Día grande para la cantera artística en Canarias en los dos principales escenarios de la Isla. Después de mucho estudiar, de largas horas de ensayo, juegos y compañerismo, llegó ayer la gran actuación, en un día marcado en rojo en el calendario de los alumnos de Verano y Danza y los que integran el Curso de Musical de Verano de Inegale en el Auditorio Alfredo Kraus. Los 92 niños y jóvenes bailarines tomaron el escenario del Teatro Pérez Galdós para dar muestra de lo aprendido durante nueve días en sus clases de ballet clásico, hip hop, danza contemporánea, jazz, pilates, coro o maquillaje. Mientras, que 200 menores orquestistas, también de entre 7 y 17 años, hicieron lo propio en la Sala Sinfónica del Auditorio Alfredo Kraus.

Los primeros en pisar las tablas fueron los alumnos del curso Verano y Danza, en su segunda edición, que organiza la Fundación Auditorio y Teatro de Las Palmas de Gran Canaria y dirige y produce la empresa grancanaria Qué tal estás producciones. Junto a sus padres y amigos, realizaron una visita al Pérez Galdós que comenzó a las 15.00 horas y planteó un recorrido por las distintas salas del teatro que han servido para impartir las distintas clases. 60 minutos después, los invitados ocupaban sus butacas y los 92 bailarines, repartidos en cuatro grupos fueron desfilando por el mismo para ofrecer una pequeña muestra de lo aprendido. Antes, hubo tiempo para interpretar una canción a coro. El momento culminante llegó cuando miembros de la compaía de danza de Natalia Medina se subieron al escenario. El silencio se impuso entre los alumnos que pudieron ver, asombrados, lo que ellos mismo pueden lograr con esfuerzo y dedicación. Una de las materias que aborda este curso como el de Inagele es cómo encarar el miedo escénico y nada mejor para combatirlo que la experiencia y seguridad que aporta el actuar en un escenario con la historia que tiene el del Pérez Galdós.

A las 20 horas llegó el turno de los 200 alumnos que integran el curso de Inegale. Estos superaron sus nervios para poner el broche de oro a los diez días de intensa actividad musical con un concierto de clausura en el que ocuparon, en la sala Sinfónica del Auditorio, el lugar de la Orquesta Filarmónica para mostrar su progreso ante una audiencia formada por padres, abuelos, primos y amigos. Se impuso el entusiasmo frente a los nervios en unos estudiantes que, pese a la magnitud del escenario, mostraron las tablas que corresponde a chicos que durante el año se forman en conservatorios y escuelas muncipales de música. Sus profesores les recordaron que con perseverancia, sacrificio, trabajo en equipo y amor hacia la música se puede lograr un resultado con una calidad artística excepcional y, como no, ganarse una ovación.