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Entrevista

Ángeles Blancas: "No es ningún privilegio ser la única voz española que cante el siglo XX"

"Estamos en el peor país del mundo en cuanto a educación. Hay una incultura profunda", destaca la soprano española

Ángeles Blancas. JOSÉ CARLOS GUERRA

Se habla mucho de la importancia que tiene el libreto de Cocteau en esta ópera. Un hombre que, durante su vida, demostró ser bastante polivalente.

Era, sobre todo, un hombre culto y de gran temperamento. Gran pintor, fotógrafo, escritor o cineasta. Me da la sensación de que esta ópera es como autobiográfica. Que él vivió sus momentos y los ha transmitido así. Yo creo que La voix humaine es muy él. Es Jean Cocteau con toda rotundidad.

¿Podía destacar los momentos más intensos del montaje?

Desde que empieza hasta que acaba es un hilo conductor. No hay un solo momento en el que digas, bueno, es que aquí descanso. Está completamente unido. Una cosa lleva a la otra, es una cadena de acontecimientos formidables. Son cincuenta minutos a tope.

Esta ópera nunca se había representado aquí. Seguramente sorprenda al público grancanario acostumbrado a lo clásico.

Me parece muy bien que le sorprenda. Las sorpresas no son algo que haya que evitar. Hay mucha música buena que no se interpreta en España. Quizás no se ha representado aquí por el concepto o las ideas de los directivos que piensan que sólo hay que hacer ópera clásica, y que es una elección como otra cualquiera, pero que también es una pena. La voix humaine se representa bastante asiduamente en Europa. Es un título, que no es que se haga todos los días, pero está presente en los mejores teatros.

¿Cómo la definiría desde el punto de vista vocal?

Es un título en el que hay que hablar, cantar, gritar y susurrar. Es pura expresión dramática, teatro puro. Y la voz tiene que estar al servicio siempre de la acción.

¿Qué importancia tiene dentro del repertorio moderno?

No se considera como si fuera una excepción. Todo lo contrario. La voix humaine es parte de la música. Está ahí al igual que Wagner, Strauss, Smetana, o Dvorak. El abanico es infinito. No solo existe Puccini, Donizetti, Verdi y ya está. Si la música es buena lo demás no tiene mucha importancia. Tampoco es que sea un Halffter o un Debussy, que quizás sí sean para un público más específico.

Hace doce años intervino en este festival con Maria Stuarda.

Son muchos años. En aquel momento tuve que cantar en el Cuyás porque este teatro estaba en obras. Creo que la evolución es que se ha hecho más o menos lo mismo.

Usted se centra únicamente en el repertorio del siglo XX. ¿Cree que esto le da carácter?

Yo creo que debe haber carácter para todo. Pero sí, estamos hablando de obras de Wagner, Strauss y de músicos de Centroeuropa, con algún Puccini si me dejan, que me gusta mucho. Es música complicada, difícil, pero de una belleza incomparable. Es otro tipo de perspectiva mental. Acabo de hacer El caso Makropulos de Leo? Janacek? en Estrasburgo y es música sinfónica. La entidad de la persona que ha escrito esa obra le da igual escribir una sinfonía que una ópera. Es otra época, otra estructura musical, otras cabezas. Es consecuencia de una evolución social. Picasso evolucionó a un cubismo radical.

¿Y cómo ha sido esa evolución suya desde el repertorio clásico?

El cambio ha sido paulatinamente estos últimos cuatro años. Quise dirigir la voz hacia esos caminos porque me gustaba. Y me parece que es importantísimo. Es un mundo que me emociona, que lo interpretan solo cantantes americanas y alemanas, y una española que soy yo. La única, desgraciadamente, y no es que lo considere un privilegio. Todo lo contrario. Este repertorio está ahí y es algo que se debería enseñar más en los conservatorios porque es una música, en definitiva, trepidante.

¿Y por qué cree que las españolas no se atreven?

Porque estamos en el peor país del mundo en cuanto a educación. Hay una incultura profunda promovida por los medios políticos y las estructuras sociales y educativas. Las generaciones no se educan en el aire, hay que ponérselo fácil, crear lazos de unión con otros países, y más en una isla como esta, que es muy hermosa, pero está lejos. Hay que tener imaginación y hacer otras cosas. Que el Conservatorio tenga interés, al igual que los estudiantes. En Alemania hay ciudades pequeñísimas que todas tienen teatros con elencos y compañías estables y haciendo todas las óperas. Y la gente va a la ópera como va al cine, con horarios de hasta las tres de la tarde. Pero no sé si tiene solución lo que aquí pasa.

¿Y por qué es tan pesimista?

Porque este es un país en el que el fútbol es muy importante y no hay interés por la creación de estructuras. Tú mira la educación. Con las logses y las leyes en los institutos. Nadie se pone de acuerdo, no sale alguien que tenga cabeza.

Puede que estemos arrastrando aún la herencia de haber estado 40 años bajo una dictadura.

No tiene nada que ver. Hemos tenido una democracia. Todo se resume en el interés personal que puede desarrollar uno de coger un libro en vez de enchufar la tele durante cinco horas. Alemania salió del nazismo, salió de una experiencia aborrecible. Alemania se destruyó, y aunque la música para el cerdo de Hitler era una de las cosas más importantes de su vida, la música precisamente era algo que les liberaba y les ayudaba a salir adelante. ¿Cuántos cientos de miles de intérpretes maravillosos, de violinistas, pianistas, actores, estaban ahí y salían adelante de esa deshumanización a base de coger un instrumento y tocar?

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