Andrés Lima es director y uno de los intérpretes de Medea, composición dramática de Séneca a propósito del personaje mitológico, que mañana sábado acoge el teatro Cuyás dentro de un apretado ciclo de fin de semana consagrado al teatro clásico. Lima cifró la vigencia de esta dramaturgia, su siempre renovado vigor, en haber sabido "ahondar en los conflictos esenciales del ser humano. Medea se coloca en un lugar oscuro a la hora de sufrir su pasión vengadora. Los griegos miran hacia ese lado del que nosotros desgraciadamente retiramos la mirada. La dramaturgia griega es percibida como un teatro total, en la que la expresión de lo teatral es perfecta".
En la rueda de prensa de presentación del espectáculo, Lima explicó que ha optado por la lectura romana de Medea firmada por Séneca frente a la griega de Eurípides, considerada canónica, en atención a que "la visión del mundo romano es más actual, conecta mejor con la brutalidad de hoy". Además, la "sofisticación de la escritura de Séneca es moderna". En todo caso, la versión se basa libremente en el texto de Séneca, pero recaba el apoyo de otros trabajos sobre el mismo mito, como el del citado Eurípides, Ovidio, o Hesíodo.
En la historia de Medea, el director en cuentra "un nivel simbólico enorme: la guerra. Gran metáfora, la de Medea como la guerra". Otro aspecto que atrajo a Lima es "la pelea de pareja y la dificultad de poder entenderse dentro del amor".
Aitana Sánchez-Gijón es la protagonista de la obra, que el Cuyás programa mañana flanqueada por otras dos tragedias: Edipo Rey (hoy) y Antígona (el domingo). "Nos interesa la tragedia como modelo teatral y como modelo filosófico y sociopolítico", explicó.
Las tres producciones corren a cargo de Teatro de la Ciudad, una iniciativa singular que aúna la puesta en escena de obras con talleres previos en los que se establece un proceso de maduración y profundización en los textos y en sus diferentes posibilidades escénicas.
Este proyecto es una respuesta a la difícil coyuntura cultural y, más en concreto, teatral, que atraviesa España. Son "muchos golpes", al decir de Lima, los que han recibido las artes escénicas, una situación depauperada que no tiene un solo origen. Los golpes vienen "de la Administración y de la vida en general", de manera que a día de hoy aventurarse a hacer teatro en este país conlleva un sinfín de dificultades, a veces insalvables.
En esta coyuntura surge Teatro de la Ciudad, una iniciativa que permite mancomunar esfuerzos y afrontar iniciativas de múltiples producciones como la que visita este fin de semana el teatro Cuyás: Medea, Edipo Rey y Antígona. "Poder juntar estas tres experiencias hacen del Teatro de la Ciudad algo especial", explicó Lima. A pesar de las características del proyecto, Teatro de la Ciudad no nace con vocación minoritaria, de conventículo, sino que aspira a establecer una amplia conexión con el público. "Nuestra voluntad es la de expresarnos y comunicarnos con el público, acceder al mayor número de público posible", añade el actor y director. Y el respetable está respondiendo. Ayer al mediodía ya se habían agotado las entradas de Medea, quedaban apenas una decena de Antígona y 200 de Edipo rey. Los próximos pasos de Teatro de la Ciudad se internarán por la senda de la comedia y bajo el padrinazgo de Shakespeare.
Edipo y Antígona
El miniciclo de teatro clásico del Cuyás arranca hoy con Edipo Rey, dirigida por Alfredo Sanzol y protagonizado por un prometedor Juan Antonio Lumbreras. La puesta en escena inventa un tiempo puente que es el mítico-familiar para traer al presente lo que por influencia de los prejuicios ponemos en lugar casi inalcanzable: el tiempo mítico en el que se crearon los personajes.
El domingo, Miguel del Arco dirige Antígona, versión libre de la obra de Sófocles protagonizada por Carmen Machi, Raúl Prieto y Manuela Paso, entre otros, y que podrá verse el domingo en el Cuyás.Creonte (Machi) y Antígona (Paso) son un tío y una sobrina que no pueden ceder sin falsear su ser esencial. Ambos tienen razón (o creen tenerla) y se obcecan en sus respectivos discursos mientras los demás se sobrecogen al comprobar cuán horriblemente fácil es que el ser humano quede reducido a menos de lo que es. Esta obra cierra el ciclo.
