Los Niños Cantores de Viena vivieron una experiencia única ayer en el marco del 32º Festival de Música de Canarias horas antes de que actuaran en la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria. Los 26 integrantes de este coro de niños con sede en la capital austriaca pudieron exhibir la magia de sus voces en una iniciativa inédita hasta el momento, pero estimulante y enriquecedora, que consiste en hermanarlos con otros cantantes de las Islas de edad similar en un encuentro con los integrantes del Coro Infantil y Juvenil de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.

La directora de la agrupación insular, Marcela Garrón, dirigía a sus

jóvenes cantante con determinación en un pequeño programa espontáneo que incluía al espiritual I want Jesus, un pedazo de la suite litúrgica Benedictus y un tema folclórico para niños africana llamada Ela. A continuación, le tocó el turno a los Niños Cantores que atacaron un emocionante O sole mio con el pulso firme de su maestro, Manolo Cagnin, al frente.

El momento final llegó cuando, todos juntos, interpretaron el divertido tema africano que requería de una cierta gracia en la gesticulación facial y en el movimiento del cuerpo de los intérpretes y que los invitados también pudieron reproducir perfectamente saliéndose de los tópicos que definen a la rigidez centroeuropea. Cuando todo eso acabó comenzó el encuentro propiamente dicho, ya que se produjo una compenetración perfecta y saludable poco común entre jóvenes de diferentes culturas que no se conocen de nada. Por poner algún ejemplo concreto, Andrea, María Jesús y Lorena se hicieron varias fotos con Johan, Marcus y Philip con la presencia de sus respectivos directores de coro.

Poco después, y aprovechando que ayer hacía un sol radiante, todos se dirigieron a la avenida de Las Canteras para ser inmortalizados. Un momento que los niños austriacos vivieron con gran emoción ya que ver el mar, y de una manera tan exótica para ellos, supuso momentos de verdadera curiosidad. Algunos de los austriacos se fotografiaban con el mar enrarecido de fondo, y todos se mostraron siempre muy predispuestos a dejarse inmortalizar por los periodistas. Poco después, los 26 integrantes del coro se retiraron rápidamente ya que tenían que conservar su voz y relajarse para el concierto de la catedral sobre canciones tradicionales y litúrgicas.

Los Niños Cantores de Viena es uno de los coros más conocidos del mundo. Cada uno de sus integrantes pasa por un riguroso proceso de selección principalmente en Austria para poder entrar en la agrupación, pero también provienen de otras naciones del mundo, y se los entrevista individualmente. El ingreso exige unas pruebas muy duras de condiciones físicas, intelectuales y vocales, ya que los considerables gastos de la escuela han de sufragarse con los conciertos que los muchachos den en Austria y en el extranjero. Hay aproximadamente cien coristas de 10 a 14 años. Los niños se dividen en cuatro coros para las giras, que dan unas 300 representaciones, siendo vistos por cerca de medio millón de espectadores al año. Cada grupo va de gira durante 9 u 11 semanas e interpretan unos 300 conciertos cada año, a los que acude más de medio millón de espectadores de todo el mundo.

El coro fue creado por una carta escrita por Maximiliano I el 7 de julio de 1498 en donde ordena a los funcionarios de la corte que contraten a un maestro de canto, dos bajos y seis niños. El coro tenía como finalidad principal proporcionar acompañamiento musical a la misa y los niños recibían una sólida educación musical. Hoy en día, para un futuro músico, es todo un prestigio tener en su currículum haber sido miembro de esta histórica formación porque les augura un gran futuro profesional. Así ha sido el caso de grandes genios de la música que fueron parte del coro como Mozart, Salieri, Bruckner, Haydn, Schubert, Carniolus, o directores de orquesta como Hans Richter, Felix Mottl y Clemens Krauss. Desde 1948, el Palacio Augarten ha sido su local de ensayos e internado, hasta la secundaria. Es una escuela coral, en el que los cantores estudiaban segunda enseñanza o aprendían un oficio.