Los pequeños que vuelan durante horas con las ilusiones de las películas animadas han tenido la oportunidad de crear su propio universo de animación gracias al Festival Animayo. Unos 200 alumnos de 10 centros educativos de Gran Canaria presentaron ayer en el Cicca sus distintos cortometrajes de animación, realizados a lo largo del curso con sus profesores, en el marco del certamen grancanario. "Cuando ves una película de dibujos parece que es todo muy fácil pero, cuando estás pasando las fotos una a una, ¡te das cuenta de que cuesta un montón!", explicó ayer una pequeña alumna del CEIP Trapiche, que presentó el cortometraje Deja volar la diferencia, relatado en francés.

Entre alumnos, profesores, familiares, amigos y docentes, el Cicca fue escenario del éxito de la primera convocatoria de este proyecto del Sistema Educativo Animayo en Gran Canaria. Entre otros, los alumnos de los colegios Luis Cortí, Trapiche, El Matorral, Profesor Rafael Gómez Santos, Artemi Semidán, CEO Rey Juan Carlos I y los institutos Pérez Galdós, Bañaderos - Cipriano Acosta protagonizaron un viaje que transmite a los pequeños la pasión por la animación desde el otro lado de la cámara.

Aunque el Cabildo de Gran Canaria es el patrocinador principal del certamen, se trata de una iniciativa que cuenta con el apoyo del Gobierno de Canarias a través de la Consejería de Educación y que, nacida hace tres años en Lanzarote, se estrena con éxito en el curso 2014/2015 en Gran Canaria. Este sistema o laboratorio creativo de Animayo consiste en formar los docentes en las técnicas y fases para la realización de un proyecto audiovisual, para que estos puedan trabajarlos luego con sus alumnos en el aula.

Así nacieron los 10 cortometrajes de animación que firman los propios niños, desde la gestación de su idea y personajes hasta el rodaje, narración y montaje de las películas junto con sus profesores. "Tuvimos que rodar en los recreos e, incluso, algún día de Semana Santa", explicó ayer el pequeño Francisco Nicolás del CEIP Luis Cortí, cuyos alumnos presentaron el primer cortometraje de la jornada, titulado La unión hace la fuerza y ambientado en el mundo mágico de Oz. Y es que, como "de nada vale que tu película sea una obra maestra si no la sabes vender", según indicaba el director del certamen Damián Perea, los pequeños eran los encargados de presentar sus cortos en público, ataviados con sus disfraces cinematográficos.

"Me gustó mucho hacer nuestra película", comentaba Francisco Nicolás, vestido del Mago de Oz, minutos antes de subirse al escenario. "Los compañeros formamos distintos grupos en clase para mover los dibujos porque la animación es como darle vida a los objetos", explicó Francisco, que acudió al Cicca acompañado por sus padres Francisco José y Leticia, y que se confesó "emocionado", pero "no nervioso". A su lado, su padre explicaba que la función paterna consistió, sobre todo, en hacer "de taxista" del artista. "Pero quizás la labor principal que hacemos los padres es la de animarlo a que, además, del deporte, realice actividades creativas", explicó Francisco José, orgulloso de su hijo que, además, "toca el violín".

"Y, en el futuro, que sea lo que él decida, puede que preparador físico, como el padre, o cocinero, o después de esta experiencia, quién sabe si actor o director", añadió con orgullo. "Quién sabe cuántos de estos niños serán los grandes directores del futuro", sentenció Perea, emocionado.