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Un pensamiento: "Vivir es convivir"

Se acercó de forma pionera a Pérez Galdós y dijo de él que fue el novelista de la mujer

María Zambrano (1904-1991), filósofa española, discípula de Ortega y Gasset, pertenece a la Escuela de Madrid donde figura, como única mujer, junto a filósofos como García Morente, Xavier Zubiri, Julián Besteiro, José Gaos, entre otros. Es además, la filósofa de la Generación del 27.

Ahora se cumplen 25 años de la muerte de María Zambrano, que nació el 22 de abril de 1904 en Vélez-Málaga y fallece el 6 de febrero de 1991 en Madrid, tras 45 años de exilio.

En la historia del pensamiento no han abundando las filósofas; sin embargo, el siglo XX destaca por la presencia de muchas y valiosas pensadoras como María Zambrano, Hanna Arendt, Edith Stein y Simone Weil que tienen en común una propuesta de filosofía vital, concreta, que defiende un saber de experiencia.

La originalidad de María Zambrano se fundamenta en que este saber es una respuesta a la crisis histórica del momento pero, distanciándose de Ortega, busca una palabra poética. Palabra creadora que contiene fe en aquello que sueña y esperanza, la cual le proporciona la firmeza y seguridad necesarias en esos proyectos. María no se ha rendido nunca. Y, de este modo, ha propuesto un pensamiento político bajo un lema sencillo y profundo: "Vivir es convivir". Su defensa se ha basado en una democracia que tenga en cuenta a la persona. En el convencimiento de que ser persona consiste "en no pesar a nadie, en no humillar a nadie". Ha aportado a la historia del pensamiento una filosofía en torno a la razón poética, es decir, una filosofía no racionalista, ni tampoco cientifista. En este sentido está más cerca de la mística española, del poematizar de Machado y de la razón cordial de Unamuno.

Siendo una filósofa que milita a favor de la República, posee un pensamiento religioso que reflexiona siempre sobre lo divino y lo sagrado. María Zambrano se aleja del agnosticismo, puesto que define al ser humano como "persona abierta a la trascendencia". Junto a estas grandes preocupaciones: la política, la filosofía y la religión también se encuentra su reflexión sobre la educación. Hija de maestros, María Zambrano ha sido una maestra ante sus muchos discípulos: filósofos, pintores y poetas.

Afirma que su verdadera militancia había sido la amistad. Y, por ello, pudo reflexionar y ejercer como maestra. Pues maestro es aquel que propone una guía o una mediación ante sus alumnos. El magisterio, como la poesía es un don. Tener un maestro es "tener ante quien preguntar y ante quien poder preguntarse".

Su reflexión estética, finalmente, también fue pluridimensional. La poesía, la novela, la pintura y la música fueron objeto de su pensamiento y de su vivencia. Destacaremos que se acercó de forma pionera a Pérez Galdós y dijo de él que fue el novelista de la mujer, pues dio verdadera "dimensión ontológica" a sus personajes femeninos que resultan se arquetipos de la condición humana. En efecto, María Zambrano recuerda a Nina, Tristana, Fortunata. Pero fue Nina quien le sedujo y a la que dedicó varios y bellísimos artículos.

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