Su capacidad de convocatoria no defraudó. A las 21.30, con media hora de retraso sobre el horario previsto y un Gran Canaria Arena lleno, se subió al escenario Julio Iglesias para entonar Amor, amor amor. Acompañado por un grupo de efectivos músicos y unas exhuberantes coristas, el veterano vocalista pasó a atacar otras canciones, a las que supo imprimir su inimitable estilo, sobrio y sensual a la vez. Así, fueron sonando La gota fría y Mamy Blue, interpretación que inspiró a una de las chicas, que se arrancó a bailar frente al cantante.

Iglesias, que actuó días atrás en La Palma y pasado mañana lo hará en Tenerife, estaba en su salsa, con un público al que hizo guiños de complicidad. Tras Échame a mi la culpa, se dirigió al público para alabar Canarias, unas islas que, aseguró han sido importantes en su vida. Se deshizo en halagos para Los Gofiones, Los Sabandeños y Tenderete y confesó su vocación atlántica.

Ver a Julio Iglesias en estos momento o verlo hace cuarenta años transmite la misma sensación hacia los espectadores. Y esta no es otra que la de un profesional cuidadoso con su imagen, sus discos, sus palabras y su espectáculo, que sabe qué es lo que tiene que dar a sus fans para que salgan radiante tras más de dos horas y cuarto cantando sobre el escenario. Eso fue los que pasó ayer en el escenario del Gran Canaria Arena.

El artista madrileño interpretó cerca de 30 canciones en un show cuidado hasta el último milímetro y planteado con un crescendo progresivo en donde sus grandes éxitos aparecían intercalados con otros clásicos de la canción romántica, con un control de la escena y el espectáculo tremendo. Acompañado de una banda siete músicos, con guitarra, bajo, batería y piano más saxofonista, la estrella interpretó títulos que no podían faltar en su directo.

Julio Iglesias se mostró en plena forma tanto física como mentalemnte, a pesar de sus 72 años y de que el pasado domingo se cumplieran 48 años de su carrera. Tanto tiempo en el candelero con tantas actuaciones y giras mundiales un año tras otro, parece que no le han afectado negativamente. Además, el control que ejerce hacia su trabajo también incluye la preservación de su voz de forma muy disciplinada. "Cuando empecé no sabía cantar", ha dijo recientemente. "Y ahora, 40 años después, sé cantar mucho mejor porque me lo he currado y por eso he llegado a donde he llegado".

Casi 7.000 espectadores

El Gran Canaria Arena registraba a la cifra récord de 6.800 personas, la mayor que hasta el momento ha asistido a este recinto para disfrutar de un concierto, y más si tenemos en cuenta que las entradas costaban una media de 65 euros. Pero en lo que Julio Iglesias mostró ser más exigente fue con la prueba de sonido. El cantante madrileño llegó a las cinco menos cuarto al recinto de Siete Palmas y estuvo probando el equipo durante una hora. Luego permaneció todo el tiempo en la de zona backstage hasta el momento en que comenzó el evento a las 21.00 horas por si pudiera suceder algún imprevisto de última hora.

El artista latino que más discos ha venido, y uno de los cinco más famosos de la historia, llegó a Gran Canaria el pasado martes a las 20.00 horas en su jet privado. Pasadas las 21.00 horas fue a cenar a un conocido restaurante gallego de la ciudad, con su equipo y con el de ArteValle Producciones, encargado de organizar el evento, que estuvo encabezado por Jairo Núñez, el productor y director del mismo. Entró de forma informal al local, saludando a los cocineros y camareros y la gente que se encontraba comiendo y estuvo dos horas en su interior. Eligió dicho restaurante porque el cantante buscaba comer nécoras, a las que añadió otros mariscos tan apreciados por su paladar como ostras, centolla y navajas. De la carta de vinos eligió El Nido, un Jumilla de la Familia Gil y Chris Ringland, uno de los mejores enólogos australianos, y concluyó conmo postre con tarta de Santiago. Tuvo tiempo para mostrar su interés por la Malvasía de Canarias.

Julio Iglesias se mostró durante su estancia en este local de la capital grancanaria como un hombre de amena conversación, muy cercano, que habló sobre los problemas del Archipiélago, el paro, el número de extranjeros que visitan cada isla, las necesidades sociales más acuciantes, y las posibilidades que de las Islas para el negocio. Y volvió al hotel Santa Catalina en el que se hospeda cerca ya de la medianoche. El éxito de ayer en Siete Palmas ya tuvo su preámbulo el pasado 16 de julio en La Palma donde acudieron 3.500 espectadores. Tras el concierto del día 23 en Tenerife, acabará esta gira española en Tarragona el dos de agosto. El cantante sólo tenía previsto tocar en Canarias, pero incluyó esta nueva fecha por un amigo promotor de Cambrils. No hay dos sin tres, dice el refrán.