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El Arte practica el deporte vernáculo

Un profesor de la ULPGC recopila las manifestaciones artísticas de los juegos tradicionales de las Islas, a través de autores como Felo Monzón, Antonio Padrón, Pepe Dámaso o Mirazo

Antonio Almeida en la Facultad de Ciencias de la Educación. JUAN CARLOS CASTRO

Localizar, estructurar, organizar y dar a conocer todas aquellas manifestaciones que hagan referencia a las relaciones entre el Arte y el deporte y los juegos tradicionales en Canarias, entendiéndolo como un elemento de diferenciación con otras culturas. Este es el objetivo del proyecto Los juegos tradicionales y el deporte en el Arte de las Islas Canarias en el que trabaja Antonio Almeida Aguiar, profesor del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación, y vicedecano de Internacionalización, Cultura y Participación de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

Almeida, que comenzó a trabajar en este proyecto hace unos años, ha localizado un gran número de obras en Gran Canaria fundamentalmente, así como en Tenerife y Lanzarote. De esta forma ha ido formando un archivo con pinturas, esculturas, y otros soportes como el barro... Pero dada la dificultad de continuar con el estudio en el conjunto del Archipiélago, por la fragmentación del territorio y la falta de financiación para sufragar los gastos de los traslados, ha retomado recientemente el proyecto que se focalizará exclusivamente en Gran Canaria.

"El objetivo final es alcanzar una obra con imágenes y textos, que ayudará a interpretar el significado de los juegos tradicionales y su valor social. Me interesa sobre todo el juego porque en el caso de Canarias ha representado y sigue haciéndolo, un elemento de cohesión social y de identificación cultural. La gente se reúne en torno a la lucha canaria, por ejemplo, el pueblo se identifica con esas prácticas. También me interesa ver como eso se manifiesta desde lo plástico, lo estético, porque el juego y el deporte ha sido punto de interés para los artistas a lo largo de la historia".

El estudio revela la afinidad de los canarios y su identificación con muchos juegos tradicionales, "es verdad que algunos se han deportivizado, se han institucionalizado, pero en cualquier caso siguen practicándose de manera lúdica, sobre todo en los centros educativos", apuntó el profesor de la Universidad de Las Palmas.

Almeida diferencia el juego del deporte en el carácter lúdico del primero frente al institucional del segundo. "Desde que entras en una federación, competición, reglamentación..., ya hablamos de deporte, mientras que los juegos tienen un componente más lúdico. No obstante, la diferencia entre ambos son sutiles", indicó el investigador.

El trabajo, que ya ha sido presentado en seminarios, coloquios y congresos científicos, cataloga las prácticas lúdicas tradicionales en Canarias en dos etapas, atendiendo a la clasificación realizada por Hernández, Castro y Navarro en 2003. La primera etapa recoge las actividades aborígenes propiamente dichas, desde la lucha canaria, palo canario, salto del pastor, levantamiento y pulseo de piedras, lanzamiento y esquiva de piedras, salto de vara y carreras.

La segunda contempla los juegos introducidos a partir de la conquista del Archipiélago, la vela latina canaria, pelota mano, bola canaria, pina, carreras de caballos, sortijas, arrastre de ganado, levantamiento del arado, riego al calabazo, tablas de San Andrés, carros de madera, cucaña y tángana.

En lo que respecta a las actividades aborígenes, las principales representaciones artísticas fueron la lucha canaria y el juego del palo. "Además de los numerosas descripciones que desde la época de la conquista se han realizado sobre la lucha, una de las primeras manifestaciones plásticas se localiza en el artesonado de la capilla del Señor de la Piedra Fría, en la Parroquia de San Francisco en Santa Cruz de La Palma, del siglo XVI. También hay una pieza de belén de terracota, del siglo XIX, de lucha canaria, propiedad de una familia de Teror.

Felo Monzón, de la Escuela de Luján Pérez, tiene una serie de pinturas que realiza en torno a este deporte, que se identifica con la corriente indigenista, "pero no sólo representa la lucha canaria sino que además lo envuelve en un círculo, una figura geométrica perfecta, y utiliza elementos propios de la cultura canaria, del ámbito agrario, el drago, la tunera, la pita, las casas... forman parte de la construcción del espacio que remite al ser humano, al hombre".

El pintor galdense Antonio Padrón, el "último indigenista", realiza un óleo sobre tabla en 1960 titulado La Luchada, que representa el juego como potenciador de la identidad de un grupo social, favoreciendo los sentimientos comunitarios. "El indigenismo no es otra cosa que identificarnos estéticamente con respecto a otros contextos que se estaban dando en La Península".

Otro ejemplo es la obra de Pepe Dámaso, La Pietá (1988) de su serie La Lucha. "La posición de los luchadores recuerda el tema iconográfico religioso que le da nombre, de esta manera Dámaso vincula lo lúdico a lo religioso, a lo ritual".

La pintora Mercedes Mariño, Mirazo, realizó en los años 80 una serie de cuadros en torno a la vela latina, como es el caso del díptico Recuperando (1998). O el óleo sobre tabla de Manolo Ruiz Vela Latina (1996), que nos sitúa en el contexto geográfico donde se realiza, en el barrio capitalino de San Cristóbal.

El trabajo identifica esculturas como la del artista palmero Fernando Mena, Tegueste, cuna del vernáculo (1994) realizada en bronce, que refleja la lucha como algo innato en el hombre, "donde no se sabe quien va a vencer o a perder en cada instante, de ahí la tensión en equilibrio entre los luchadores".

La escultura se hace eco de otros deportes, como Salto del pastor, de Sebástian Navarro, situada en Agüimes; el homenaje de Javier Gazapo en Telde (2002), al maestro Paquito Santana por su labor de promoción del garrote canario; el Levantamiento del arado, de Manuel Bethencourt (1996); o la escultura alegórica al Faro de Maspalomas a la entrada de Telde, que representa el momento del levantamiento del arado con las piernas en equilibrio, flexionadas.

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