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La Alameda dice adiós al Café Rivoli

Las Palmas de Gran Canaria recuperó ayer su imagen habitual tras el paso de la película 'Allied'

La Alameda dice adiós al Café Rivoli

El Café Rivoli Internacional de Casablanca no existe, pese a que su clientela, entre espías, aliados y nazis, es exquisita y explosiva. Más allá de una larga lona de azul croma, no tiene paredes, carece de personal y por mucho que el visitante acceda por su entrada principal, situada en la esquina entre San Nicolás y General Bravo, no encontrará en su interior a Brad Pitt y a Marion Cotillard intimando entre susurros como si fueran Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en la Casablanca de Michael Curtiz. El Café Rivoli, como el Rick's Café, pertenece a un mundo imaginario de cartón piedra y tecnología digital, a la mística del séptimo arte, y, desde ayer, como el resto de elementos de la escenografía de Allied, al embrujo cinematográfico de Las Palmas de Gran Canaria.

El Hotel Moktar, el Cafe de la Place, la compañía de transportes Transatlantique, el Cafe du Marche, el Bar du Marechal o la calle Tanger. Nada de esto existe ya. Son solo unos cuantos carteles caídos. Su vida en la Plaza de Cairasco y en el entorno de la Alameda de Colón ha sido efímera pero intensa. Ahora viven en un mundo en dos dimensiones y esperan a la sala de montaje para ver la luz, con el estreno internacional previsto para el próximo 23 de noviembre. En su lugar, tras acoger por unas horas a Brad Pitt, Marion Cotillard y el universo de espías de una Casablanca tomada por los nazis, regresa el estudio fotográfico Quevedo, toda una institución con sus 75 años de vida y la historia de tres generaciones de una misma familia; el mítico Hotel Madrid con un siglo en sus entrañas y sus recuerdos de Gregory Peck como el Capitán Ahab o, entre otros, el restaurante Blu Vang que en sus tres meses de existencia ya ha participado en la grabación de dos películas: Allied y Wild Oats.

El rodaje en la Alameda de Colon, escenario principal y la zona de la geografía capitalina que acabó por decidir a los productores de Paramount Pictures en su apuesta por Gran Canaria, finalizó pasadas las 5 horas de la madrugada del lunes, después de que 12 horas antes, a las 17.30 horas, quedará cerrado por completo el acceso a la zona. Cualquier tránsito de entrada y salida de vecinos o empresario tenía que realizarse previo aviso y acompañado por uno de los empleados de la productora local, Sur Film. Estos habían firmado un contrato para colaborar con el rodaje y permanecer en el interior de sus hogares.

Así lo recuerdan Paco y Vladi Yanes, responsables del Hotel Madrid. Ambos se muestran satisfechos por el trato ofrecido por las productoras. "Después de echarle de comer a Shirley Maclaine y Demi Moore -dos de las protagonistas de Wild Oats, junto a Jessica Lange- hace unos meses, tenía la ilusión de servirle un café a Brad Pitt pero no pudo ser", lamentó Vladi como el único de sus pesares. "Él se lo pierde", añadió socarrón.

Y es que las paredes de este establecimiento hablan de la historia del cine en Las Palmas de Gran Canaria, con las imágenes de Moby Dick (1956) de John Huston, y Tirma (1952) con Marcelo Mastroianni, como grandes protagonistas. Estos tuvieron que cerrar su negocio, previo acuerdo, durante varios días. Pero no lo lamentan: "Hay que ayudar", señalaron, antes de apuntar que consideran la experiencia como perfecta y buena para la imagen de la Isla.

Sur Film negocio con todos los vecinos y comerciantes de la zona un pequeño contrato de exclusividad. Sin embargo, la curiosidad hizo que muchos filmarán la escena desde sus móviles y los colgarán en las redes sociales.

A las pocas horas, sobre las 8 de la mañana, comenzaron los trabajos de los distintos operarios municipales y por parte de las productoras implicadas para devolver esta zona a su imagen habitual. A las 12 del mediodía, dos operarios de Api Movilidad retiraban los últimos conos y restauraban las últimas señales de tráfico en sus lugares habituales. La calle San Nicolás y Muro, las últimas de las que quedaban cerradas al tráfico, volvieron a recibir vehículos sobre su asfalto. La tierra que transformó la zona, había sido retirada y otros empleados de Guaguas Municipales devolvían la parada de la calle General Bravo.

Colaboración plena

Cuqui Armas, responsable del estudio fotográfico Quevedo, aseguraba que la transformación de la zona en Casablanca fue "increíble". Ella no se reconoce como una mitómana, ni admiradora de Brad Pitt. "Me hizo más ilusión ver cómo estaba la plaza, porque la verdad es que no se reconocía", aseguró para alabar el trabajo realizado por los técnicos de Allied. Armas expresó que la película no produjo ningún contratiempo en su negocio, ya que su negocio pudo seguir su rutina semanal para abrir el sábado por la mañana y cerrar el domingo. Pero asegura que lo hubiera hecho de no ser así. "Todo lo que sea ayudar y colaborar en beneficio ciudad, está bien hecho", proclamó esta empresaria.

Los turistas, vecinos y curiosos se hicieron las últimas fotografías en la calle Remedios, la única que permanecía con buena parte de la escenografía de la película presente y donde se amontonaban la orfebrería cedida por los artesanos de la Fedac para recrear una calle típica del zoco marroquí. Aún quedaban rumores de que ayer nuevas escenas y material fílmico de apoyo se iban a grabar durante la tarde de ayer.

En la esquina de la calle Remedios con General Bravo se encuentra el restaurante Blu Vang. Este negocio tiene un papel mayor en la película que dirige Robert Zemeckis, ya que parte del rodaje se realizó en su interior. La oferta de hamburguesas, tacos y batidos de este establecimiento dejó espacio para una agencia de viajes con una decoración cuidada al extremo, en un proceso que comenzó hace dos meses. "Vinieron a vernos, interesados en esta esquina y poco a poco les fue gustando más hasta rodar en el interior", explicó ayer Miguel Ruiz, propietario del restaurante y encantado con la experiencia. Este asegura que el equipo de decoradores se basó en un repertorio de fotos capturadas en Casablanca y otras de su negocio para que la transformación fuese al detalle. "Tenían mucha información y el proceso fue impresionante. Pudimos ver la gran profesionalidad de estas productoras. Han sido muy atentos y respetuosos con todo", valoró éste, que al comprobar este grado de implicación se quedó tranquilo, les entregó el domingo las llaves y dejó que trabajaran.

"Había animales, coches de época, tropecientos mil extras y la verdad es que la sensación era de bastante pasividad. Uno se imagina mucho acción pero después ve que son muchas horas de espera, de repetir tomas y tardan mucho en recolocar las cosas. Por lo que me pareció algo tedioso", reveló éste.

La mayoría de los empresarios quedó impresionado por la transformación en una ciudad marroquí, especialmente en la calle Remedios. Pero, Juan Fidalgo y Betty Cabantac, de La butaca de Betty, aseguraron haber visto la ciudad de Las Palmas tal y como se la imaginan hace 70 años, sin asfalto, sin semáforos, con coches de época, vestidos parisinos. "Fue una experiencia súper bonita", apuntaron.

Sin embargo, no todo fueron alegrías . Hace unos días, los responsables del kiosco La Flower denunciaron importantes pérdidas que no compensaron las productoras.

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