Habitus refleja "con movimientos alternativos la rutina y los movimientos de la vida diaria". Así lo señaló ayer la bailarina y coreógrafa almeriense Mar Rodríguez, durante la presentación de esta obra, que se representa en la Sala Insular de Teatro los días 18 y 19 de marzo a las 20.30 horas, y en la que participa junto al bailarín grancanario Samuel Déniz. El montaje, que abre la segunda parte de la programación de esta sala en la presente temporada 2015-2016, forma parte del proyecto Residencia que surgió tras el triunfo de Rodríguez en la 20ª edición de Masdanza donde participó con Begoña Quiñones.
La coreógrafa reconoció que ha elaborado la obra partiendo de la idea de experimentar con los hábitos que nos hacen ser como somos. "Los bailarines tenemos patrones de movimientos que se repiten sin querer", apuntó, "que nos dan un poco de identidad pero que muchos tratan de obviarlos y yo quería reflexionar sobre eso". En su opinión, el montaje, a un nivel más conceptual, trata sobre lo que pasa cuando te planteas "la posibilidad de estarte quieto". Rodríguez reconoció que le interesaba trabajar con un punto de partida, aunque no con una narrativa concreta, sino en "ver cómo esa idea la puedes transportar la cuerpo", ya que "intentamos reemplazar las posturas o gestos cotidianos por respuestas alternativas del cuerpo".
Rodríguez, que ha tomado como referencia la obra del sociólogo y filósofo francés Pierre Bordieu, concibe el proceso de creación como una especia de laboratorio en el que pone al cuerpo ante la tesitura de tener que adaptarse y someterse a las diferentes variables que la rutina puede ofrecer. "Investigar y escudriñar todos esos hábitos que muestra el cuerpo, analizarlos, estudiarlos y cambiarlos es lo que pretende logra la obra", dijo. De este modo, Habitus se ha configurado a lo largo de dos semanas de "trabajo intenso" tanto en la Escuela de Natalia Medina como en la propia Sala Insular de Teatro.
Situaciones
En suma, se trata de someter al cuerpo a situaciones que no maneja porque no halla en ellas la costumbre, algo que no siempre resulta cómodo, y que, en teoría, "se aleja de la concienzuda y repetitiva técnica de la danza", dijo.
El bailarín grancanario Samuel Déniz, que estudió con la coreógrafa y bailarina en el conservatorio de la capital española, reside en Suiza desde que llegó a la conclusión de que su arte "no iba en serio" en su tierra. "Primero me fui a Madrid con 18 años para trabajar en la Compañía Nacional y luego estuve aquí con el intento fallido del Gran Canaria Ballet", recordó. Déniz reconoció que se marchó porque "vi que tenía que salir fuera", debido a que en España "es muy difícil decir 'soy bailarín y puedo vivir de esto", y apostó por quedarse en Suiza tras pasar por el ballet del Teatro de Lucerna, donde afirmó que trabajó durante seis años "en muy buenas condiciones".
Ahora en Basilea , el bailarín trabaja como freelance para experimentar creando espectáculos propios. Algo que ha querido alternar con colaboraciones con compañeros pero siempre bajo la premisa de "hacer creaciones donde tú puedes también aportar y no solo reproducir lo que alguien te pide",
El bailarín, nacido en Teror, recordó que, para ficharlo, Mar Rodríguez "primero me pidió que trabajara unos solos de improvisación donde yo, sin pensar mucho, trabajara los movimientos, y ahí utilizamos unos hábitos como mover los brazos de una manera especial, usar mucho la cabeza, y con gestos como un saludo o acercarte a dar un beso". Según Déniz trabajar con ella y con una fecha límite ha resultado muy fácil. "Ha sido muy intenso porque en cinco días hemos creado casi 25 minutos".
