Con compases de vals, al ritmo de polcas rápidas y con la fuerza de las marchas, la Filarmónica de Viena dio la bienvenida a 2016 en el tradicional Concierto de Año Nuevo, bajo la dirección elegante y enérgica del maestro letón Mariss Jansons (Riga, 1943). La Sala Dorada del Musikverein de Viena recibió a un emocionado Mariss Jansons con una cálida ovación en la tercera ocasión en la que dirigía el concierto más famoso del mundo. Por primera vez en el Concierto de Año Nuevo, que cumplía 75 años, y por decisión de Jansons, sonó el enérgico y alegre vals España, del compositor francés Émile Waldteufel.

Comenzó al son de la Marcha de las Naciones Unidas, del austriaco Robert Stolz (1880-1975), dedicada al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, presente en la sala. Un homenaje de la orquesta al 70º aniversario de la primera Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en Londres el 10 de enero de 1946.

La agilidad de las polcas, los compases de los valses y el ritmo de las marchas de la dinastía musical de los Strauss se combinaron con ocho obras que sonaban por primera vez en la tradicional cita musical del primer día del año. Después de escuchar el Vals del tesoro, de Johann Strauss hijo (1825-1899), el ritmo cambió por completo con las primeras notas de la delicada polca francesa Violetta, que se interpretó por primera vez. El maestro letón sorprendió en la polca rápida El tren del placer, de Johann Strauss hijo, al tocar una bocina simulando el ruido de la máquina de vapor de un tren. Mientras sonaba esa pieza, la cadena pública austriaca ORF intercalaba imágenes de la noria y el carillón del emblemático parque de atracciones del Prater de Viena para rendirle homenaje por su 250º aniversario, que cumple este año.

La primera nota de humor llegó al comenzar el clásico Con franqueo adicional, de Eduard Strauss (1835-1916), cuando un mensajero entregó a Jansons una batuta negra con motivos dorados y el director le dio un pin, en señal de agradecimiento, que el director le quitó a otro músico del traje.

Esperanza, alegría y humor festivo impregnaron el ambiente de la Sala Dorada del Musikverein. En una segunda parte dominada por obras de la familia Strauss, la polca rápida Fuera de control, de Eduard Strauss, compartió protagonismo con imágenes de los solistas del Ballet de la Ópera de Viena. También se pudo escuchar al famoso coro de los Niños Cantores de Viena. Antes de comenzar con las propinas prometidas, el inicio del Danubio Azul fue interrumpido por los aplausos y las risas de un público emocionado. Jansons aprovechó para dirigirse al público y desearles un feliz año nuevo. La enérgica Marcha Radetzky de Johann Strauss padrepuso el broche de oro a un concierto redondo ante un público entusiasmado.