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Entrevista

González: "El miedo a una nueva vida puede ser el mismo que el miedo a la muerte"

"Vivir al borde del precipicio durante años es el verdadero mérito, pero a veces no lo sabemos", afirma el escritor y autor de 'Todos los miedos'

El escritor Miguel Ángel González. LA PROVINCIA / DLP

Todos los miedos ahonda en los mecanismos internos con que afrontamos el dolor. ¿Cómo surge esta novela?Todos los miedos

Todos los miedos nace del interés que tengo por el miedo como tal y por las cosas que nos impiden avanzar o tomar decisiones. Este es el germen de la historia, que coloca a dos personas ante situaciones muy complejas y donde cada uno se verá bloqueado por el miedo a lo que va a ocurrir.

¿Por qué decide estructurarla en dos voces narrativas?

Mi idea era coger a dos personajes que, a priori, no tuvieran nada que ver y cuyas historias tampoco tuvieran ningún vínculo de unión. Por un lado, una mujer a la que secuestran y torturan durante varios días, pero que consigue sobrevivir y empieza una nueva vida. Por otro lado, una historia que parece justo la contraria, porque es la de un hombre con una vida normal, a quien se le diagnostica una enfermedad terminal y cuya vida se acaba. Y quería demostrar que el miedo de una persona a iniciar una nueva vida puede ser el mismo que el miedo de una persona cuando termina su vida porque, en el fondo, es el miedo a la incertidumbre.

Aunque las historias no se cruzan, ¿en qué aspectos coinciden ambos protagonistas?

En el miedo al futuro. Ninguno de los dos sabe lo que va a pasar al día siguiente; ella no sabe si va a poder volver a su rutina y él desconoce cómo va a ser el proceso de su enfermedad -por eso, quiere terminar con su vida-. Creo que ese miedo a lo que está por venir es el mismo, más allá de que lo que les haya ocurrido no tenga nada que ver.

Al final, Todos los miedos

Justamente. La novela, en un principio, iba a titularse Todos los miedos el miedo y, aunque luego se acortó, la idea era señalar que, en el fondo, el miedo es siempre el mismo; el miedo a lo desconocido, a lo que está por venir. Creo que en la novela hay aspectos en que el lector puede sentirse muy identificado porque, aunque las dos historias sean duras y extremas, todos hemos vivido momentos de ese miedo a no saber si seremos capaces de afrontar el día siguiente.

Así lo resume Raymond Carver en ese gran poema con que abre esta novela.

Creo que ese poema lo resume a la perfección. Esos constantes miedos que tenemos a todo; a lo que les va a ocurrir a nuestros hijos, a nuestros padres, a nosotros, a perder un trabajo, a perder una pareja, a que muera un familiar, etcétera. Creo que vivimos rodeados de miedos y el logro estriba en ser capaces de continuar avanzando a pesar de todos los temores que nos rodean. Ese es el mensaje final porque, si nos centramos en esos miedos, no nos movemos nunca, no evolucionamos. Se trata de ser capaces, no ya de superarlos o de vencerlos, sino, simplemente, de convivir con ellos. Eso es lo que nos hace seguir avanzando.

En la novela lo resume en este extracto: "Lanzarse al vacío no tiene ningún mérito, el verdadero logro consiste en vivir durante años junto al precipicio".

Exactamente. Lo que intentaba decir es que, más allá de lo que cuentan los personajes, a todos nos sucede que sentimos que tomar una decisión muy arriesgada tiene mucho mérito, pero eso es sólo una decisión. El verdadero mérito consiste en estar todos los días ahí, sabiendo que te puedes caer en cualquier momento, pero que tienes que seguir avanzando. Vivir al borde del precipicio durante años es el verdadero mérito, aunque a veces no lo sabemos.

Los capítulos también se cimientan en misceláneas de recuerdos, referencias culturales y pensamientos. ¿Quiso escribir un libro parecido a la vida?

Creo que tiene un poco de eso. Este libro tiene mucha parte de recuerdos y vivencias porque, cuando nosotros mismos recordamos algo que nos ha ocurrido, no lo hacemos en orden cronológico, sino que recordamos, de repente, la letra de una canción, un determinado olor o un viaje que hemos hecho. Así que he intentado componer la novela a partir de pequeños trozos, donde cada uno significa algo para los personajes. A partir de ahí, narro la historia como si fueran distintas piezas de un puzzle, de manera que el lector tiene el trabajo de juntarlas y de crear su propia historia con todas esas piezas.

También dice que "los mayores secretos de uno mismo se esconden en su cotidianidad".

Sí, creo que mis historias, desde Todos los miedos hasta relatos previos, nunca hablan de grandes historias, ni de grandes acontecimientos, ni de personas que hayan hecho algo que haya cambiado la Historia. Pero creo que cada uno guardamos en el día a día, en las pequeñas costumbres de nuestra cotidianidad, esos pequeños secretos, que son nuestros desencuentros, nuestros momentos más dolorosos, y que van pasando como desapercibidos y, por eso, poder leerlos entre líneas es algo que me interesa mucho, tanto como lector como a la hora de escribir.

Con todo, ¿el primer relato es más optimista que el segundo, o viceversa? ¿O tal vez son todo caras de la misma moneda, con sus luces y sus sombras?

Pues creo que, a priori, podría ser más optimista el primero, porque no deja de ser la historia de una mujer que, a pesar de pasarlo terriblemente mal, tiene la posibilidad de comenzar una nueva vida y continuar. Pero a la hora de acabar la novela, me quedó la sensación de que era más optimista el segundo, porque en la historia de ese segundo personaje hay un momento en que toma las riendas de su destino y decide que quiere terminar con su vida. Y yo creo que eso le hace estar más tranquilo frente a la situación de la primera historia, donde no llega a saberse si la protagonista consigue superar el dolor y salir adelante. Por eso, creo que hay más paz en el segundo relato, porque es como si, al final, la muerte diera menos miedo que la vida.

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