El diálogo silencioso que sostiene Martín Chirino con el hierro, la llama y las pavesas en la intimidad del proceso creativo ha cristalizado a lo largo de 45 años en el objetivo de Alejandro Togores, quien plasmó ese tiempo detenido en 45 imágenes reunidas en la muestra Martín Chirino, el herrero fabulador. Esta selección fotográfica refleja "ese silencio, ese trance, esa forma de estar y de moverse cuando Martín se sumerge en su quehacer artístico", apuntó ayer el artista audiovisual durante la inauguración.

Tras su reciente exhibición en el Parlamento de Canarias, la exposición recaló ayer en el Castillo de la Luz, sede de la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino, con la presencia del retratista y retratado, junto con el director de Canaragua, José Juan González, vinculada a la Fundación Acuorum, que esponsoriza los catálogos.

El recorrido fotográfico de El herrero fabulador comienza en 1971, con secuencias en blanco y negro en el madrileño estudio de El Yunque, en San Sebastián de los Reyes, donde el silencio íntimo empaña la forja de espirales y alfaguaras. "Aquel año, Chirino estaba realizando Lady Tenerife en un taller y un amigo común me pidió que retratara su proceso de creación, para conservar el recuerdo", rememora Togores. "Chirino ya era entonces un personaje universal y, con el tiempo, yo acabé siendo su discípulo, lo cual propició que pudiese ser testigo de distintos momentos significativos en su carrera como escultor". "Ahora, esta exposición nace como un acto de admiración".

La serie de fotografías continúa desandando la trayectoria de Chirino a lo largo de cuatro décadas -la mitad de su vida, pues acaba de cumplir 91 años-, y descubre al escultor dibujando aeróvoros en el suelo de su taller o en uno de sus múltiples viajes a la Galería de la Academia, en Florencia, para contemplar el David de Miguel Ángel. "Tal vez sea esta la imagen en que mejor me reconozco", admitía ayer el escultor. "Mi admiración por Miguel Ángel es suprema, su contemplación me ha aliviado siempre en medio de las preocupaciones". Pero para Chirino, "estas fotografías reflejan una gran complicidad entre dos artistas a través del tiempo y, para mí, es muy importante, porque yo tengo que vivir siempre dentro del mundo de la creación".

Fotografías de pausas entre espirales, del bálsamo del trabajo acabado, de pensamientos anotados en la pizarra, como el shakesperiano All the rest is silence, se suceden en imágenes hasta el tramo final, que culmina con el escultor en los jardines de la Fundación a la que da nombre. "Esta selección de fotografías nunca ha pretendido ser otra cosa que reflejos de lo que estaba aconteciendo", manifiesta Togores. "Nace de una serie de casualidades que me permitió estar ante Chirino como un objeto más, para fotografiarlo sin que me interrumpiera, en mitad de ese silencio". Togores reflexiona sobre ese silencio elocuente, "que siempre me producía sorpresa y asombro, y que intenté reflejar sin artificios, sin modificaciones ni sofisticaciones, sin apenas luz en taller".

Para el artista, es en este silencio donde "nace la fábula". "Mientras hablábamos sobre las peculiaridades del hierro y los herreros, Chirino se definió: El herrero fabulador soy yo...". Y así lo recoge el documental Martín Chirino, el escultor de hierro, que realiza el propio Togores, cuyos fragmentos pueden activarse mediante códigos QR para arropar las distintas fotografías.