La primera directora canaria en competir en sección oficial del festival de Málaga se llama Alba González de Molina, tiene 27 años y es de Las Palmas de Gran Canaria. El sábado pasado David Cánovas (Santa Cruz de Tenerife, 1971) pasó por el mismo trance con su thriller La punta del iceberg. Alba González se presentó en la rueda de prensa luciendo un moreno envidiable. "Estaba muy nerviosa", confesaría después. No se le notaba. Su película Julie se proyectó a las 9 de la mañana en un Teatro Cervantes que registró una buena entrada. Dejó al público pegado a las butacas. La película, un filme técnica y narrativamente sólido, generó interés y desconcierto. El veterano crítico de cine y realizador Fernando Méndez-Leite, que modera todas las ruedas de prensa en el Salón Rossini del Cervantes, explicó que seleccionar Julie ha sido, por parte del festival, "una apuesta por un cine independiente hecho con calidad y creatividad, que pueda competir con otras películas con modelos de producción radicalmente distintos".

La impresión fue que Julie, protagonizada por la francesa Marine Discazeaux (Bayona, 1985), alteró los esquemas de muchos periodistas presentes. La historia de esta joven sin rumbo que llega a una aldea alternativa situada en lo más profundo de El Bierzo leonés no responde a lo previsible. Esa es una gran baza. Si la mayoría de las películas se diseñan para que es el espectador se crea que lo que cuentan está ocurriendo de verdad, Julie es cine con verdad. Es una virtud de la directora que haya sabido rodearse de un elenco de actores desconocido y muy solvente. Y un mérito que haya podido contar su historia en esa ecoaldea apartada de Matavenero con la complicidad de sus habitantes, algunos de los cuales la fundaron siendo "una pandilla de hippies", como ellos mismos admiten, hace 27 años. Si es verdad que un festival como el de Málaga hace más grande al filme "pequeñito hecho con mucho amor" de Alba González de Molina, como ella lo ha definido, no es menos cierto que películas como Julie hacen también más grande, por trascendente, a este festival.

La actriz protagonista Marine Discazeaux, que encarna a Julie, vive en la capital andaluza de la Costa del Sol una experiencia impensable. En una entrevista a este periódico, Alba González confesó que necesitó dos Jägermeister para abordar a la francesa al segundo día de conocerla trabajando en el bar El bote de la esquina de las calles Cebrián y Eusebio Navarro de Las Palmas de Gran Canaria y ofrecerle el papel protagonista. Ocurrió hace tres años. "Fue muy raro", explica la francesa desde el otro punto de vista, "pero no me sorprendió porque ese mismo día por la tarde, y de forma totalmente casual, me había planteado lo que se sentiría al interpretar en el cine a una mujer con circunstancias parecidas a las de Julie. Esa tarde estaba con una sensación rara. Además, me llamaron del bar para trabajar un día que no me tocaba. Soy muy de señales. Y mochilera en el alma. Le dije que sí enseguida".

Señales

El destino había traído a Discazeaux a Las Palmas en 2009. "Soy muy espontánea. Vivía en Bayona (Francia) y viajaba mucho. Había fallecido mi padre y encontré un vuelo súper barato a Gran Canaria desde Bilbao, que queda muy cerca de casa". Antes , la actriz había sentido otras señales hacia las Islas en un viaje sin rumbo por Rumanía. Se encontró un grafiti con una palmerita roja que ponía "Canary Islands" en un lugar perdido de la ciudad de Cluj-Napoca. "Esa tarde un tatuador que hablaba español me dijo que había estado viviendo en Tenerife. Fue esa misma noche cuando me encuentro en mi mail la oferta de vuelo desde Bilbao. Ni siquiera sabía ubicarlo, pero había algo me llamaba". Discazeaux llegó a la Isla con 300 euros. A los dos días encontró trabajo en El bote. Estuvo cinco años. Hoy es auxiliar de dirección de cine. A sus jefes en el bar les está "eternamente agradecida por el trato y las facilidades. Han sido mi familia en Las Palmas".

A la rueda de prensa en el 19º Festival de Málaga acudieron la Alba González de Molina, Marine Discazeaux, los actores Silvia Maya y Rikar Gil, el habitante de la ecoaldea de Matavenero Daniel Martín y el productor Mariano Baratech. Para la directora, la película muestra "ese peso que llevamos por dentro de padres a hijos. Llevar al personaje de Madrid a una aldea alejada era sacarlo de su espacio de confort, como sacar a un pez de una pecera y meterla a otra. Y si Julie huye, la ecoaldea me interesaba porque sus habitantes son gente que de alguna manera también ha huido".

Daniel Martín, como representante de los habitantes de Matavenero, añadió que llevar allí a un equipo de rodaje "nos pareció fantástico a la mayoría, aunque tuvimos que hacer varias reuniones para que los más radicales estuvieran tranquilos. El resultado fue una delicia. En la aldea viven unas 70 personas en verano y unas 30 en invierno. Alba hizo bien en rodar en primavera".

Alba González subrayó lo importante que es "que todos seamos primerizos en la película, como si estuviéramos desvirgándonos. El tema de la logística fue muy complicado, pero la gente del pueblo lo hizo posible. Fue una aventura, una película más dentro de Julie. Después del festival, Marine y yo tenemos pensado volver de visita a la aldea. Será como ir de la alfombra roja de Málaga a la alfombra verde de Matavenero".

En su papel, Marine Discazeaux confesó sentirse "como interpretando a mi hermana pequeña. En Julie hay algo de Marine, aunque en la forma de ser somos muy diferentes. Ella es misteriosa y habla poco, yo soy un libro abierto. Pero no me resultaba difícil entenderla. Julie es alguien que se busca en todos los frentes. Se siente dolida y torturada, pero también es alguien que quiere amar sin prejuicios, aunque en esos momentos no está preparada, porque ni ella mismo se quiere". Discazeaux se emociona cuando le pido un ejemplo de su aportación al personaje: "Hay una canción que Julie canta y dice que se la enseñó su padre en Nigeria. Pues bien, esa canción la aprendí en Togo con 20 años, cuando viajé sola por primera vez, la llevo en el alma. Ahora también es de Julie".