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Obra cerrada

Octogenario, no dejó de escribir, y por esa razón hemos seguido con él hasta el otro día

En 1963 se publica en una editorial convenientemente progre una colección de ensayos titulada Obra abierta, aparecida por primera vez el año anterior en Milán. Su autor era un piamontés nacido en 1932; su nombre, Umberto Eco, absolutamente desconocido. Pero a partir de Obra abierta empezó a sonar demasiado. Juan Cueto andaba enardecido por el estructuralismo, Eco y la semiótica. El neorrealismo y el existencialismo habían sido superados y se esperaba otro "ismo" que los sustituyera. Se creyó que el estructuralismo podía ocupar ese hueco pero resultaba demasiado arduo y además no disponía de una Juliette Greco que cantara en caves llenas de humo (¡Tiempos aquellos de tabaco y alcohol!). Por aquel tiempo, Italia rivalizaba con Francia en promoción cultural: Galvano della Volpe, Pasolini, Italo Calvino, Bellocchio, Carlo Emilio Gadda... Francia estaba demasiado encorsetada por el nouveau roman y por teorías estériles y aquí, en Europa, todavía no se había descubierto que la capital del mundo es Nueva York (entonces la intelectualidad era ferozmente antinorteamericana).

Obra abierta tuvo un éxito extraordinario. Otra cuestión es que lo hayan leído, pues de aquella en España se esperaban otras cosas y la obra de Eco en realidad era un libro sobre poética, en el que se define a la obra literaria como "obra abierta", es decir, abierta a infinitas posibilidades de interpretación. En ensayo final, que ocupa tanto espacio como los seis ensayos precedentes, lleva por título De la 'Summa' al 'Finnegans Wake' (La poética de James Joyce), y es curioso que la "progresía lectora" no hubiera reparado en algunos aspectos inquietantes, como no reparó en que el cine de Buñuel es profundamente reaccionario, lo que pasaron por alto debido a que el director aragonés era exiliado. Pero el trabajo de Eco daba a entender algo que los intelectuales europeos estaban decididos a destruir en nombre del multiculturalismo. Eco, por el contrario, entendía la existencia y perduración de la novela y de la cultura occidental: la novela más moderna había sido escrita por un escolástico.

Después de algunos ensayos teóricos, Eco se lanzó a escribir novelas de gran éxito como El nombre de la rosa, donde utilizando los moldes de un género mecánico, el relato policiaco, aplicó una erudición asimismo mecánica (era capaz de saber si llovió o no el 13 de julio de 1312, pongo por caso), e hizo un homenaje a sir Arthur Conan Doyle llamando a su detective franciscano Baskerville, para que se viera por dónde iban los tiros. Eco llegó a ser uno de los escritores más importantes de su tiempo, quien, en pleno delirio electrónico, escribió "no esperéis libraros de los libros" libro en el que afirma que la letra impresa perdurará frente a los soportes digitales. Esto afirmado por Eco, tiene un sentido mucho más que profético.

Ahora, Umberto Eco, gran figura intelectual de la segunda mitad del siglo XX ha muerto a los 84 años, dejando su obra definitivamente cerrada. Una "obra abierta" solo se cierra con la muerte del autor.

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