A Russell Crowe se le tiene en la industria por un tipo imprevisible, capaz de la mayor generosidad pero también de arrebatos coléricos, y quizá por eso muchos directores prefieren dejarle su espacio, conscientes de que el actor no soporta las intromisiones en su trabajo, como así reconoce. "No soporto el exceso de control, no me gusta nada tener un director que me esté dando órdenes en todo. Si trabajas con un cineasta que tiene que meterse en todo, es que no entiende el medio y que no entiende cuál es mi trabajo", dice Crowe.

Su último trabajo, Dos buenos tipos, se estrena hoy en España tras haber obtenido buenas críticas en Cannes. El actor neozelandés recupera su clásico personaje de tipo duro, un matón cínico y con puños como martillos llamado Jackson Healy, pero que en esta ocasión es algo más torpe y sensible de lo habitual.

Le da la réplica Ryan Gosling con un personaje hilarante, otro investigador todavía más obtuso, que sacará su perspicacia en los momentos más inesperados pese a su tendencia a meter la pata.