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Arte

La prehistoria de Néstor, a subasta

La madrileña casa Segre abre una puja el martes por 'Marina' y 'Jardín', dos obras de juventud del pintor - Los lienzos pertenecieron a la poeta Josefina de la Torre

Néstor pintó el jardín en 1904, inmerso en la fascinación por la obra prerrafaelita. Tiene unas dimensiones de 78 x 118 centímetros y forma parte de una serie con otras de la misma época.

La búsqueda de un lenguaje propio y los tanteos estilísticos de los años juveniles presiden Marina (1899) y Jardín (1904), dos óleos de Néstor Martín-Fernández de la Torre que la casa Segre sacará a subasta en Madrid el próximo martes, con un precio de salida de 19.000 euros para cada uno. Son obras esclarecedoras de la etapa de formación del artista grancanario, pero que no alcanzan la resolución estética ni la cotización de las correspondientes a su madurez, que los expertos sitúan a partir de los años 1906-1907.

Ambos cuadros, que en la actualidad engrosan una colección particular, pertenecieron en su momento a la poeta Josefina de la Torre, si bien el director del Museo Néstor, Daniel Montesdeoca, no precisa en qué momento ésta o sus herederos pudieron enajenarlos.

El Néstor Martín-Fernández de la Torre que pinta Marina no es aún Néstor. A los 12 años se fortalece en él la vocación artística, que cohabita con las inquietudes y preocupaciones propias de un muchacho de esa edad, pero su estilo característico está aún por cuajar, su estética por decantarse. Montesdeoca señala que este lienzo temprano acusa la influencia de Eliseo Meifrén, el paisajista catalán afincado en Gran Canaria que fue su maestro en esos años y completó varias obras que atienden al mismo motivo.

Muy distintos son las circunstancias y los aprendizajes que rodean a Jardín, obra coincidente en el tiempo con la fascinación del canario por el trabajo de los prerrafaelistas, que conocería en una visita a Londres. Allí se empapó de las pinturas de Dante Gabriel Rossetti y los otros artistas de ese grupo, tan decisivo en la conformación de la sensibilidad simbolista. Sobre este lienzo, actualización del motivo del Hortus conclusus, planea, en la apreciación de Montesdeoca, el trabajo de Santiago Rusiñol, consumado paisajista de gran aceptación en aquellos años. Algún tiempo después, en su etapa barcelonesa, Néstor llegaría a compartir exposición con Meifrén y Rusiñol.

Pedro Juan Almeida Cabrera, que dirigió el Museo Néstor entre los años 1977 y 2000, dedicó unas líneas a la descripción de este segundo cuadro en su monografía Azul: pintura simbolista de la España atlántica, que reserva todo un capítulo al paisaje, precisamente por ser una de las modalidades en la que las características simbolistas resultan más difíciles de discernir.

Almeida contextualiza la obra al insertarla en la primera serie pictórica del artista grancanario, correspondiente a 1904, y que comparte con cuadros como Paisaje o Arboleda: "Cierra el ciclo Jardín, uno de los temas preferidos del modernismo literario y algo menos del simbolismo, representando un nocturno en un jardín art nouveau, donde el agua y la potencia del surtidor nos recuerdan el cierre y el inicio del ciclo vital, la muerte y la fecundidad".

Punto de inflexión

Daniel Montesdeoca señala La dama blanca (1907) como el punto de inflexión en la trayectoria pictórica del artista isleño, como el cuadro en el que su estilo aparece ya plenamente configurado, asentado en las coordenadas que asociamos a su producción más característica. A partir de entonces, el propio Néstor se desinteresaría por toda su obra anterior, al considerarla muy poco representativa de su quehacer.

El director del Museo Néstor se acoge a este mismo criterio a la hora de valorar los lienzos que se subastan el martes: "Creo que estas obras están sobrevaloradas, sobre todo Marina", explica, "aunque Jardín es una obra más interesante, y sí que podría estar en precio. En todo caso, son pinturas de juventud que no tienen el predicamento de las que hizo a partir de 1907. Estaba buscando su vocabulario, porque Néstor no es un pintor de paisajes".

La diferencia cualitativa entre estos dos cuadros de juventud y el grueso de la producción nestoriana posterior a 1906 se traduce también en una cuantitativa, por cuanto los precios que esta última alcanza pueden llegar a ser bastante superiores a los 19.000 euros que presentan como cantidad de salida Marina y Jardín de cara a la licitación del martes. Las obras bien cotizadas de Néstor se venden por unos 30.00 o 40.000 euros. Excepcionalmente, una de la serie Mantones cambió de propietario por 60.000. Montesdeoca estima que el prototipo de mujer encarnada en este cuadro, muy en boga en las primeras décadas del siglo pasado, lo hace especialmente atractivo, lo que explicaría su alto precio.

El Museo Néstor no pujará en la subasta convocada para el martes. "Nos interesaría Jardín, la otra obra ya no tanto. Pero, considero que de esa época ya tenemos bastante", explica su director. En todo caso, Montesdeoca es partidario de que la pinacoteca no acapare toda la obra del artista, pues quedaría fosilizada, sin circulación en los ámbitos del coleccionismo. Prefiere una sana dispersión, que incumbe también al elemento geográfico: "No toda la obra de Néstor tendría que estar en su museo, porque lo convertimos en un relicto, preferimos que los coleccionistas se percaten de ella y pujen. Ni siquiera nos interesa que esté localizada en las Islas". Es una forma de mantener vivo el interés por estos trabajos, de cuidar su cotización. Lo que sí hace el Museo Néstor es tomar buena nota de los adquirentes en las diferentes transacciones, para poder contar con ellos de cara a posibles cesiones de obras para futuras exposiciones.

Esta estrategia estaría dando buenos frutos, porque, a juicio del director del museo, "entre los coleccionistas y las salas hay avidez por conseguir obra de Néstor. Es importante entre los artistas de esa época".

Costes de la adquisición

Aun en el supuesto de que alguna de estas dos obras fuera adquirida por los 19.000 euros que marca de salida la puja, el nuevo propietario deberá desembolsar una cantidad cercana a los 25.000 euros, a tenor de los costes que se incorporan en la adquisición.

En primer lugar, Segre, la casa de subastas, se embolsa cerca de un 10% sobre el importe de la adquisición. A esta cantidad hay que aplicarle el 17% correspondiente al IVA. Además, el transporte, en caso de que sea a las Islas, supone cerca de 2.000 o 3.000 euros más.

Esta es la segunda subasta importante de arte canario que se verifica en apenas seis meses. El pasado mes de enero la madrileña Galería Ansorena abrió pujas para distintas obras de creadores contemporáneos como Pedro González, Fernando Álamo o Martín Chirino. En ese caso los precios fueron descorazonadores, un collage de Pepe Dámaso se adjudicó por apenas 260 euros y una acuarela de Chirino por 1.400.

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