"El director plantea una idea. Mi trabajo es potenciarla". Así define su trabajo la especialista Simone Grau, responsable de la dirección de arte y diseño de producción de numerosos títulos cinematográficos, entre los que destaca la filmografía completa del cineasta Lars von Trier. La artista, invitada especial en esta edición del Festival de Cine de Las Palmas, impartió ayer un taller intensivo sobre su especialidad en el Palacete Rodríguez Quegles, bajo el título La dirección de arte desde el punto de vista creativo, que culmina en esta jornada.

"El objetivo de un departamento de arte en el cine consiste, básicamente, en conseguir que las películas sean mejores", manifiesta Grau. "Nuestra misión es apoyar la historia del director y, sobre todo, señalar la dirección más acertada para dar forma a esa historia". La especialista atesora una larga trayectoria cinematográfica, en la que se adentró con apenas 20 años, en las que fueron sus primeras participaciones en las películas de Lars von Trier, a comienzos de la década de los 90. "He trabajado con Lars desde los 21 años. Y lo adoro, lo respeto y lo admiro", revela. "Nos conocemos desde hace 27 años y hemos trabajado juntos en todas sus películas y creo, honestamente, que es un genio, uno de los directores más interesantes que descubrir, porque siempre intenta explorar nuevos lenguajes y formas narrativas en su próxima película".

Para Grau, los mayores retos fílmicos que ha afrontado a lo largo de su carrera se corresponden, precisamente, con varios títulos del cineasta danés. En concreto, Melancolía, Nymphomaniac, Rompiendo las olas o Bailando en la oscuridad. "A Lars no le asusta retarse a sí mismo, lo cual no es nada habitual entre cineastas reconocidos que, por lo general, suelen hacer siempre la misma película", afirma. "Y aunque eso te plantea muchos retos desde el punto de vista creativo, la suya es mi manera preferida de trabajar, porque necesito trabajar con cineastas que tengan unapersonalidad y una visión claras, de manera que podamos trabajar juntos, escucharnos y contrastar impresiones para luego plasmarlos en la película".

En este sentido, Grau desgranó ayer las dificultades que han comportado los diseños de producción de películas como Dogville (Lars Von Trier, 2003), que se apoya en una escenografía reducida a la mínima expresión. "Dogville fue un gran reto, porque era algo completamente nuevo y se trataba de simplificar desde la nada", señala Grau. "Nunca había hecho nada parecido antes, pero fue desafiante e interesante tratar de buscar el equilibrio justo entre lo que sobrabra y lo que faltaba, de manera que funcionase y resultase mínimamente creíble para el espectador". "Ahora, cuando veo la película, siento que podría haber quitado todavía más cosas", admite, entre risas. En la actualidad, la especialista ultima con el cineasta los preparativos para el rodaje de The house that Jack built (La casa que Jack construyó), un thriller criminal escindido en ocho episodios que orbita alrededor de un asesino en serie.

Entre otras predilecciones cinematográficas, Grau también alabó las trayectorias de Bille August y David Fincher, con quienes ha trabajado en distintos proyectos. "Fincher es otro genio", afirma. "Tal vez no me identifique de una manera tan plena con su estilo narrativo pero, de igual modo, admiro mucho su manera de trabajar".

A este respecto, añade que "el cine es la suma de muchos aspectos". "Por eso, me resulta muy motivador trabajar con Lars", concluye. "Porque tiene una mente muy abierta para el diseño de arte, pero también tiene un talento especial para la dirección de actores; yo he trabajado con muchos actores y actrices interesantes, pero nunca los he visto florecer como lo hacen con él". "Por esta razón, el resultado de su trabajo es tan grande".