La realizadora y guionista Celina Murga (1973, Paraná, Argentina) es autora de una breve pero laureada trayectoria cinematográfica, apadrinada por el mismo Martin Scorsese. Sin embargo, ella prefiere definirse como "observadora". Su mirada se dirige, sobre todo, hacia las tensiones y proyecciones que afloran en la transición de los jóvenes hacia el mundo de los adultos. "Me parece un momento vital muy rico y cuyas historias permiten una doble cosa: darle voz a los jóvenes y, a la vez, reflejar cuál es ese mundo adulto que estamos construyendo", señala la cineasta.

Este es el origen de su última película La tercera orilla (2014), producida por Scorsese, que la realizadora presenta esta tarde en la clausura de la 13ª Muestra de Cine Iberoamericano Ibértigo, junto al cortometraje Pavón (2010). La historia "narra el vínculo entre un padre y un hijo, en la ciudad argentina de Entre Ríos". "Un vínculo muy particular porque Nicolás, el protagonista, es hijo de su padre y su amante de siempre, lo que en Argentina llamamos una familia paralela", explica. "El planteamiento era contar cómo vive este adolescente la situación de una identidad partida en un pueblo pequeño, donde todos conocen su situación". Narrada desde la perspectiva del joven de 17 años, "la película tiene un componente de tensión muy alto porque va acumulando la tensión que experimenta Nicolás cuando empieza a pensar en qué tipo de persona se quiere convertir".

Murga también abordaba estas cuestiones en su primera incursión en el documental con Escuela Normal (Argentina, 2012), que gira en torno a la emblemática Escuela Normal 5 de Paraná, la primera escuela fundada por Sarmiento para formar maestros. "Un documental implica menos control sobre lo que haces pero paradójicamente, más libertad; al final quise filmar las aspiraciones y perspectivas desde el punto de vista de los alumnos de secundaria, además del estado de la educación en Argentina hoy", explica.

El entorno y sus dinámicas también atraviesan su filmografía. "Me interesan mucho las relaciones de las personas con el lugar en el que viven", admite, "cómo uno está condicionado por el lugar donde vive y cómo uno puede influenciar ese lugar". "Ayer un taxista aquí, en Gran Canaria, me estaba contando que vivía en San Mateo, y yo me imaginé una ciudad que quedaba a 500 kilómetros, como la distancia que hay entre mi casa y Buenos Aires, ¡y luego me contaron que quedaba a 20!", ríe. "La percepción que uno tiene es la percepción de lo que conoce, la cultura y los hábitos nos terminan formando".

En su bagaje, no puede obviar el nombre de Scorsese, su maestro durante un año, con la beca Rolex. "Él iba a filmar Shutter Island y me eligió como su discípula para la beca, aunque más que discípula , fui como una espectadora, siempre con los ojos bien abiertos", revela. Más adelante, nació La tercera orilla y, sobre todo, una hermosa amistad. "Para mí fue muy interesante poder compartir la escritura del guión con él, mostrarle cosas, conversar de esto y lo otro; y cuando terminé de escribirlo, él me propuso ser productor ejecutivo de la película". "Y sí, conocerle me hizo sentir parte de la familia de la mafia, en el buen sentido [risas]".

Entre sus próximos retos, Murga prepara la adaptación de un filme de los 50 de Roberto Rossellini.