Quería romper con este artículo una lanza en favor del apartado más recóndito del festival: Banda Aparte. Entiendo que la mayor parte del público directamente desconozca dicha sección, aunque con algo de esfuerzo puedo imaginar una conversación del tipo: "Pues ahí ponen películas que están hechas con cachos de otras pelis, mira tú qué cosa". En efecto, este año (y no es la primera vez) Banda Aparte se centra en el cine con material encontrado, cine de apropiación, cine reciclado... O como se lo quiera llamar.

De entrada el concepto puede chocar, pero no debería desde el momento en que aceptamos que un disco de hip-hop con bases sampleadas venda millones de copias, o que un libro incluya citas de otros libros.

Aún así, sigue resultando complicado delimitar en el ámbito de lo audiovisual cuál es el equivalente del derecho de cita, lo cual suele condenar este tipo de trabajos a poco menos que la clandestinidad.

Y ya puestos, ¿qué puede dar de sí esto del cine de apropiación? En la sesión del jueves en la sala 7 del Monopol se vieron dos ejemplos made in Spain. Profanaciones, de Oriol Sánchez, divide la pantalla en tres, y por ahí desfilan a toda velocidad ráfagas de escenas de películas, pasadas a blanco y negro y maltratadas hasta quedar en ocasiones casi irreconocibles. Hay quien defiende que lo que realmente dirige el director de cine es la atención del espectador: Profanaciones reta a fijar la vista en varios puntos de la pantalla a la vez para seguir los juegos que se establecen entre las tres pantallas, y no en vano una de las películas homenajeadas (y a la que pertenece el fotograma final) es El hombre con rayos X en los ojos', de Roger Corman.

A su vez, la música de Joan Riera Robusté se fundía en sus pasajes más tenues con los acordes de alguna que otra canción de David Bowie provenientes de la sala de al lado (se proyectaba el documental Five Years dentro de la programación del Monopol Music Festival, que por cierto lo está petando). Y en este contexto, aquello era un feliz accidente más que una molestia.

Profanaciones representa entonces una vertiente abstracta y cercana al videoarte. Pero el cine de apropiación también es sátira y gamberrismo, y de eso hubo a raudales en el segundo trabajo proyectado, Fuera de serie, de María Cañas. Esta autora rescata el detritus televisivo de las últimas décadas (¿se acuerdan de Benny Hill?) y lo reconvierte en un arma para la agitación política y feminista.

En ese empeño, a María Cañas no le importa bordear el mal gusto, yuxtaponiendo la sintonía de la casposa serie Vacaciones en el mar con imágenes del por aquel entonces reciente (Fuera de serie se hizo en el año 2012) hundimiento del Costa Concordia. Pero lo cierto es que los medios de comunicación trivializamos a diario las catástrofes, así que nada que objetar, por mucho que duela que a uno le devuelvan el golpe.

Otra pregunta, para ir terminando: ¿Hasta qué punto es el cine de apropiación algo marginal? Si seguimos fijándonos en el Banda Aparte de este año, nos topamos con el imponente ensayo audiovisual Los Angeles Plays Itself, cuya exploración de los modos de representación de la ciudad de Los Ángeles en las películas de Hollywood daría para varias tesis doctorales.

Y uno de los integrantes del jurado del Festival este año de la Sección Oficial es Kogonada, autor de cortos que analizan la obra de Ozu o Bergman y tienen cientos de miles de reproducciones en Internet.

Pero dentro del cine de apropiación se incluyen asimismo los largometrajes de ciencia ficción de Craig Baldwin (quien fuera homenajeado por el festival en 2009 con una retrospectiva), y rasgos del género se encuentran dispersos en otros títulos de la programación de este año, como Le poids des ailes de Marine Discazeaux (mención especial del jurado de Canarias Cinema en la sección de cortos) o La extranjera de Miguel Ángel Blanca (dentro de la sección Panorama España).

Si me apuran, hasta los gifs de Travolta confundido tienen algo que ver con todo esto, así que, de marginal, nada.