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Quiroga: "Mi novela plantea un futuro posible en el que no querríamos vivir"

El escritor y cineasta desgrana las claves de 'Los que sueñan', Premio Minotauro 2015, en el Festival de Sitges

Quiroga: "Mi novela plantea un futuro posible en el que no querríamos vivir"

El universo de la ciencia ficción proyecta las versiones más oscuras de los posibles futuros hacia los que camina la humanidad. Con estos mimbres, el escritor y cineasta grancanario Elio Quiroga urde el sombrío universo de Los que sueñan, novela ganadora del Premio Minotauro 2015, que el autor desgranó ayer, por primera vez, en el marco de la 48a edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges (Barcelona).

Los que sueñan, que abarrota las estanterías españolas desde el pasado seis de octubre, plantea un futuro de naturaleza distópica donde la civilización se enfrenta a la posibilidad de instalarse en "un mundo virtual a la carta". "Los personajes se sitúan en un futuro próximo en el que pueden elegir entre vivir su vida en el mundo real o vivir en un mundo totalmente virtual, que sólo existe dentro de un ordenador", explica Quiroga, quien añade: "Con todas las consecuencias personales y sociales que ello conlleva". La trama de este horizonte "cautivador, bizarro y potente", en palabras del cineasta Guillermo del Toro, se inicia a partir del despertar de su protagonista, Dante, cuando descubre la terrible verdad acerca de la vida idílica que creía habitar. Como el autor florentino de la Divina Comedia, el protagonista de Quiroga vive "un auténtico descenso a los infiernos" al descubrir la realidad sobre una civilización suicida que juega a ser Dios, y que elige transferir su conciencia a un universo virtual y, de esta manera, vivir para siempre.

Con este planteamiento emerge también el sustrato existencialista en la novela -tal vez inherente al género de la Sci-Fi-, dado que los personajes se enfrentan a la idea del control sobre su destino. "En el mundo de Los que sueñan, la gente tiene que elegir para vivir: tiene que tomar una decisión definitiva sobre su vida", explica el autor. "Pero, entonces, el mundo va poco a poco despoblándose, porque la gente prefiere vivir en un mundo virtual a vivir en el mundo real y eso tiene unas consecuencias, sobre todo, en materia de religiones, que se muestran desesperadas porque cada vez hay menos gente a la que vender la moto [risas], hasta que por fin se produce una guerra basta definitiva", apunta.

Y entre medias, mientras el mundo se desmorona bajo una concatenación de guerrillas interminables, se forja el triángulo amoroso formado por Dante, Lara y Dana, donde convergen amores no correspondidos en las fronteras difuminadas entre la vida y la muerte. También circula alrededor un rey de los bajos fondos, llamado Boss Pérez, que renuncia a su humanidad en este escenario apocalíptico. Y, siempre, Dante, quien carga sobre sus hombros la gran derrota evolutiva del ser humano. "Creo que he puesto mucho de mí en Dante", confiesa Quiroga. "En la misma novela, hay un libro escrito por Dante y que está a la mitad, por lo que he tenido que ponerme en el lugar del personaje y escribir un libro como si lo escribiera él; lo cual ha sido un proceso muy interesante porque el resultado es una parte de su pensamiento y el mío mezclados en la novela", añade.

Para aunar esta serie de elementos en un solo relato, Quiroga encadena distintos géneros narrativos en la obra, que se inicia en el terror y luego gira el timón hacia otros derroteros, para desembocar en "una nueva tendencia en la ciencia ficción en nuestro país", según falló el jurado del Premio Minotauro, integrado por la directora editorial de Minotauro, Marcela Serras; el productor Adrián Guerra; el ganador de la anterior edición, Carlos Molinero, y el escritor Javier Sierra. "La idea es jugar con las expectativas del lector y, con mucho cuidado, conducirle de un género al otro de forma que no se produzca una ruptura, pero que sea una lectura disfrutable", explica el autor, "algo similar a lo que hizo Hitchcock en el desarrollo de Psicosis". "Una jugada arriesgada, pero que merecía la pena para esta novela", concluye.

En este sentido, Quiroga confiesa que llevaba "mucho tiempo trabajando en la idea de Los que sueñan". "El planteamiento surgió al reflexionar sobre el mundo en el que estamos viviendo, en el camino que seguimos y en cuál sería un futuro posible en el que podríamos encontrarnos", explica. Entre sus referencias en el terreno de la distopía, "destacaría una novela del escritor polaco Stanislav Lem, titulada Congreso de futurología, cuya filosofía está muy cerca de mi historia, aunque quizás un poco a la inversa, porque la novela de Lem nos cuenta cómo es el mundo real en vez del virtual".

Precisamente, fue Lem quien escribió en su obra Solaris aquello tan hermoso y terrible de que "no tenemos necesidad de otros mundos, lo que necesitamos son espejos". A su manera, Quiroga construye una distopía, ficticia pero posible, que sitúa frente a un espejo ese mundo virtual y despersonalizado hacia el que nos dirigimos y que devuelve al lector el reflejo de "un futuro posible en el que no querríamos vivir". "Espero que, al terminar la lectura, los lectores le den vueltas a esas ideas sobre hacia dónde caminamos", concluye.

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