"Quiero que sientan que Clara Muñoz está con nosotros". Eran las palabras con las que la galerista Saro León daba la bienvenida a "un público maravilloso" y numeroso que asistió anoche a la inauguración en la sala de la calle Villavicencio de la exposición Dos amigos, una retrospectiva de la obra selecta de Juan Hidalgo (Las Palmas de Gran Canaria, 1927) presidida por la ausencia de la comisaria y crítica de arte y arquitectura Clara Muñoz, fallecida en diciembre pasado.

Este proyecto expositivo ideado en su día por Clara Muñoz y Saro León para exhibir una serie de piezas de Hidalgo, diez obras y una instalación, derivó en un abrazo colectivo desde lo privado a Muñoz, como bien recordaba anoche su pareja, el músico y arquitecto Juan Espino, y Saro León.

Antes de que el público buscara acomodo en la sala, con un nutrido grupo que hizo de la calle la prolongación natural de la galería, y descubriera obras como La Barroca Alegre y La Barroca Triste, El grancanario, Hombre, mujer y mano, Dientes sobre el mantel, Algo kitsch en mi vida, WC o Lila y verde, hubo tiempo para buscar la mirada y el saludo de Juan Hidalgo, que por razones de salud permaneció sentado la mayor parte del tiempo. Una inauguración de tremenda carga emocional que propició el encuentro de Juan Hidalgo con Martín Chirino, y con otros tantos artistas e intelectuales que no quisieron faltar a este acontecimiento presidido por la última obra de Hidalgo: la instalación Los amores de Clara, el piano cubierto con las banderas grancanaria y republicana, entrelazadas a modo de abrazo perpetuo.

Junto a los protagonistas de la noche, el artista presente y la crítica y comisaria a la que se evocaba en cada gesto, estaban Elvireta Escobio, el director de la Fundación Chirino, Jesús Castaño; el subdirector de programación de la Fundación Auditorio y Teatro, Manuel Benítez; los artistas Rafael Monagas, José Ruiz, Luis Sosa, José Rosario Godoy, Teresa Correa, Ricardo Cárdenes, la cineasta María Miró, entre otros, además de numerosos amigos de Juan Hidalgo, Clara Muñoz y de la anfitriona Saro León.

Las palabras de Saro León dieron paso a la música de Astor Piazzolla, Vuelvo al sur, interpretada al piano por Juan Espino, su hija Laura al violín y José Ruiz modulando la voz, una pieza querida por Hidalgo y su pareja Carlos Astiarraga; y 4'33", de John Cage, que ejecutó el propio Juan Hidalgo, "un hecho histórico", según decía Juan Espino antes de la inauguración, en un gesto hacia el maestro musical de la repetición y el silencio.

Y si alguien trazó anoche una certera definición de Juan Hidalgo y la necesidad de volver y reivindicar su extenso trabajo fue Julio Pérez Manzanares, historiador del arte, que acaba de defender una tesis doctoral sobre la obra de Juan Hidalgo en la Universidad Complutense, dirigida por Estrella de Diego, y que no quiso faltar a la inauguración. Según dijo, "Juan Hidalgo es un poeta raro con esa mezcla de lenguajes y una base musical aplicada en toda su obra y es necesario volver la cabeza hacia él desde el punto de vista artístico, sobre lo que hizo y cómo lo hizo desde mediados de los 50 como pionero del arte experimental en España, en lo individual como en el colectivo Zaj".