La música amansa las fieras y más en un lugar tan conflictivo como Israel donde el cristiano Taiseer Elias obra cada día el milagro de estimular la convivencia de jóvenes músicos judíos y musulmanes con la interpretación de partituras que rompen las barreras levantadas por la sinrazón de los fundamentalistas de ambos bandos. El director Elias, un árabe de nacionalidad israelí, que vino al mundo en Shafram en 1960, una localidad del norte de Israel de mayoría musulmana, ve con preocupación cómo los cristianos son cada vez menos y sufren un fuego cruzado sin cuartel.

"La verdad es que la realidad de mi país no es nada idílica", reconoce el músico que en 2008 se puso al frente de la Joven Orquesta Árabe-Judía, una formación para diluir las tensiones religiosas e interpretar con sorprendente naturalidad una música que aplaca , al menos cuando ensayan y actúan, la violencia alimentada por el conflicto entre los dos pueblos.

La tarea no es fácil, reconoce el maestro Elias, un virtuoso del violín, el oud, el kanun, el contrabajo y el clarinete turco, que ha traído a Madrid a su jóvenes músicos para mostrar la cara más amable de un país "en el que también pasan cosas buenas", subraya por si acaso antes de ensayar su repertorio junto a la joven orquesta y el coro de la Comunidad de Madrid en el XXIX festival de música Clásicos de Verano.

"Los conflictos los crean los políticos y ciertas organizaciones y multinacionales que ganan dinero con las guerras", argumenta convencido este impulsor del Festival de Oud, un instrumento de cuerda pulsada árabe que abre cada año en Jerusalén con un estreno mundial el músico árabe que más ha destacado en Israel.

El festival israelí es fieramente boicoteado en cada edición por la Autoridad Palestina. "Oficialmente, los palestinos no pueden acudir a este certamen", lamenta Elias resignado, "pero son muchos los amigos palestinos que me reconocen la importancia" de esta iniciativa que muestra la influencia de la música árabe en muchas culturas, incluida la israelí, y que combina de forma única instrumentos orientales y occidentales.

"Queremos que el mundo sepa que hay muchos musulmanes y judíos que viven juntos con normalidad y sin pelearse", insiste el compositor, "porque para nosotros lo que más importa es la música", y pone como ejemplo de esta convivencia el hecho de que él no sabría decir quiénes de sus 15 músicos de entre 15 y 23 años son judíos o musulmanes.

"Los que estamos en este proyecto amamos la música", dice Taiseer sin dejar de reconoce que no todos comulgan con esta forma de fomentar la coexistencia y que no son pocos los artistas musulmanes que rehúsan formar parte de una orquesta fundada en territorio hebreo.

Es el mismo hándicap que se encontraron el director judío Daniel Barenboim y el intelectual palestino-estadounidense Edward Said al crear la Orquesta West Eastern Diván con el difícil reto de unir con la música a las dos comunidades en conflicto. Taiseer Elias tuvo la oportunidad y el privilegio de convivir con esas tensiones en el experimento pionero de Barenboim, a quien sin embargo no dudó en afearle que todo su repertorio estuviese compuesto de música occidental y que eligiese a sus músicos más por su procedencia que por su maestría.

"Nuestra orquesta es una agrupación lírica muy difícil de ejecutar", explica "porque todo el repertorio depende de los músicos disponibles para interpretar las partituras que queremos tocar".

Y aunque la base de ese programa musical es árabe, con melodías monofónicas y profundas, Elias introduce en sus programas de actuación infinidad de obras occidentales para experimentar con elementos comunes y universales con la vista siempre puesta en favorecer la unión entre pueblos

"Yo creo en la humanidad y me gustaría que el mensaje de esta orquesta llegase a los radicales para convencerles de que un mundo mejor es posible", reitera este gran admirador de Paco de Lucía, con el que actuó en dos ocasiones memorables en Israel antes de ofrecer su concierto estrella en el Estadio Olímpico de Barcelona en 2002 ante 50.000 personas.

"Ver a Paco de Lucía fue como ver a Dios y actuar en Barcelona fue un sueño que recuerdo como uno de los más importantes de mi vida", confiesa antes de volver a coger la batuta para convencernos con sus jóvenes maestros de que la música puede silenciar a las armas.