La sexta entrega de la Sección Oficial se proyectó ayer en los cines Monopol con una reflexión de naturaleza literaria sobre el colonialismo portugués, Posto Avançado do Progresso (Puesto fronterizo de progreso). Tras su paso por Forum, la sección más experimental de la Berlinale, su director Hugo Vieira da Silva presentó la película ayer en el ecuador del certamen capitalino, donde ya participó en 2007 con el largometraje Body Rice.

Posto avançado do progresso narra el desembarco de dos colonizadores portugueses en un remoto puesto comercial de marfil, en plena jungla junto al río Congo a finales del siglo XIX. La película es una adaptación libre del cuento homónimo de Joseph Conrad, An Outpost of Progress, que su director quiso trasladar "a la realidad de Portugal a partir de una interpretación propia, con muchos giros y añadidos". "Esta novela es una buena manera de estudiar el fenómeno del colonialismo, que es muy importante en la historia de Portugal, porque el hecho de haber sido un Imperio colonial define mucho su identidad", afirma Da Silva. "En los últimos 20 o 30 años, apenas se ha reflejado este aspecto en el cine u otros ámbitos culturales, porque Portugal ha empezado a volcarse hacia Europa y a dejar de lado sus conexiones con África".

Así surge el rodaje de este periplo de dos colonizadores en el corazón de la selva subtropical y sus (torpes) intentos de establecer conexiones con la población local. Las distintas situaciones que atraviesa este dúo portugués con la población nativa plantea "una reflexión sobre la relación entre portugueses y angoleños, que es una relación basada en malentendidos e incomunicaciones". "El filme no da una respuesta a eso, sino que se limita a reflexionar sobre este aspecto porque las culturas se encuentran en el malentendido y en la imposibilidad de compartir dos puntos de vista", reflexiona el director.

"Para mí, esta película es una parodia del colonialismo; creo que eso es lo que plasma Conrad en su texto y yo quería reflejarlo en la realidad de Portugal en Angola". Para materializar esta naturaleza paródica, Da Silva conjuga distintos géneros fílmicos como el burlesque, la épica o, incluso, el western, "por las actitudes racistas propias del género". "Y también incluye una parodia sobre esos mismos géneros".

Con todo, el rodaje se desarrollo a lo largo de dos meses con un alto contenido de "improvisación". "No contábamos con mucha infraestructura, por lo que hubo que improvisar mucho", relata Da Silva. "Además, también se evidenciaron las diferencias culturales porque, aunque hablamos la misma lengua, el entendimiento no era el mismo". "Y esta es otra de las cuestiones que afrontamos en la película, que nos puso de manifiesto que este desentendimiento tiene mucha vigencia en el presente".