Hubo un tiempo en que la música se hacía desde el pulso y el tempo que marcaban las emociones. Todo teclas, trastes, platillos, bombo y cuerdas. Nada programado ni sampleado. En ese universo, en formato analógico, sin mentiras ni engaños digitales, se ubica el imaginario sonoro de Alan Parsons, historia viva del pop-rock melódico que ayer ofreció todo su repertorio de clásicos básicos ante 2.200 personas en el Gran Canaria Arena.

El segundo capítulo del ciclo de directos de Gran Canaria Rock Festival triunfó entre un público maduro y curtido en mil batallas, como un apoteosis de recuerdos ochenteros. Porque Alan Parsons suena a un tiempo muy concreto. Los suyos son los ecos de un pasado de enorme esplendor, pero cuyos éxitos perduran en el latir del corazón de una legión de seguidores. Ayer, el ingeniero, productor, compositor y leyenda, volvió a reinar en la Isla diez años después de su última visita, con un espectáculo de 17 temas que rozó las dos horas de duración y que acabó con un público absolutamente entregado y dos bises míticos: Don´t let it show, del I Robot de 1977 y Games people play, del álbum de 1980 The turne of a friendly card.

A las 21.30 horas se apagaron las luces del Gran Canaria Arena. Sobre el escenario, con un backline de Fenders, Washburns y Gibsons, apareció, con una sonora ovación la figura espigada de Alan Parsons. Su look no podía ser más ilustrativo: vaqueros, bufanda y una chaqueta americana de cuadros azules que bien podría haber sido parte del vestuario de Alf, Cheers o El gran héroe americano. Junto al mito, que se sitúo en una suerte de púlpito, se posicionaron ocho músicos: dos cantantes, tres guitarras, un teclado, un bajo y un batería.

El repertorio de clásicos se inicio con I robot, single principal que el músico e ingeniero de The Beatles y Pink Floyd dedicó de manera conceptual a la figura de Isaac Asimov. El público estuvo entregado a la sensación de estar ante un capítulo relevante en la historia de la música contemporánea y uno de esos nombres, como Peter Gabriel, Mike Oldfield o Brian Eno (que produjo Turn of a friendly card) que crearon tendencia en la década de 1980 y permanecen como padres de los sonidos de la actualidad. Cada uno de los temas que propuso el artista, compositor e ingeniero -entre otras cosas- revivía, un episodio de la historia reciente: desde aquellos que relacionan el Sirius instrumental con los legendarios Chicago Bulls de Michael Jordan a los que encuentran en The Raven el origen del uso actual, aunque primigenio, de sintetizador y moduladores de voz.

Siguieron Damned if i do, Don´t Answer me, Breakdown/Raven, Time, Wouldn´t wanna be like you, Turn of a friendly card, Dr. Tarr & Prof. Fether, Old & Wise, La Sagrada Familia, Days are numbers, Limelight, Prime Time, Sirius y un Eye in the Sky que fue acompasado con palmas desde la grada del Gran Canaria Arena antes de entrar en el territorio de los bises. Solo la presencia imposible de Eric Woolfson, socio de Parsons y fallecido en 2009, podría haber mejorado la noche. La próxima cita está en Arona este viernes y el sábado con la acústica volcánica de los Jameos del Agua.