La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Roberto Álvarez: "La política es un vodevil inútil, sin final"

Es un actor todoterreno de la televisión, el cine y el teatro, en donde está triunfando por todo el país con la obra 'El discurso del rey'

Roberto Álvarez. LUISMA MURIAS

Roberto Álvarez es actor de amplio recorrido en todos los terrenos: cine, televisión y teatro, escena esta última en la que está triunfando plenamente con el El discurso del rey, obra dirigida por Magüi Mira en la que interpreta a Lionel Logue, el terapeuta que ayuda al rey Jorge VI de Inglaterra a mejorar sus capacidades con el habla. La obra prosigue la aceptación que tiene la gira por toda España tras el éxito durante cinco semanas en Madrid. Álvarez reflexiona sobre la obra, el teatro y la conexión entre "público y oficiantes", o sea, los actores. También hay un mensaje al "vodevil" de los políticos.

Magüi Mira asegura que un hombre sin palabra es un hombre sin poder.

Y más en aquella época. El rey, como ahora, era un cargo de representación. Su posible virtud era dirigirse al pueblo y que se sintiera representado en él. Esta capacidad de representación sólo era con la palabra, muy vinculada a la radio, que estaba de moda. Y esta capacidad la tenía limitada para transmitir su discurso.

Seis sillas y una butaca en escena frente al 'aparato' que se vio en el filme, premiado filme; luego, todo el peso es sobre los actores...

Bueno, como en toda película. En el teatro se sustituye la realidad por la imaginación y en esto Magüi es una maga. Y ha conseguido que no salgamos de escena durante una hora y cincuenta y pico minutos de representación.

¿Y eso cómo se hace?

Vamos recreando los espacios a través de objetos, los propios personajes e intentado involucrar al espectador en un espacio imaginativo.

La directora dice que es una adaptación al lenguaje teatral. ¿Cómo es el lenguaje teatral?

El teatro es un lugar para compartir emociones con el público. Para los actores, que somos los oficiantes, puede ser frustrante si no se consigue, o muy alentador si se produce. Es un compartir emociones. Esto es el teatro, que tiene las limitaciones que tiene.

¿Como cuáles?

Las limitaciones sobre todo de los espacios, pero eso ocurre también en la literatura. Puedes contar una historia en un periódico y estar hablando de la guerra de Bosnia. Y qué elementos pones cuando escribes, la imaginación del espectador. En el lenguaje del cine se va al verismo, al realismo, a dárselo hecho al espectador; en el teatro se va a jugar con la imaginación.

Usted es Lionel, el terapeuta al que en la película ponen como falso logopeda. ¿Se deja entrever algo de esta historia paralela?

Sí, sí. Es la central. Me pasó tres veces que fui yo a la psicóloga. Llega un momento que el psicoterapeuta escarba tan dentro que cuando toca con el dedo en la llaga hay dolor y reacción, y suele ser en contra del que le trata. Esto es lo que sucede precisamente en la obra. La manera de violentar al terapeuta por parte del rey es pidiéndole su diploma.

¿Y cómo se convirtió Adrián Lastra en Jorge VI, no es un papel fácil?

Obsesionado. Como es muy conocido por la TV, un taxista le dijo que no sabía que era tartamudo. Porque estaba hablando con su madre por teléfono y estaba tartamudeando. Hace uno de los grandes trabajos del teatro.

El núcleo de la obra es la conexión entre su personaje y el de Lastra.

Sí, la cosa más grande que te pude suceder en el teatro. Por ejemplo, un día que se ha muerto tu gato, por no poner otro ejemplo peor, y estás angustiado con una obra que es un drama. De repente te pones a llorar. Ese mismo día sale la directora y te dice que fue la peor función en que te ha visto en su vida. Y luego está ese otro día que está jugando el Sporting-Barcelona, andas saliendo y entrando a ver qué está pasando... Y, al final, va y te dice la directora que por fin ha visto a Lionel.

La última, de política, ¿qué espera del Gobierno que llegue?

Me cabe la desazón del tacticismo de los peores vodeviles teatrales que he visto, previsibles, inútiles, sin final. Todos han prometido y me temo que nada va a salir. Estamos solos.

Compartir el artículo

stats