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Dámaso: "Que los dioses le acojan entre los grandes creadores"

El artista revive los años en que trabajó con Gelu Barbu

Gelu Barbu fue un bailarín y coreógrafo de formación y estilo clásico. Sin embargo, el encuentro, en primer lugar, con Pepe Dámaso y después con César Manrique, entre otros, le permitió adentrarse en las vanguardias y situarse en la contemporaneidad artística. "Hicimos cosas brillantes, no solo desde el punto de vista del concepto de modernidad, sino también respecto al patrimonio local, con referencias constantes al arte canario, el indigenismo y otros aspectos que nos permitió su gran talento".

El origen de la colaboración artística de Dámaso y el maestro rumano canario se halla en una cena que el artista de Agaete organizó en su casa. Posteriormente, ambos darían forma a una serie de actuaciones inspiradas, tanto en la coreografía, escenografía como en la música, en los periodos de vanguardia. "Él aceptó, porque se interesó, un lenguaje nuevo en el que yo ya estaba metido con Manrique, Chirino y con una vanguardia que me concernía muchisimo", revive este ahora. Qué los dioses le tengan ahora en el lugar que le corresponde como gran creador y que los canarios sepamos reconocérselo", proclama herido ante el fallecimiento del bailarín rumano.

Messe pour les temps present, Fiebre y muerte o Las divinidades pasibles, del francés Pierre Henry; El amor de las tres navajas, de Prokofiev; Danzas rumanas, de Bela Bartok y Filaret Barbu (padre del bailarín y coreógrafo); Adagietto, de la Quinta Sinfonía de Mahler fueron alguno de los títulos que constituyeron, en una primera época, una autentica revolución cultural en la Isla. La estética teatral que ambos idearon no existía en España, según señala el pintor, pero surgió a partir del cruce de miradas y la necesidad que sentía Gelu Barbu a la hora de crear una escena para sus alumnos. "Jugábamos con metales, con la electrónica, con objetos de todo tipo con esa cosa mía del reciclaje, pero hicimos verdaderas maravillas", reconoce Pepe Dámaso, que señala sentirse especialmente orgulloso de haber podido colaborar con el padre del ballet canario en esta época. "Creo honestamente que fue una época en la que Barbu se sintió completamente realizado", expone.

En 1988 Barbu creó el ballet Pájaros de días líquidos. La representación en escena contó con la presencia de Dámaso, que pintó, en directo, un lienzo móvil. "Creo que la aportación de Gelu Barbu y mía está en una modernidad que se sustentaba en los principios y el conocimiento tan profundo que tenía Barbu sobre lo clásico".

Pepe Dámaso admite haber chocado con el rumano en algunos criterios artísticos. "Teníamos ese arranque de dos fuerzas centrífugas de la creación", expone entre risas. Pero en general, admite, "me dejó hacer lo que quería. Nunca se metió en mis creaciones y recuerdo momentos brillantes juntos".

Pepe Dámaso recuerda con especial cariño compartir con Gelu Barbu la obra Momente, de Stockhausen. Tras comprar el disco en París, con César Manrique, montaron una escenografía de metales y una estética casi electrónico. "Verdadera vanguardia, que no es fácil porque yo sufrí más por vanguardista que por homosexual", proclama ahora. Años después el artista grancanario presumió de aquel montaje en presencia del compositor cuando este participó en el año 2003 en el Festival Internacional de Música de Canarias. "Le llevé las imágenes y los diseños y éste se sorprendió enormemente por el proyecto tan moderno que hicimos en un momento en que en España era casi imposible", señala.

También, recuerda haber acompañado al bailarín a Rumania en el momento convulso en que cayó Ceausescu y que en su momento había motivada su salida del país. El Teatro de Ópera de Timosoara acogió una obra con música de Falcón y Gelu fue recibido como una gran personalidad.

Dámaso le presentó a César Manrique en un viaje que ambos realizaron a Lanzarote y Barbu quedó impresionado con su obra. Felo Monzón y Nestor de la Torre serían otros dos artistas canarios que Barbu admiraba. "Siempre me fascinó su integración en el Archipiélago", aseguró ayer Pepe Dámaso. Este admite no tener el conocimiento suficiente en danza como para opinar sobre la capacidad artística de Barbu, "pero la labor social y pedagógica que hizo a través de su escuela es algo de un valor incalculable", expuso. Por eso, le gustaría que sea recordado como un hombre generoso que "sembró la semilla del ballet en Canarias en un tiempo en el que era difícil".

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