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Cine Entrevista

"La conquista de América es el western del cine español"

"Canarias tiene, hoy por hoy, todos los ases para convertirse en destino de rodajes de forma permanente", asegura el productor Enrique López Lavinge

José Coronado, en primer término, y Raúl Arevalo, en 'Oro'. LP / DLP

Enrique López Lavigne es, con su productora Apaches Entertainment, uno de los productores de cine de mayor prestigio en España. Su carrera está ligada a nombres como Juan Antonio Bayona (Lo imposible, 2012; Un monstruo viene a verme , pendiente de estreno); Julio Médem (toda su filmografía desde Vacas (1992) hasta Caótica Ana (2007), incluyendo La ardilla roja (1993) y Lucía y el sexo (2001); Javier Fesser (La gran aventura de Mortadelo y Filemón, 2003); Isabel Coixet (A los que aman, 1998); Daniel Calparsoro (Guerreros, 2002), Eduardo Chapero-Jackson (Verbo, 2011); Nacho Vigalondo (Extraterrestre, 2011; Open Windows, 2014); y Javier Ruiz Caldera (Tres bodas de más, 2013). López Lavigne, además, está ligado a dos cineastas clave de Canarias: Juan Carlos Fresnadillo, a quien ha producido todos sus largometrajes (Intacto, 2001; 28 semanas después, 2007; e Intruders, 2011) y Mateo Gil, con quien colaboró en su primer corto, Allanamiento de morada (1998), y a quien produjo su primer largometraje, Nadie conoce a nadie (1999).

El productor español ha estado rodando en Canarias estas semanas pasadas la película Oro, que suponen la vuelta al cine del director Agustín Díaz Yanes ocho años después de su última película. Está basada en un relato corto homónimo inédito del escritor Arturo Pérez-Reverte inspirado en la expedición de los conquistadores españoles del siglo XVI Lope de Aguirre y Núñez de Balboa. Ambos soldados de fortuna iban en busca de la mítica ciudad El Dorado que, según se creía, estaba hecha completamente de oro.

El rodaje de Oro, además de en Canarias, transcurrirá también en Andalucía, Panamá y Madrid. El elenco del filme lo forman, entre otros, Raúl Arévalo, Bárbara Lennie, Óscar Jaenada, José Coronado, Antonio Dechent, José Manuel Cervino, Luis Calleja, Juan José Ballesta y Juan Diego. Oro es una producción de Apache Films, Atresmedia Cine, Telefónica Studios y Sony Pictures España. Tiene previsto su estreno en 2017.

La película se ha rodado durante algo más de dos semanas en diferentes localizaciones de los términos municiales de Santa Cruz de Tenerife (en pistas forestales del Macizo de Anaga, en zonas de Ijuana, camino de Las Vueltas, pista de Las Hiedras e Hija Cambada) y Güímar (en el barranco de Badajoz). López Lavigne también aprovecha la estancia en Tenerife para buscar localizaciones para otra película. El productor no desvela sueños futuros. "Los sueños, si los cuentas, se evaporan, prefiero guardármelos para mí".

Hablamos un día en que ha vuelto a estar en el mismo lugar donde hace dieciséis rodó Intacto

Para un director de cine es importantísimo contar historias que le son cercanas a través de paisajes que también lo sean. Intacto es una película caleidoscópica, muy querida para su director porque con ella revisitaba sus paraísos, lugares que habían sido muy queridos en su infancia.

Ha escrito que Juan Carlos Fresnadillo se adelantó con Intacto a cineastas como Christopher Nolan (Batman Begins, 2005; Interstellar, 2014). Estos días se ha anunciado que el director canario prepara una nueva película, Haunted, producida por Steven Spielberg e inspirada en la novela IntactoBatman BeginsInterstellarHauntedOtra vuelta de tuerca

Juan Carlos es, de alguna forma, un director poco conocido para el público español. Tiene una primera película magnífica, que es Intacto, pero sus inquietudes le han llevado a moverse por escenarios más allá de su propio país. Esto le ha hecho más desconocido que otros cineastas que quizás llevan menos tiempo y menos películas -y menos éxito, por supuesto-, pero que han conseguido fidelizar a un tipo de espectador que sigue el cine español. Fresnadillo es un cineasta quimérico que seguirá moviéndose por los países que precise para encontrar sus historias.

El tinerfeño está entre los cineastas españoles que se lanzaron a buscar a un público internacional haciendo películas más allá de nuestras fronteras y rodadas en inglés.

Todo lo que se hace hay que valorarlo con el paso del tiempo. Hubo una hornada de cineastas globalizados no ya solamente por el idioma, sino, sobre todo, por las historias que querían contar. Buscaron hacer películas que se apartaban de los temas que solían desarrollarse en el cine español. Estas cosas tienen mucho valor, porque, cuando se hace algo nuevo, saliéndose de lo que es habitual en el entorno, y encima con un idioma nuevo, es muy fácil caer en el ridículo. No es nada sencillo, creo que esto es algo que no se tiene suficientemente en cuenta. Estos pioneros, generación a la que pertenezco, compartimos un idioma que es universal, el del cine, y una inquietud superior, que es la de contar historias. Esa etapa que empezó en la década de los 90 la veo con mucha nostalgia y la sensación de que ha abierto muchos caminos. Creo que estos cineastas, desde Alejandro Amenábar hasta Juan Antonio Bayona, han quedado fijados a una condición de cineastas universales, no solo españoles. Y son cineastas como la copa de un pino, un pino canario en el caso de Juan Carlos Fresnadillo.

¿Qué opina de las críticas que ha habido en nuestro país hacia ese cine español con historias internacionales rodado en inglés.

Me parece que una industria que se siente amenazada con la incorporación de nuevas ideas y fórmulas está condenada a repetirse. De la misma manera, no hay que generalizar con la idea de que el idioma mejor para llegar a un alto número de espectadores es el inglés. Como todo, lo importante es desarrollar una carrera desde la más profunda honestidad. Los que lo hacen merecen todo el respeto y, sobre todo, todo el apoyo, de la industria y la administración.

Es usted además productor de Julio Médem, cineasta de referencia del cine español de los noventa y los primeros 2000.

Y especialmente orgulloso de las películas que considero sus mejores, La ardilla roja y Los amantes del círculo polar. También de Lucía y el sexo, la más popular de su filmografía. Me gusta empezar con gente, dar oportunidades, aunque eso también tenga una carga de penalización, porque hoy en día la administración no acompaña mucho a los nuevos realizadores. Pero sigo apostando por ellos. Ahora mismo preparo una película, La llamada, con Javier Calvo y Javier Ambrossi, sobre el musical que ellos estrenaron con mucho éxito en teatros. Otro caso es Gerardo Herrero, un nuevo realizador, con el preparo Maus. Si hablamos de Toro, ahí también hay un nuevo director, Kike Maíllo, totalmente talentoso y que, por cierto, rueda estos días un spot publicitario de Canarias en Tenerife. Pero también valoro el talento reconocido. Es el caso de Oro, con Agustín Díaz Yanes, un director que no había tenido oportunidad de volver al cine desde hace ocho años.

¿Qué opinión le merece el cambio de modelo de las ayudas al cine en España, con unas ayudas llamadas selectivas, con 6 millones de euros a películas de menos de 1,8 millones de euros, y otras llamadas generales, dotadas con 33 millones de euros, para las películas de presupuesto medio y alto, normalmente apoyadas por las grandes cadenas televisivas?

Se ha intentado estructurar un modelo que tenga sentido sin hacerlo necesariamente dependiente de un comité de valoración. Es decir, que de forma más objetiva, aportando una serie de documentos, estos aporten credibilidad a las posibilidades de financiación y ejecución de la película. Por ese lado, la ley me parece ejemplar, aunque tiene matices que mejorar. Por el lado de la eterna discusión sobre quién da más garantías, si los productores con una carrera consolidada o los que son nuevos, la controversia es lógica. Cuando yo empecé hace veinte años tuve que hacerlo con productores instalados en la industria. El asunto es complejo, pero este año es el primero del nuevo modelo. Soy optimista, confío en que la norma se vaya perfeccionando año a año. Dicho esto, hay que entender que no necesariamente las películas que tienen más ases para ser buenas acaban siendo las mejores, las que mejor funcionan en festivales y salas. En el cine dos y dos no suman cuatro.

¿Se considera un productor independiente?

Soy un productor que suele alternar películas grandes con las televisiones privadas, con las que mantengo una excelente relación, con películas muy pequeñas, que no tienen ese apoyo, sino en todo caso el de Televisión Española o, incluso, que se realizan fuera de los márgenes de la industria. Intento estar incorporado a una película como Lo imposible, las de Juan Carlos Fresnadillo o, recientemente, Oro, y, al mismo tiempo, estar en Gente en sitios (2013), de Juan Cavestany, que tuvo un presupuesto de 15.000 euros. Procuro recordar también a quién le debo el prestigio, poder seguir siendo productor, y es básicamente a los nuevos realizadores, a la gente que empieza.

Lo pregunto porque noto que el término independiente se usa con ligereza en España. Los únicos productores que no lo son en nuestro país son los que trabajan a sueldo de las cadenas de televisión o la principal operadora de telefonía.

Así es. En España todos los demás productores somos independientes. El uso del término para referirse a productores de un cine de vocación minoritaria o de muy bajo presupuesto es maniqueo.

Hablemos de Oro

Como dije antes, cuando haces una película siempre intentas reivindicar algo que te sea cercano. Por otro lado, también quieres descubrir algo nuevo a los demás. La idea de volver a Canarias me sirve para reivindicar ese bosque subtropical de Anaga, que es un patrimonio, independientemente de que, además, represente al imaginario que tenemos sobre lo que es una selva. Lo principal aquí es lo que nos ha dado Canarias. Como decía el otro día Agustín Díaz Yanes, la Islas nos han dado mucho más de lo que esperábamos. Desde el punto de vista de las infraestructuras, los elementos paisajísticos, la tranquilidad, la luz, todo eso ha sido importante en la decisión de venir. Por supuesto que son cosas que otros compañeros productores como Adrián Guerra e Ibón Cormenzana me habían recomendado. Y ha salido todo estupendamente, no podíamos haberlo hecho mejor.

Es una película de ocho millones de presupuesto. ¿De las más ambiciosas de su carrera?

Esos ocho millones incluyen la comercialización, entre otros, el lanzamiento de las copias y la publicidad, elementos que hoy en día son inherentes a la producción de una película. Pero no me gusta el término ambicioso, deposito esperanzas en todas las películas, desde la más pequeña a la más grande. Lo que sí es cierto es que aquí hay una historia que es nuestro western español particular, la historia de la conquista de América, con su leyenda negra incluida, de la que hemos huido, seguramente para no encasquillarnos, a meternos en camisas de once varas, yo diría que por miedo. Con Oro suelen buscarme comparaciones con El renacido (Alejandro González Iñárritu, 2015), película magnífica de 140 millones de dólares. Nosotros estamos rodando nuestra historia por una cantidad que no representaría ni cuatro días de ese rodaje. Frente a eso es difícil competir, estamos en otra esfera y trabajamos de otra manera. Haremos una película más fordiana y, sobre todo, más de Díaz Yanes, sobre su visión del ser humano, que es lo que realmente me interesa. Poder contar con alguien como Agustín Díaz Yanes, al que sigo y admiro desde Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995), es algo que también ha aportado mucha fe a este proyecto.

La película está basada en un relato corto inédito de Arturo Pérez-Reverte.

Los relatos cortos tienen grandes posibilidades. Por ejemplo, pueden servir para contar grandes cosas. Oro es una película que quiere volver a los clásicos, al cine como se hacía antes, de personajes, y al cine que, además, tiene al paisaje como otro personaje más. Hay algo naturalista, humanista, en todo esto que a mí me parece muy atractivo.

La selección de actores y actrices es potente.

Es un casting kilométrico, poderoso, grande, y seguramente no el típico, en eso hay que decir que Antena 3 ha confiado mucho en nosotros. Pero es una aventura como cualquier otra película, aunque sí es verdad que más complicada que las diseñadas de una forma más tradicional. Aquí no tenemos referentes anteriores, ni El Dorado (Carlos Saura, 1988), ni La misión (Roland Joffé, 1986). Estamos hablando de una película que trascurre en los territorios fronterizos en el momento en que estos soldados de fortuna abandonan su país para embarcarse en una aventura a lo desconocido. Para nosotros, como equipo de rodaje, de alguna manera también es lo mismo.

Incentivos, localizaciones y seguridad son las claves del 'boom' de rodajes que están viviendo las Islas Canarias desde hace siete años.

Hace dieciséis años me vine con Intacto y la gente me preguntaba cómo es que me iba tan lejos, a un lugar sin infraestructuras, donde todo es más complicado y más caro. Las siete Islas tienen cada una su personalidad, a algunos técnicos los he visto crecer, otros son absolutamente nuevos y se han incorporado a esta hornada. Son muy buenos. Finalmente los productores españoles hemos sido los últimos en incorporarnos a los rodajes en Canarias, detrás de los americanos y europeos. Los incentivos fiscales son las que han dado cuerpo a esta moda. Las localizaciones son las que determinan el diseño de una película. Y la seguridad está en la mente de los americanos como razón principal, no tengo la menor duda. Así que Canarias tiene, hoy por hoy, todos los ases para convertirse en destino de rodajes de forma permanente.

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