La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"La gente siente tristeza en mi voz, pero dentro de mí hay más alegría que pena"

"El año pasado cerramos la gira en la sala Bataclan de París y no entiendo por qué la atacaron. Es de locos", rememora la cantante Concha Buika

La cantante Concha Buika, en una imagen promocional. LA PROVINCIA / DLP

¿Vivir sin miedo

Yo no lo veo así. Yo canto lo que tengo dentro, mi verdad, y me encuentro bien. Tengo 43 años y me considero una joven promesa.

Bueno, usted ya tiene un recorrido importante. ¿No cree?

No cariño. Tengo 43 años y ahora es cuando empieza todo. Hasta ahora solo hemos estado jugando. Vamos a ser serios. Con 20 años era rebelde, pero sin control. Ahora la rebeldía reaparece, me pilla con información, con juventud, con alegría y con energía. Por eso la historia de verdad comienza ahora.

¿Hubiera hecho las cosas de otra manera?

No, lo que pasa es que ahora me exijo una responsabilidad que antes no tenía. Ahora vivo las cosas con experiencia pero también con más alegría y más energía, porque una con 40 años está buenísima.

¿Ahora puede llevar, de verdad, las riendas de su carrera?

Siempre las llevé yo. Pero bueno, como tenemos tanto miedo a la culpa nos cuesta mucho reconocer nuestros actos. Recuerdo temporadas en las que me he sentido un poco forzada a la hora de tomar decisiones que no partían de mi opinión, pero lo consentía. Por eso, era yo y no puedo culpar a nadie.

¿En el concierto del próximo domingo actúa arropada por la Orquesta Sinfónica. ¿Qué Concha Buika escucharemos?

En realidad no lo sé. A mi me gusta improvisar la vida, sin miedos. Las musas estarán ahí y el repertorio es bello y amplio. Hay una transformación en el escenario, me pongo pasional y eso me gusta.

¿Qué le parece el público canario? ¿Existen diferencias?

Canarias es profundamente local pero tremendamente universal. Es el público del mundo, porque une a dos continentes. Son dos realidades distintas e iguales como la de Europa y África y eso encierra la esencia del mundo. Es el pálpito de África, su alegría y su gente y también la tecnología y la mentalidad europea. Es un territorio excepcional. A mí me fascina porque existen poco sitios así.

Su familia tuvo que exiliar de Guinea Ecuatorial. ¿Qué sensaciones le produce ver a los refugiados sirios en los telediarios?

Es algo muy bestia. Mis padres son migrantes. El mundo está para que la gente lo recorra y si una persona se ve obligada a salir de su tierra, lo veo perfecto; el problema es el modo. No entiende el rechazo. Y al final, con todo lo que pasa, estamos todos asustados. No lo sé.

¿Tiene la sensación de que estamos en un momento de la historia especialmente dramático?

Desde que tengo memoria jamás he dejado escuchar guerra y hambre, pero nunca se había sentido tan cerca. La sala Bataclan, que fue atacada en París, fue el último escenario en el que actuamos el año pasado. No entiende por qué lo hicieron. Es de locos.

Su voz transmite fuerza y tristeza. ¿Hay algo de esto?

Es que eso es muy subjetivo. La gente dice que sienten tristeza en mi voz pero yo sé que dentro de mí hay más alegria que dolor. Lo que pasa es que cada uno lo reinterpreta desde su realidad.

¿Y qué le dice su público?

Me dicen cosas muy bonitas y me siento muy afortunada. La gente habla de sus sentimientos y a mí me gustaría que eso se trasladará a un nivel superior. Yo he tocado en países enfrentados por sus ideas, pero cuando llegas y solo ves a gente trabajando para sobrevivir. La gente se está dejando los cuernos y encima guarda un poquito de dinero para oírte y se conmueve cuando no es ni su idioma.

A lo mejor por eso una publicación de internet dijo que usted era la 'voz de la libertad'.

Yo no lo dije, aunque lo agradezco porque me gusta a pesar de que no sé lo que significa. A mí me gusta que la gente te escuche más allá de lo que se suponía que tenías que ser. Los estilos son bonitos pero son jaulas de oro. De ahí el título del disco. Tenemos el miedo implantado en nuestra educación. La cuestión es que ese miedo no te frene a la hora de hacer las cosas. El mundo necesita menos miedo.

Compartir el artículo

stats