"¡Quién me niega la entrada en la casa del dolor!", pronunció Dante Aligheri en el canto tercero del Infierno, en la Divina Comedia. Esta cita inaugura las páginas de Manolo Millares, la atracción del horror (Genueve Ediciones), que firma el crítico y teórico del arte Alfonso de la Torre, quien defiende, como debió de hacerlo el creador de las apilleras, que "el dolor puede ser un asunto del arte".

Así lo expuso ayer el autor durante la presentación de esta obra en el marco de la 28º Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria, acompañado por Elvireta Escobio, viuda del artista, y que contó con la asistencia, entre otros, de los artistas Pepe Dámaso, Martín Chirino y Rafael Monagas. Este "libro libre" nace, en palabras de su autor, "del deseo de encontrar a Manolo Millares con su tiempo". "En Canarias, en la península y en el mundo, Millares se encuentra en el tiempo del horror que hoy, si se me permite, sigue siendo el nuestro", manifiesta.

Manolo Millares, la atracción del horror se origina en el Catálogo Razonado del artista que publica Juan Manuel Bonet en 2004 y aloja un importante material inédito procedente del álbum- estudio del artista, que contiene fotografías retocadas con dibujo por el propio Millares. "Un catálogo razonado siempre permite volver a encontrarse con el artista bajo otro mirada", apunta De la Torre, quien señala que el libro se hermana a su vez con otros libros, como El tiempo del estupor, de Valeriano Bozal; o La barbarie ordinaria, de Jean Clair. Además, su desarrollo se articula en tres capítulos, Cuelgan los cadáveres, Cómo representar el cuerpo tras el Holocausto y Los ojos doloridos, que se inician con la escalofriante fotografía que data de 1945, con "los cuerpos de Clara Petacci y Benito Mussolini colgados, cual pingajos, suspendidos cabeza abajo", en la Plaza Loreto de Milán.

"A partir de ese comienzo conmocionante se analiza la relación entre ciertas imágenes del tiempo en que vivió Millares y su sentido artístico", expone De la Torre, quien resume ese vínculo en una frase del artista, que dice que "la destrucción y el amor corren parejos por páramos descoyuntados". "Gran parte de esa fotografía que se reproduce podría interpretarse casi como una provocación visual".

Así, Manolo Millares, la atracción del horror es "la historia del hombre afectado en su infancia por la Guerra Civil, por el exilio, por sus consecuencias, por la diáspora; el hombre que en los años 50 asiste estupefacto a ese descubrimiento de los campos de concentración, a la amenaza atómica, y por si no fuera poco, al torvo status político de la España de la época". Por sus páginas desfila "la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, el tibio arrullo de la Playa de Las Canteras, como escribía el artista, y pasan el mar, el viaje, la alcántara y la muerte de su hermano Sixto". Por todas estas razones, se trata de "un libro imprescindible" para conocer al artista grancanario.

Con todo, "Millares no es un artista del pasado, porque su voz sigue sonando entre nosotros", concluye De la Torre. "Porque sigue siendo el artista de las utopias, cuya obra golpea a la humillación; es el artista vindicador de la justicia, es el artista vislumbrador, muerto joven, cuyo interés por la cultura excedía los meros límites de lo plástico para interesarse por la fotografía, por el cine, por la música. Es el artista mestizo que estudia la tradición desde una perspectiva revolucionaria, desde la crisis de conciencia. En definitiva, el hombre que no entiende la vida humana sin pasión".