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Entrevista a Manuel Menchón

"Fuerteventura cambió la manera en que Unamuno veía la vida y su obra"

"Sufrimos un control por parte del poder con mayúsculas y faltan intelectuales que alcen la voz", asegura el director de La isla del viento

Manuel Menchón, directo de 'La Isla del Viento', en el Festival de Nador. LP/DLP

Usted empezó a trabajar esta idea en el año 2000. ¿Cómo surge este proyecto?

En primer lugar, nunca se ha abordado la figura de Miguel de Unamuno en el cine y esto llama la atención porque es un personaje iconográfico con momentos en su vida, como aquel "Venceréis pero no convenceréis", que proclamó en el Paraninfo de Salamanca y que forma parte de nuestra cultura. Es un personaje complicado a nivel ideológico, filosófico, político y literario y vivió una época convulsa. Para poder atajar el problema, intenté tratar al personaje más como un ser humano que como una pieza de museo. Luego, debía acotarlo a un espacio temporal y un lugar concreto: Fuerteventura en 1924. Al hacerlo, pude centrar esta figura en una historia. El reto siguiente fue el de documentación y hay poco sobre lo que supuso esa experiencia para él. Yo no quería abordar la película como un biopic o una biografía al uso. Quería una historia humana, que llegase al público y trasmitir su vivencia emocional. Por eso hablé con la gente de la Isla que le conoció y que ya es muy mayor. Con esto y su correspondencia, hemos ido trabajando, pero ha sido un proceso titánico.

¿Cuando surgió esta idea?

Empecé a trabajarla en el 2000 pero ya rondaba mi cabeza desde los 13 años. Cuando estudiaba BUP era obligatorio leer San Manuel Bueno, martir y Niebla. Recuerdo que en mi libro salía una foto de Unamuno subido a un camello. Esta imagen rompía con la idea que tenia de Unamuno, con su porte académico y vestido de negro. Luego, tras investigar, vi fotos en las que llevaba unas alpargatas blancas de cabrero. Seguí viendo fotos de su última época en Salamanca y tenía esas alpargatas en su casa. Se las había llevado y me di cuenta de que se había producido una transformación. Y eso, que era una intuición, se confirmó al leer sus trabajos pasado el exilio en Fuerteventura. Cambió totalmente su manera de ver la vida.

¿Pero por qué Fuerteventura en una carrera tan extensa?

Yo lo vi claro desde el principio. Quería hablar de la humanidad de Unamuno y eso solo lo podía conseguir a través de lo sencilla; del pequeño día a día. Y eso me lo ofrecía Fuerteventura. Además, me interesa mucho abordar el sentimiento de no estar en el lugar que te corresponde. Yo soy de Málaga. Vivía en mitad campo, rodeado de animales, en un entorno parecido al que Unanumo se encontró. Pero me fui de Andalucía con 12 o 13 años para vivir en El Escorial, en Madrid. Por eso, en la película hay un contraste fuerte entre una ciudad histórica, como Salamanca, y una realidad más rural y de mar como era Fuerteventura. Es proceso desubicar a una persona y meterlo en otro contexto es algo que me gusta mucho. De hecho, en el documental Malta Radio trato el tema de los refugiados y este concepto desde un punto de vista más poético. En el fondo, creo que todos nos sentimos en algún momento extranjeros, como marcianos. Y Unamuno en Fuerteventura era un extraterrestre.

¿Cómo ha logrado recrear la Fuerteventura de los años 30?

Lo queríamos alejar lo más posible de la estética de teleserie de televisión y darle otra connotación. Tampoco queríamos que resultara un panfleto turístico. Evidentemente, la película muestra el amor de un hombre por una tierra, pero no queríamos hacer lo tópico. A eso ha ayudado el que yo no sea canario y que yo también me haya enamorado de Fuerteventura, porque de algún modo es lo que ha pasado. Hay mucha presencia de lo que iba surgiendo en nuestro proceso de enamoramiento del lugar.

¿Creo que la familia de Miguel de Unamuno ha quedado satisfecha con el retrato que realiza José Luis Gómez?

Sí. Yo tenía un poco de miedo, por el respeto que tengo hacia su figura y su familia. En los distintos pases que realizado todos aseguraron que se había tratado con respeto. Lo que más me llenó es que me dijeron que habían visto a su abuelo en la pantalla. Y cuando te dicen esto, a mí que mi abuelo ha fallecido, es lo más bonito que pueda oír. Que reconozcan en la pantalla al ser humano que tuvieron como abuelo es lo que yo perseguía en mi intento por recrear el alma del personaje. Y en esto ayuda muchísimo José Luis Gómez.

¿Cómo calificaría la interpretación de José Luis Gómez?

Si Unamuno fue un extraterrestre en Fuerteventura, lo de este actor tampoco pertenece a lo humano. Es impresionante. Al terminar el rodaje y antes de montar, me dijo que creía que era su mejor interpretación en el cine y al ver la película, que ya la ha visto como diez veces, asegura que no se reconoce. Dice que es otro, que es Unamuno. Sinceramente, dudo que haya un trabajo tan enorme y una composición del personaje como el suyo en las películas recientes del cine español. Al comenzar el rodaje, José Luis entró caracterizado y al terminar la última secuencia, de repente volvió a ser José Luis. El equipo pudo conocerle porque el resto del tiempo fue Unamuno.

¿Siente que esta película le puede dar el reconocimiento definitivo del mundo del cine?

José Luis Gómez es alguien importantísimo en el mundo de la interpretación. Cualquier persona que haya estudiado interpretación en España, lo tiene como referente. Es verdad que para el gran público es algo más desconocido. Pero vamos, ganó el premio de interpretación en Cannes y se lo ganó a Robert De Niro cuando éste competía con Taxi Driver. Lo hizo con Pascual Duarte. Además, ha trabajado con Almodovar, pero es verdad que como actor total que es prefiere el teatro y desarrollar su trabajo en una toma única. Yo tenía miedo a que no aceptara hacer un papel protagonista como este, pero le encantó el guión y la gente del gremio que ha visto la película se rinde a su trabajo.

¿Y el elenco de actores canarios, con Ruth Armas, Enekoiz Noda y Ciro Miró al frente?

Quería que el reparto fuera canario, no alguien que impostase o forzara un acento. Quería gente de la tierra, nueva y fresca, porque quería que aportasen vitalidad y parte del color de lo canario. Eso debía ser un protagonista más. Y que eso fuera lo que va cambiando a Unamuno. No solo es el paisaje físico, sino lo espiritual a través de las personas. Y el resultado es fantástico. Están todos impresionantes. Están frente José Luis Gómez en la, probablemente, la mejor actuación de su vida. Es curioso. La gente en Mar de Plata se rindió a José Luis pero preguntaron más por los actores canarios. Muchos creían que no eran actores. Lo vieron tan real que creían que eran pescadores o cabreros. Hemos perseguido el naturalismo en sus interpretaciones.

Aunque la película está situada en un momento puntual de la historia, ¿cree que su mensaje tiene vigencia en la actualidad?

Claro. Este es el momento de reivindicar la figura de Unamuno al coincidir con el 80 aniversario de su muerte y porque es un ejemplo de conciencia cívica. Él no hablaba posicionado hacia un signo político u otro. Sino que alzaba la voz en contra del poder y a día de hoy este poder lo representan los mercados. Ahora es complicado ver a un intelectual como él sin una vinculación con el poder. Hoy en día brilla por su ausencia la independencia de opinión.

¿Y en cuanto a los problemas que afronta la sociedad actual?

En cierto modo estamos reviviendo una situación en la que unos pocos controlan los bienes de la mayoría: llámale banco, mercado financiero o como prefiera. El hecho de que un intelectual se posicione de parte del sentido común y en este caso de la ciudadanía, es algo que tienen que ver con la actualidad y que curiosamente no tiene que ver solo con España. En Argentina la sensación del público al ver la película es la misma y en Marruecos también ha sido recibida igual. Me da la sensación de que si viajamos a otros lugares sucederá lo mismo. Sufrimos un control por parte del poder con mayúsculas, que va más allá de la política y hacen falta intelectuales que alcen la voz contra esto.

Usted establece una metáfora con un molino en un pozo de agua. Hoy se le cobra tributos al sol. ¿Ve una relación?

Si y también al agua, porque los bancos están comprando todos los manantiales y esto tiene una significación mayor. Da la sensación de que quieren acabar con nuestra esperanza. Esto es lo que más me preocupa y es donde la película tiene mayor eco, porque la esperanza es algo con lo que no se puede jugar y las utopías se deben tener siempre en el horizonte para saber dónde dirigirnos. Y mi sensación es que están acabando con esa línea en el horizonte.

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