Arrastra con cierto estoicismo la imagen de 'chica yeyé' cuando ha cumplido 76 años y reivindica una trayectoria cargada de triunfos sobre la escena. Concha Velasco asegura ser una mujer comprometida con la sociedad a través de los montajes que elige, considera la política algo "muy serio" y cree en el teatro como medicina para el espíritu "con IVA, sin IVA, con la izquierda y con la derecha".

-¿Cómo se siente en el escenario Concha Velasco?

-Pues muy bien. Con las secuelas de haber cumplido 76 años... pero han venido con panes debajo del brazo, porque estoy haciendo teatro y una serie, 'Bajo sospecha', trabajando con los mejores actores que hay en este momento que no sabes cómo me tratan, con qué cariño, con qué respeto. Estoy feliz. Es un trabajo importante y duro, una serie de mucho presupuesto. Tengo mucho texto y hay que estudiar mucho, pero estoy encantada. Y sigo haciendo mi Cine de barrio, aunque consciente de que aquí estamos de paso, en la vida y en todo. Pero sobre todo estoy contenta de haber llegado a mi edad con esta mente tan lúcida. Creo que me contratan porque soy disciplinada, puntual y me sé mi trabajo.

-A usted la palabra crisis no le ha afectado...

-Sí. Me ha afectado muchísimo, pero en este momento no me gusta quejarme de nada. Soy una privilegiada pero me rodea gente que no lo es y que lo está pasando muy mal. No quiero dar una opinión en un momento electoral, así que te diré que sí nos ha afectado a todos y a esta profesión de manera muy especial, pero siempre salimos a la palestra los famosos y la gente puede pensar que de qué nos quejamos. Pero los que tenemos trabajo nos quejamos para que protejan a los que no lo tienen. Mi obligación es defender a mi sector.

-En su nueva obra, 'Olivia y Eugenio', se plantea qué es la normalidad en un mundo corrupto y desigual.

-Me pongo retos demasiado gordos y me he puesto una meta altísima con Olivia y Eugenio porque es un reto trabajar con un actor Down, es un esfuerzo triple, medalla que me pongo y que he aceptado porque lo dirige José Carlos Plaza. Cuando me dijo que iba a hacerlo con un actor Down dije pues vamos a ver si podemos, y ya lo creo que pueden, lo hacen maravillosamente. La verdad es que mis mejores trabajos los he hecho con Plaza. A mí me tienen que dirigir directores que saben más que yo porque si no, me pongo tensa.

-A lo largo de su carrera ha aprendido mucho a nivel profesional, pero ¿qué lecciones de vida le han dado las historias que ha representado?

-Pues cuando me dicen que me comprometa yo digo que ya lo estoy porque desde que he empezado hasta ahora me he comprometido con las obras que he elegido interpretar en el teatro. Tengo un compromiso político y social con la sociedad a través de los trabajos que he aceptado. Lo que no quiere decir que levite como Santa Teresa ni que mate como Hécuba. Yo me comprometo con los textos porque creo que corresponden a una realidad social y política de la época en que vivimos. En el caso de esta obra, la corrupción, el terrorismo, la violencia de las personas, el egoísmo... Los políticos deben ocuparse de los que no pueden asumir esa responsabilidad.

-La realidad parece que está tomando la escena ahora quizá de forma más acusada.

-Siempre tenemos la necesidad de buscarle un paralelismo político a las cosas que hacemos, como si el público fuera tonto, pero el público ya sabe mucho. Yo quiero que vayan al teatro a verme porque se van reír, van a llorar y van a salir diciendo que hay que ir al teatro. El teatro es importante para la vida de las personas, es absolutamente necesario para la salud, para gratificar el espíritu. Eso es el teatro, con IVA y sin IVA, con la derecha y con la izquierda. El teatro está por encima de todo. En este momento en el que todo se abarata, hasta el jijijí y jajajá, que me gusta mucho, también debe estar bien escrito y bien tratado, pero creo que últimamente hay una mezcla que no me gusta nada... Aunque como no me dedico a la crítica y tengo la suerte de trabajar en lo que me gusta pues no voy a criticar.

-¿Va a tener en cuenta las propuestas culturales y el IVA a la hora de votar a un partido?

-Es que ningún partido habla de cultura, quizá porque hay otros problemas tan graves y serios que este lo dejan para el final, así que no voy a hablar de esto.

-¿Qué cree que va a pasar después del 20 D?

-No lo sé. Yo estoy tan expectante como toda la sociedad española y muy preocupada. A mí las bromas no me gustan, esto es algo muy serio. Empiezan a hacer cosas como en Estados Unidos y yo no lo veo quizá porque tengo 76 años y la política me parece una cosa muy seria. Yo creo en los políticos, no me parece que sean unos sinvergüenzas. Los hay pero como en todos los lados. Como creo en la democracia, me parece muy serio que nos juguemos cuatro años muy difíciles, así que no opino pero tampoco me apetecen las bromas, los coloquios... No van a influir en mí de manera positiva así que no quiero que lo hagan de forma negativa.

-¿Considera de mal gusto que todo el mundo le pregunte si ha pensado en la retirada?

-Pues sí. ¿Se lo preguntarían a Nuria Espert o a Plácido Domingo? ¿Se lo preguntarían a José María Pou? ¿Pues por qué me lo preguntan a mí? Lo considero casi un insulto porque alguien tiene que hacer los papeles de mayor. Cada vez que me sale una arruga me doy un beso y pienso que voy a acabar con el teatro español. En alguna ocasión pude tener otra opinión, porque estaba enferma y debía dinero a Hacienda, pero ahora no tengo deudas, tengo una familia estupenda, trabajo... ¿Quién va a hacer lo que hace Carmen Maura o Charo López? Habría que pedirles de rodillas, que es lo que yo le digo a Nuria Espert, que no se retiren nunca.