El anhelado proyecto cinematográfico de Terry Gilliam, El hombre que mató a don Quijote, comenzará a filmarse en la primera semana del próximo octubre con los actores Adam Driver y Michael Palin como protagonistas definitivos. La aventura quijotesca de Gilliam, quien ha batallado contra los molinos durante casi 20 años para sacar adelante esta producción, se filmará en distintas localizaciones de Canarias, Madrid y Portugal, en pleno aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes.

La película, coproducida por Alfama Films, del portugués Paulo Branco, y Tornasol Films, del español Gerardo Herrero, cuenta con un presupuesto de 16 millones de euros y se basa en un guión del propio Gilliam y de Tony Grisoni, que enmarca la trama en el siglo XXI, pero con viajes en el tiempo. La estancia prevista en Canarias, motivada por la política de incentivos fiscales a los rodajes en las islas, será de cuatro semanas, en distintos emplazamientos de Gran Canaria y Fuerteventura.

En la cinta, Adam Driver, uno de los talentos interpretativos en ebullición por su papel de Kylo Ren en Star Wars: El despertar de la fuerza (2015) y de Paterson, en la celebrada cinta homónima de Jim Jarmusch, interpretará a un publicista, que en realidad es cineasta frustrado por los avatares que lastran su rodaje de una adaptación de la obra cumbre de Cervantes. Su desánimo le conducirá al pueblo donde filmó las primeras secuencias de la película y es entonces cuando se reencontrará con un anciano, al que dará vida Michael Palin, también ex Monty Python, que en la trama vive la fantasía de ser un caballero andante. Y que entonces se encontrará, de repente, con su Sancho Panza.

Junto al dueto Driver-Palin, también se ha incorporado al reparto la actriz franco-ucraniana Olga Kurylenko, una de las protagonistas de Un día perfecto (2015), de Fernando León de Aranoa. En la cinta, Kurylenko dará vida a a una productora de cine, jefa del personaje de Driver, pero con muchos visos de convertirse en una contemporánea Dulcinea del Toboso. En cuanto a este planteamiento de "cine dentro del cine", Gilliam ha afirmado en más de una ocasión sentirse identificado con el personaje del Quijote por "su transformación de la imagen de la realidad".

La trayectoria del proyecto de El hombre que mató a don Quijote es tan épica como la historia que aspira a plasmar. Gilliam comenzó a fraguar su particular versión del ínclito hidalgo de La Mancha hace casi dos décadas, a finales de la década de los 90. Pero sus planes de rodaje han sufrido desde entonces toda clase de reveses en materia de desacuerdos económicos, batallas legales, contratiempos con los sets y hasta una doble hernia discal de quien iba a ser su actor principal, el francés Jean Rochefort, mientras cabalgaba a lomos de Rocinante en la primera tentativa de rodaje.

Este conjunto de desventuras están plasmadas en el documental Lost in La Mancha (2002), que recoge el fracaso del primer rodaje del filme pero que, paradójicamente, obtuvo una buena acogida por partida de la crítica, toda vez que, a día de hoy, constituye el único testimonio gráfico del proyecto. Aquella producción contaba con un presupuesto de 32 millones de dólares y con la participación del estadounidense Johnny Depp, amigo íntimo del director, en el papel que ahora rescata Driver. Para este personaje han resonado nombres conocidos como Ewan McGregor o Jack O'Connell, así como el del veterano John Hurt en el papel del anciano.

Con todo, ahora sólo queda esperar que Terry Gilliam rompa su propia maldición y que su esperado proyecto quijotesco no vuelva a caerse del caballo.