el negocio de la industria farmacéutica?

Porque pienso que podríamos vivir en un sistema donde lo prioritario no fuera obtener la máxima rentabilidad sino cuidar la vida y evitar el sufrimiento evitable, dar el pan y las rosas. En la industria farmacéutica la contradicción capitalista que atraviesa todos los sectores se hace más visible; nuestros cuerpos, que son frágiles, son considerados mercancías desechables y no lo que son: organismos únicos, preciosos, dignos.

En sus últimas novelas, recupera un tono beligerante después de una etapa con un tono más intimista, ¿los escritores deben estar comprometidos con la realidad social en que viven?

He contestado esto de tantas maneras..., la vida no es neutral, no se puede vivir sin tomar partido, y escribir es una forma de vida.

¿A qué se debe ese desgranar los claroscuros del poder y confrontar a sus personajes con los peligros que entraña?

Me interesa porque las novelas tratan sobre cómo se construye un carácter en libertad; si esa libertad es sólo una suposición, entonces las novelas tratan, o podrían tratar, de lo que nos impide ser libres, de lo que nos impide ejercer esa libertad que tenemos y que nos hace ser personas.

Sus primeras novelas gravitaron alrededor de la soledad y la falta de referentes en las nuevas generación, ¿faltan referentes hoy en día?

Creo que se refiere a Tocarnos la cara. Allí cuestionaba los referentes más visibles de la generación que me precede. Porque pactaron, porque engañaron, porque convirtieron una propuesta en una mezcla de fraude y resignación. Pero eso no significa que no hubiera referentes, siempre he encontrado, en cada generación muchas más personas con capacidad de enseñar y muchas menos -aunque a menudo con más poder- entregadas a las reglas de un sistema errado sin cuestionarlo.

Con el mensaje social que encierra El comité de la noche

Con esta novela busco convocar, unir en un sentimiento pensado y común, o en un pensamiento sentido, y que la narración nos permita la experiencia de una vida sin temor.

Alguna vez ha citado a Naipaul para hablar de la llamada "función interpretativa de la novela", ¿aspira a cumplir ese papel con su obra?

Naipaul decía que el problema de que la novela renuncie a la función interpretativa tiene como resultado que el mundo que habitamos siempre es nuevo, vulgarizado por las cámaras pero sin posibilidad de que evolucione, aprenda, crezca. No creo que la novela tenga tanta capacidad como para evitar esta situación de novedad y, al mismo tiempo, indefensión constante, pero sí creo, en cambio, que puede contribuir en una pequeña parte, ampliando nuestra experiencia y de este leve modo transformando el mundo.

Su obra está poblada de referencias literarias y a grandes clásicos, ¿la literatura remite inevitablemente a la literatura, con unos filamentos que la conectan entre sí?

Entiendo que no hay dos niveles, a veces lo que hemos leído queda en nuestro recuerdo como una conversación o, incluso, como un suceso que nos impactó. La literatura remite a la experiencia y eso incluye, como una más, a la experiencia literaria.

Su novela La conquista del aire

Sólo una novela mía fue llevada al cine y, al no distinguir entre forma y contenido, creo que fue otra historia distinta, no opuesta sino simplemente distinta.

¿Cree que la traslación al cine permite que el mensaje llegue a un público mayor?

No lo sé, tampoco separo el mensaje de la experiencia completa de leer o de ver una película. Tal vez la lectura permite un acto de imaginación más intenso, aunque en realidad sea efectuado por menos personas.

Suele dedicar mucha atención a la eclosión de Internet y las redes sociales, ¿las percibe como amenazas o potencialidades a la hora de relacionarnos?

En este momento, creo que su potencial es mayor que la amenaza, porque Internet aún no ha sido completamente colonizado por el capital y eso está permitiendo que las personas se encuentren y se unan para realizar proyectos en común no mediados por la rentabilidad económica.

Volviendo a El comité de la noche

Sí, no sólo numéricamente. No obstante es importante definir de qué clase de lucha se trata, hay uniones para explotar y someter que disminuyen a las personas.