En el mes de mayo de 1956, hace 60 años, nació en Las Palmas de Gran Canaria el artista Juan Hernández. Su carrera se truncó por un accidente de tráfico cuando contaba solo 32 años y empezaba a despuntar en la escena nacional. Desde esta tarde, a las 20.30 horas, la Galería Manuel Ojeda expone una de sus últimas obras; un mural titulado La puerta del faro. Alegoría atlántica del amor, con el que el galerista y amigo del autor rinde su particular tributo; un "aperitivo" antes de la retrospectiva que prepara el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) para 2018.

De hecho el CAAM ha cedido esta obra de su propiedad a Manuel Ojeda para su exposición hasta el día 27 de junio. El galerista de la calle Buenos Aires, en la capital grancanaria, explica que una de las intenciones de su propuesta, aparte de celebrar el cumpleaños con una tarta, consiste en recuperar esta figura para el gran público y, también, el peso, reconocimiento y el valor artístico que a su juicio debe tener Juan Hernández. "Yo pretendía hacer una exposición más completa y con una mayor presencia de sus obras pero no ha podido ser porque su familia no está de acuerdo", explicó ayer. Éste señala que, pese a que su hermano Pepe fue la persona que costeó la carrera del artista, falleció al poco tiempo, por lo que buena parte de la obra de Juan Hernández se encuentra en diversas localizaciones. "Era un pintor muy activo y la totalidad de su obra, pese a su edad, puede contener unas 300 piezas".

Ojeda explica que el CAAM tiene en proyecto una retrospectiva sobre este artista, y en la tarea de reunir buena parte de su obra bajo un mismo techo, como parte del programa con el que Orlando Britto, director artístico del espacio museístico de Vegueta pretende recuperar y poner en valor a artistas canarios. Esta exposición, comisariada por el poeta y crítico de arte Javier Cabrera, está inicialmente prevista para el año 2018, en el 30º aniversario de la muerte de Juan Hernández.

Volver a la actualidad

Manuel Ojeda asegura que este es un pintor, de alguna manera, olvidado en la actualidad. "Si uno va a internet y pone su nombre no sale nada sobre su obra. Ahora espero que, por lo menos, salga esta Puerta del faro", señala. "Yo quiero ponerlo de actualidad, revisarlo y que el CAAM consiga llegar a un acuerdo con su familia para que todas esas obras no se estropeen".

La puerta de faro, firmada en 1987-1988, es un pieza que pertenece a la serie titulada Poema del faro y que pretendía ampliar con un formato de grandes dimensiones, "que él apreciaba mucho y que sabía resolver muy bien". Manolo Ojeda destaca la figura del cupido y que muchos consideran que es un autorretrato. Además, incluye una vista de Maspalomas y el Faro en la línea del horizonte. "Juan era un pintor atlántico, muy luminoso y abierto. Era muy valiente en su obra, con esa mezcla entre la cultura antigua con lo moderno".

Y es que la obra de Juan Hernández destaca, según apunta Manuel Ojeda, por la combinación de elementos propios del arte clásico e iconos de la cultura y la historia con otros propios de los tiempos modernos. "Pocos han sabido hacer un buen uso de esta relación entre lo clásico y lo contemporáneo. Él lo hizo de una forma brillante. Ojeda lo compara en cierta manera, aunque con una distancia en los criterios considerable con el trabajo del valenciano Manolo Valdés y su Equipo Crónica. "Pero Juan era un hombre muy culto y analizó de una manera concienzuda y apasionada la obra de los clásicos y lo hizo sin complejos", explica éste galerista. Pese a que algunos expertos sitúan la obra de Hernández en el impresionismo, este artista no se podía clasificar en ninguno de los ismos. "Eso es complicado y limitar a un pintor muy abierto y que con 32 años es inclasificable", apunta éste, que si tiene que etiquetarlo opta por un pintor atlántico, enamorado de su mar y que lo echó mucho de menos en Madrid.

"Juan era un personaje con mucho carisma", asegura Ojeda. Hernández había empezado arquitectura, estaba formado y tenía una opinión artística notable, ya que había formado parte del proyecto de La Nave, en Madrid, con otros pintores de primera línea. Manuel Ojeda recuerda pedirle consejo en la apuesta por jóvenes artistas. "Hasta que me di cuenta de que hablaba bien de todo. Nunca habló mal de nadie. Era su forma de ser".

Pero si un recuerdo está vivo en la memoria del galerista es el de la noche en que falleció. Ambos solían frecuentar bares míticos como el Factoría, de la calle Perdomo, y el Utopía del Puerto, "nos encontrábamos con manolo Padorno y uno cuantos más", revive. Este además recuerda el terror que tenía Hernández a los coches y la costumbre, por la confianza mutua, de sentarse en el asiento trasero cuando conducía Ojeda su Toyota blanco porque sabía que el asiento de copiloto era el más peligroso. "Ese día desgraciado me llamó a las 7 o las 8 de la tarde, invitándome a unirme al grupo, pero le dije que no porque al día siguiente trabajaba temprano en Iberia", relata éste. A las dos de la madrugada recibió una llamada de su hermano Pepe anunciandole la muerte del artista en accidente de tráfico. Si yo hubiera ido, no hubiera pasado nada, porque él iba atrás. Pero, desgraciadamente, la vida es así. Y cuando me lo encontré , apenas me lo podía creer", lamenta

Ahora, Manuel Ojeda entiende que homenajear a Juan Hernández con motivo del 60º aniversario de su nacimiento es hacerlo también a una generación de pintores canarios de los años 70, "una época muy creativa. A Juan Hernández ya lo hemos llorado bastante y para nosotros está vivo en la inmortalidad de su obra", finalizó Manuel Ojeda.