El director y dramaturgo Alfredo Sanzol, uno de los autores más relevantes del teatro español, desembarca en el Cuyás para ofrecer dos pases, viernes y sábado, de La calma mágica, una propuesta que tuvo que ser aplazada en la agenda del espacio escénico capitalino por la muerte del actor protagonista Aitor Mazo, al que dedican la obra.

Para Gonzalo Ubani, director artístico y responsable de la programación del Teatro Cuyás, esta es una obra y un autor que ningún "teatrero" de Gran Canaria debería perderse. Además, tras definirlo con un, "viva lo impensable" se apoyó en las narraciones NBA de Ramón Trecet para aconsejar: "dejen todo lo que sea que estén haciendo y vean esto, porque Sanzol es seguramente lo más interesante y original que hay en el teatro español en estos últimos tiempos".

Este autor pamplonés, cuya versión de Edipo pasó recientemente por el Cuyás, es uno de los dramaturgos más relevantes de la escena contemporánea. Su carrera está definida por el riesgo de sus propuestas y por un reconocimiento pleno del sector que se tradujo en tres Premios Max consecutivos al mejor autor en castellano y un buen número de nominaciones. En la luna (2013), Sí, pero no lo soy (2008), Días estupendos (2010), Delicadas (2010), En la luna (2011) y Aventura (2012) son algunas de sus principales obras.

La calma mágica está producida por la compañía vasca Tanttaka Teatroa y el Centro Dramático Nacional. El elenco está formado por Iñaki Rikarte (Oliver), Mireia Gabilondo (La jefa), Aitziber Garmendia (Olivia) Martxelo Rubio (Martín) y Victoria Rogado (abogada). Esta "comedia regalo", según la definió el autor, nació con la intención de curar su duelo por el fallecimiento de su padre y se construyó "pensando en lo que a él le gustaría ver en escena", y a partir de la investigación con los actores sobre una primera versión antes de redactar la obra definitiva.

La comedia está presente, con gran peso en la trama, en la mayoría de sus creaciones. "Me interesa trabajar con el humor porque me sirve de protección ante el dolor. Es la manera con la que yo intento gestionar el dolor. Sirve para distanciarte del dolor, para superarlo y para protegerte, pero tarde o temprano tienes que pasar por ese dolor porque si no se convierte en sufrimiento", expuso.

La atmósfera de este título parte de lo fantástico. "No hay nada más real que la muerte por eso se convierte en lo menos verosímil; en un viaje alucinatorio". La trama de La calma mágica sitúa a Oliver (que interpreta Rikarte), tras la muerte de su padre y con el deseo de cambiar de vida, por lo que acude a una entrevista de trabajo. En esta, su posible jefa le entrega un hongo alucinógeno. Comienza un viaje onírico y la obra se convierte en una muñeca rusa en la que se destapan distintos planos de realidad, alucinación y sueño. "Los sentimiento, emociones y energías de los personajes están siempre conectados con sus vidas, porque en los sueños, en las fantasías o en los recuerdos uno no es menos humano que en la vida real", apuntó.

Sanzol ha recibido ofertas del cine y la televisión, pero las ha descartado "porque estoy enganchado a la emoción del directo".