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28ª Feria del Libro Protagonistas

Andreu Martín: "Todos al nacer empezamos a caer de un décimo piso y la vida es la caída"

"Creo que existe la violencia justa, tanto en el sentido de la justicia como en el sentido del equilibrio", reseña el escritor

El escritor catalán Andreu Martín, ayer en la Feria del Libro tras la presentación de 'La violencia justa'. QUIQUE CURBELO

La violencia justa se plantea como un interrogante sobre la relación entre la sociedad y la violencia. ¿Cómo la definiría?La violencia justa

Diríamos que identificamos nuestro bienestar con la falta de violencia. Entonces, una parte de nuestros impuestos va destinada a proporcionar porras, pistolas, esposas y demás artefactos violentos a una serie de gente que serán los únicos de la sociedad autorizados a tenerlos para que no haya violencia. Esta paradoja crea una situación de riesgo, porque hay un colectivo que tiene que aprender a gestionar la violencia -se le denomina "gestionar la fuerza", pero yo prefiero hablar de la violencia- y, cuando esta violencia se gestiona mal o se comete algún error en su ejercicio, las consecuencias son terribles. Entonces, La violencia justa trata de cómo se gestiona ese principio básico que es la violencia.

¿Podría resumirse en que, para evitar la violencia, permitimos la violencia?

Es que es así, tenemos que permitir la violencia institucional. Nuestra policía, sobre todo, es preventiva, que es un aspecto que siempre tenemos en cuenta, pero, naturalmente, también tiene que ser represiva. Mi primera intención en esta novela fue, en realidad, hablar del cuerpo policial, aunque la base profunda de la novela nace de un hecho real -que, además, no soy el primer escritor que lo utiliza-. Se trata de un caso de secuestro que es de los que más vueltas ha dado en el ámbito de la criminalística y que más elucubraciones ha despertado. Fíjate, concretamente, ahora mismo, Donald Trump, en su campaña para la presidencia de los Estados Unidos, está pidiendo "un poquito de tortura" para casos de secuestro, de manera que hasta ese punto llega la cosa.

La novela aloja muchas reflexiones sobre la complejidad del papel de policía, que personifica en el protagonista Alexis Rodón.

Creo que hay que entender a los policías y a los mossos y ponerse en su perspectiva, porque tienen un trabajo muy difícil. Si hay una moraleja o una manera de resumir La violencia justa es simplemente diciendo que el trabajo de policía es muy difícil, sumamente difícil, y muy mal pagado para la responsabilidad que tienen.

¿Y existe la violencia justa?

Este título alude a un doble sentido. Por un lado, a la violencia de la justicia y, evidentemente, la violencia de la justicia corre a cargo de los mossos. Sólo hay que ver cómo se reprime una manifestación para ver que existe la violencia de la justicia. Pero también alude a la violencia exacta, a la precisa, ni más ni menos, a la justa. Entonces, la violencia justa es una cuestión de equilibrio, de dosis. Por tanto, sí creo que existe, tanto la violencia de la justicia como la violencia exacta, que es la que hay que aplicar, pero sin pasarte ni un pelo.

Una de las tramas de la novela aborda la lacra de la violencia de género. ¿Cómo se acerca a este fenómeno?

Me pareció que era imprescindible. No sé si eso supone un compromiso para el resto de mis novelas, pero la violencia de género está tan presente, y es tan terrible y tan aniquiladora y, por lo visto, tan inevitable, que a mí me preocupa mucho. Si yo pienso en la violencia que hay en la sociedad, inevitablemente aparece la violencia de género. En el último año ha habido en España más de una mujer muerta por semana, aunque sería más justo decir asesinada, porque no es algo accidentada. Y esta cifra ni siquiera tiene en cuenta a las heridas, ni a las humilladas, es terrible. Estamos hablando de un fenómeno terrorífico y, desde de mi punto de vista, de las cosas más terroríficas. Y si la novela policíaca de lo que trata es de las policías, de la transgresión y de perseguir el crimen, no me quedó más remedio que plantearme el crimen de los crímenes, que es el feminicidio.

Por otro lado, ¿cómo surge el proyecto de escribir sus memorias en Por ahora, todo va bien

En realidad, ya hacía tiempo que se gestaba. Cuando yo escribí un libro titulado Cómo escribo novela policiaca, donde hago toda una reflexión de cómo escribo y de cómo fue mi acceso a la literatura, tuve que explicar cómo llegué yo a la literatura y qué significa para mí. Entonces, volví a darle vueltas a mi manera de escribir, que es un poco, he de decir, a mi manera de vivir. Y cuando escribí la novela Cabaret Pompeia quise hacer un homenaje a la generación anterior a la mía, y eso me hizo reflexionar mucho sobre mi propia vida, en contraste con la vida que habían llevado mis padres. Entonces, la suma de todo esto me abocaba al libro, a lo que debo añadir, además, el hecho de haber encontrado un título que me gustaba mucho.

¿Por qué supuso Cabaret Pompeia

Lo resumo en lo siguiente: creo que todo lo que he escrito después de Cabaret Pompeia es mucho mejor que todo lo que he escrito anteriormente.

En ese caso, ¿cómo surge ese título que sirvió como detonante para sus memorias?

Pues en el preciso momento en que me pregunté a mí mismo cómo se llamarían mis memorias, automáticamente me vino a la cabeza un chiste que escuché cuando tenía 12 años. Fue cuando estrenaron en Barcelona Los siete magníficos, donde escuché por primera vez ese chiste que cuenta Steve McQueen de aquel señor que se cayó del décimo piso de un rascacielos, y a quien mientras iba cayendo se le oía decir: "De momento, todo va bien; de momento, todo va bien...". Me pareció que era una metáfora maravillosa de la vida, porque todos cuando nacemos empezamos a caer de un décimo piso y la vida es la caída. Y mientras dura la caída, todos vamos diciendo que, de momento, todo va bien, aunque todos sabemos cuál es el final. Y pensé que, si a lo largo de todos estos años -hablo desde que tenía 12 años, así que ha pasado algún tiempo-, este chiste ha formado parte de mi paquete de chistes en un lugar preferente, debe de hablar mucho de mí y de cómo soy, así que tuve adoptarlo como título.

¿Aprovecha para brindar otra radiografía de Barcelona y sus transformaciones?

Bueno, un poquito, pero siempre a través de mí. Por mi parte, nunca ha habido ni una mitificación ni una adoración especial por Barcelona. Lo que pasa es que yo he nacido en esa ciudad; es verdad que la quiero y que me gusta mucho, y que me siento privilegiado por vivir en Barcelona, pero si aparece en mis novelas lo hace simplemente porque he nacido en ella y es la ciudad que mejor conozco. Si hubiera nacido en otro sitio, seguramente ambientaría mis novelas en ese otro sitio donde hubiera nacido. Muchas veces se piensa que hacemos como un homenaje continuo a Barcelona porque aparece en nuestras novelas pero, en mi caso, no hay este homenaje, sino simplemente la circunstancia de que he nacido en ella y me conozco bien sus barrios. Eso sí, me gusta estudiarla, me gusta conocer su historia y sus recovecos y, sobre todo, descubrir por qué en un sitio se funciona de una manera y en otros sitios se funciona de otra.

Con todo, usted ha vivido todo un espectro de etapas distintas en la novela negra. ¿Por fin ocupa el lugar que se merece?

Yo creo que sí. Me resisto ya a decir que lo actual es un boom, porque un boom fue lo de los años 80, que luego, evidentemente, se desinfló como un globo. Pero a mí me gusta creer que ahora ha venido para quedarse. Ahora se ha convertido en un hecho cultural como cualquier otro, que simplemente se limitará a existir y que estará ahí en las estanterías, de manera que, de vez en cuando, la gente leerá más novela negra y, de vez en cuando, leerá menos novela negra, dependiendo de la calidad que se les ofrezca, pero estará ahí. Eso sí, me parece que es penoso que tengamos un sistema cultural que dependa tanto de las modas, pero me gustaría pensar que la novela negra ya no se trata de una moda, sino que, a partir de ahora, siempre tendremos la oferta de la novela policiaca en las librerías y quien quiera acceder a ellas, puede acceder a ellas. Eso está muy bien, ¿no? Recuerdo que cuando fue el famoso boom de la novela negra todos hablábamos de que la novela negra era la única, la mejor, la que tenía que quedar instaurada para siempre, pero yo ahora pienso que no es eso; tiene que haber novela negra, como también novela erótica, bélica o de ciencia ficción. Cualquier género de novela es riqueza para la cultura que la contiene.

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