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'Wild Oats', "un desastre colosal"

La actriz Shirley MacLaine relata los avatares que sufrió el rodaje de la película en Gran Canaria - "Dios, no me extraña que todos mis amigos me advirtiesen de que me alejara", escribe

"No hay dinero, no hay firmante, no hay película: sólo trapos sucios. [...] La historia de Wild Oats comenzó hace cinco años. La financiación, los acuerdos y nuestros contratos cambiaban continuamente. Aquello fue, a todas luces, un desastre colosal". Así lo suscribe la oscarizada actriz estadounidense Shirley MacLaine, quien desgrana en el libro Above the line: My Wild Oats adventure (Sobre la línea: Mi aventura con Wild Oats) los continuos avatares que sufrió el rodaje de la película Wild Oats, filmada en distintas localizaciones de Gran Canaria, entre junio y julio de 2014. "Dios, no me extraña que todos mis amigos y compañeros del show business me advirtieran que me alejara del proyecto", escribe MacLaine, "muchos nos gastamos nuestro propio dinero, porque había un horario que cumplir". "Pero es que había algo en aquel guión, en mí, en esas islas, en la propia magia que desprendía la película, que nos empujaba a seguir adelante".

Entre secretismos, caipiriñas y reveses, Wild Oats se fraguó a trompicones en el vacío financiero y un guión sujeto a continuas reescrituras. La película, que coprotagonizan las estrellas Jessica Lange, Demi Moore y Billy Connolly, nunca llegó a asomarse a las salas. "A ninguno de nosotros nos han pagado. Pero yo, al menos, he escrito un libro. Intento tomármelo de esa forma", bromea la protagonista de Irma, la dulce, quien, a sus 82 años, hace gala de su mordacidad y sentido del humor para relatar en 216 páginas la que fuera una experiencia "lamentablemente amateur e injusta, rayando en la corrupción". Su aventura con Wild Oats no sólo descubre los entresijos de uno de los mayores despliegues cinematográficos que ha recalado en la Isla, cuyo estreno en España apunta hacia finales de 2016, sino que, además, retrata los claroscuros de la industria hollywoodiense y, a un tiempo, brinda a los lectores un divertido acercamiento a una de las actrices más interesantes (e ingeniosas) de nuestros tiempos.

"Ha habido tantas versiones de este guión, que ya las he olvidado todas", relata. Entre "el amateurismo, los contratos mediocres y la permanente dejación en la toma de decisiones", la actriz revela que el equipo de Wild Oats ya se había gastado 500.000 dólares antes de aterrizar siquiera en Gran Canaria. "La trama original se desarrollaba en Las Vegas, que era el destino al que, en principio, viajaban las protagonistas de la película", revela la actriz. "Pero entonces, muchas ciudades comenzaron a ofrecer rebajas fiscales al equipo de producción, de manera que el objetivo primordial pasó a ser el máximo ahorro en costes, en aras de la película". "El comienzo del rodaje estuvo sujeto a continuos cambios de guión que reflejasen las nuevas localizaciones, lo cual, además, influía inevitablemente en la disponibilidad de los intérpretes".

El guión de Wild Oats se escribió y reescribió para Las Vegas, Pittsburgh, Nueva York, Nueva Orleans, Puerto Rico y, finalmente, Gran Canaria. Por otra parte, la coestrella original de MacLaine era, en principio, la actriz Jacki Weaver. Luego desfilaron los nombres de Kathy Bates, Jane Fonda, Bette Midler, Sarah Jessica Parker y Jessica Lange. En el apartado masculino, sonaron los nombres de Alan Arkin, Jim Brolin, Donald Sutherland, Frank Langella, Brian Dennehy, Jon Voight, Kelsey Grammer, John Lithgow y Christopher Walken. Este papel recayó, finalmente, en Billy Connolly, a quien la actriz no conocía hasta entonces. "Un día, apareció este hombre de la nada para empezar a filmar, ¡yo ni siquiera sabía que lo habían contratado!", ríe MacLaine. "Es la persona más inteligente y abrumadoramente divertida que he conocido. Me hizo reír tanto, que casi desarrollo una hernia discal".

Además, la actriz trabó amistad con su compañera Jessica Lange durante el vuelo en avión a bordo de Iberia, donde intercambiaron dudas sobre la sostenibilidad financiera del proyecto. "¿Tú esto lo ves claro?", le preguntó MacLaine. A lo que Lange respondía: "Mira, aunque no haya dinero y aunque, incluso, no hagamos la película, piensa que nos están pagando para irnos de excursión a tomar mojitos en las playas canarias". "Para mí, eso tuvo sentido. Y además, nos gustaba el guión", remata la autora.

Las dudas de ambas habían comenzado a manifestarse desde la fase de preproducción. "Parecía no haber ninguna comunicación entre la productora estadounidense y la española. Hubo cinco años de problemas antes de llegar a Gran Canaria, entre abogados, interminables llamadas por videoconferencia, dos directores, diez versiones de guiones, siete propuestas de localizaciones. Y, sobre todo, ningún dinero". Pero el tesón de su director, Andy Tennant -al frente de proyectos como Hitch (2005) o Sweet Home Alabama (2002)-, comprometió a MacLaine con el proyecto. "Nada podrá detenernos. Haremos esta película como sea", proclamaba Tennant. "Y ese convencimiento fue lo que determinó que me subiese a ese avión", escribe la autora.

Caipiriñas

El más venerado recuerdo que atesora la ascensorista de El apartamento sobre su periplo en Canarias es, sin duda, la barra libre de caipiriñas. "Ahí me di cuenta de que la caipiriña hacía que todo fuera mejor", confiesa la actriz. "El clima era siempre estupendo en Canarias la gente, amable; las localizaciones, maravillosas; la comida era excelente si sabías qué pedir y, las caipiriñas, lo mejor que me había pasado en muchos años". "Ahora sólo teníamos que hacer la película, y conseguir algo más de dinero para poder hacerla".

Apenas comenzaron a filmarse las primeras secuencias del filme a principios de junio, MacLaine empezó a preguntar quién sufragaba aquellos gastos, incluyendo los cócteles brasileños. "Una de mis especialidades es hacer preguntas directas a la gente y averiguar qué está pasando realmente. Pero en este caso, fue mucho más complicado. A mi frustración se añadía la dificultad de obtener información básica. Me respondían a cada pregunta con preguntas. Nadie quería que se supiera lo desesperada que era nuestra situación. ¿Sabes? La gente del cine puede ser como una tumba cuando quiere".

Entre tanto, MacLaine quedó prendada de las islas. "Caminando, viviendo y experimentando la energía de Canarias, me descubrí anhelando más información acerca de esta tierra remanente de la Atlántida". Poco a poco, la actriz comenzó a intuir que distintos miembros del equipo cubrían los gastos diarios del rodaje con su propio dinero. "La productora técnica, Bret, puso 10.000 dólares de su propio bolsillo para costear el transporte; nuestra contable tuvo que poner 100.000 dólares y el productor español gastó 400.000 dólares de su cuenta", revela. "Ahí entendí lo desesperada que era realmente la situación. Además, muchos miembros del equipo llevaban meses sin cobrar. Y muchos otros se estaban marchando".

Entonces, se produjeron los primeros paréntesis en el rodaje, que MacLaine aprovechó para brindarse un viaje espiritual a La Palma. En las páginas del libro plasma "la energía y la vibración especial de la isla" así como su mística travesía por la caldera de Taburiente. A su regreso a Gran Canaria, MacLaine fue notificada sobre el aplazamiento en los pagos de los salarios. "No veríamos un penique hasta que la película comenzara a dar beneficios, si es que eso sucedía alguna vez", explica. "Las bromas en torno a la posibilidad de cerrar el chiringuito eran divertidas, hasta que comenzaron a sonar demasiado en serio". Al final, MacLaine mantuvo una charla con Tennant, quien adujo en múltiples ocasiones que "ella era la razón de la película". El director confesó que había renunciado a más de la mitad de su propio salario, junto con otros 10 trabajadores del equipo de producción. "Te suplico que te lo pienses", anunció Tennant. "Lo consultamos con nuestros managers y, al final, las tres actrices renunciamos a la integridad de nuestro sueldo y nos convertimos en inversoras de la película, pero en el cuarto escalón, con apenas posibilidad de recuperar el dinero", revela. "Al final, estábamos trabajando para nada o para algo cercano a la nada. ¿Era justo?".

Rebecca

El último revés en el transcurso del rodaje tuvo nombre de mujer. Uno de los últimos inversores que se embarcó en el rescate de la cinta, Dominick Hollins, puso como condición la incorporación de su mujer, la actriz brasileña Rebecca Da Silva, como coprotagonista. "Estábamos hablando de una suma de 3.5 millones de dólares... Y de otro cambio de guión", cuenta MacLaine, quien describe a la brasileña como "preciosa", si bien "no había manera de entender su inglés". "Al final, Tennant introdujo este nuevo personaje e incorporó sus líneas al guión, que, tristemente, mermó el papel de Santiago Segura, un hombre al que adoro".

La crónica de este caótico rodaje pone de manifiesto que, en palabras de la actriz, "la lucha por el cine es parte de nuestro ADN". "Hoy tengo claro que nunca hice Wild Oats por dinero,la hice por amor al arte". "Y quién sabe, tal vez con este libro cumpla un cometido de promoción de esta loca película".

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