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DANZA ¿Cuál es mi nombre...?

Yo seré tu espejo

Yo seré tu espejo

Tras tres mañanas haciendo dobletes para casi dos mil quinientos escolares, los bailarines Iván Montardit y Greta Jonsson volvieron a subir la tarde de ayer al escenario grande de la calle Viera y Clavijo, pero esta vez, para bailar ante un público formado por grandes y pequeños. Lo hicieron para representar de nuevo una obra que puede tomarse como un ejemplo muy logrado de la conjunción entre el deseo de educar y la ilusión por ofrecer espectáculos con una calidad estética equiparable a la que esperamos encontrar en las funciones para adultos. Obras como ¿Cuál es tu nombre...? nos permiten comprender el significado del lema que sirve de brújula a los proyectos creativos de la compañía fundada en 1999 por el bailarín Omar Meza. Él ha elegido ahondar en la función socializadora del arte y esta vez lo hace con una obra que aspira a inculcarnos -o recordarnos- que cada uno de nosotros tienen el don de reflejar el mundo desde una perspectiva única y cambiante. La mañana del día de la función, este coreógrafo mexicano afincado en Granada impartió un taller para bebés llamado Danza emocional, tu hijo y tú. Allí se presentó recordando a los padres de las criaturas que no tenía sentido renunciar a la experiencia de acudir al teatro con los más pequeños. Es cierto. Tanto en los talleres como en las funciones de Da.Te. Danza se descubren nuevas oportunidades de encuentro entre los miembros de la familia, y se crean las condiciones para que sea posible recuperar aquellos espacios de intimidad que hemos perdido, o para descubrir modos de estar y sentir que no habíamos experimentado antes.

En esta pequeña obra mayúscula se armonizan, como en los clásicos del ballet, danza y pantomima, para presentar un drama con final feliz que se desarrolla ante nosotros con la naturalidad de una tarde de juegos infantiles. En ¿Cuál es mi nombre...? no encontramos esos momentos en los que, al pasar de un gesto a un paso de baile se corta el ritmo de la acción, y el espectador se desvincula del universo imaginario creado por la conjunción de la escenografía, la interpretación, el espacio sonoro... Nada de esto sucede porque la intención ha sido bien trabajada, y una actitud lúdica recorre la obra desde el principio hasta el final. Los gestos y muecas de los bailarines no traicionan a sus niños internos. ¡Esto tampoco sucede! Qué alivio sentimos cuando nos liberamos, un poco después de comenzar la obra, del temor a que alguno de ellos caiga en la afectación. Pero en ¿Cuál es mi nombre...? no se recurre a estrategias superficiales para captar la atención del niño.

Iván Montardit no se traiciona cuando gira la cabeza para expresar con rotundidad que no quiere mostrarse ante ella, la niña que insiste en jugar con él; cuando expresa angustia, alegría o arrojo. Y tampoco lo hace ella en esos contados momentos en los que verbaliza algunas palabras y nos divierte y emociona con una voz aniñada que recuerda a la que emplean muchos amantes. Greta Jonsson ha sabido dejar salir de ella ese tono entre impertinente y tierno con el que le recuerda a él qué no va a conseguir aburrirla, que seguirá ahí. "Te veo, te veo entero", le decía arropada por un espacio sonoro que, durante toda la función, apoya los cambios que van dando sentido a ese encuentro especial entre dos niños.

Es muy posible que la última parte de la obra comience con algunas palabras pronunciadas también por ella. Podía sentirse que algo culminaba allí. Y no andábamos desencaminados, por que, lo que vamos a describir, sucede justo antes de que él se desprenda de sus últimas inhibiciones y acepte la invitación a vestirse como ella, con un traje rojo que se suma al rojo de las pantallas que cubren esas lámparas de pie que flanquean la escena. "Tú, persona indefinida, ser artificial o amapola", dice ella con una irónica solemnidad. Él permanecía con el rostro oculto bajo esa pantalla que irradiaba una luz de gineceo. Nos habríamos quedado con las ganas de que la declamación continuara si no fuera porque el poema -ya lo habíamos comprendido a esas alturas- era la obra entera. En ¿Cuál es tu nombre...? todos los elementos se armonizan de acuerdo con el viejo principio de que más es menos. Y lo que nos pone claramente sobre la pista es ese uso tan medido, tan evocador, de la palabra. Solo quedaba que los títulos de crédito se sucedieran acompañados por la voz de Nico cantando "Seré tu espejo / refleja lo que eres". Pero esto no era cine, ¡sino danza teatro!

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