El programa de la 33 edición del Festival de Música de Canarias se ha convertido en un problema político. La apuesta de Nino Díaz, nuevo coordinador del certamen, para reinventar el modelo -a partir de la exclusión de grandes orquestas internacionales o la inclusión de más artistas y creadores canarios- ha chocado con la voluntad de una parte de la élite cultural de las Islas. Tal ha sido el nivel de fricción entre las dos partes que Fernando Clavijo, presidente del Gobierno canario, se ha visto obligado a mediar en el conflicto: mañana se sentará con el consejo asesor del festival, una cita que podría modificar el panorama.

Hasta llegar a este punto, con Clavijo -y la cuota conejera de Coalición Canaria (la consejera de Cultura, María Teresa Lozano, y el vicepresidente primero de la Mesa del Parlamento, David de la Hoz)- en el centro de atención, la trama ha pasado por varias posiciones que han desembocado en un desencuentro. La presentación del programa, con dos grupos de cámara como plato fuerte -para los conciertos de inauguración y cierre-, desató una polémica que Nino Díaz agitó con una serie de declaraciones donde apuntaba, entre otras cosas, que "no es justo destinar más de la mitad del presupuesto a una orquesta" o "no debemos volvernos locos" buscando grandes figuras fuera cuando "las tenemos aquí".

El lunes, para arrancar agosto, Díaz pidió disculpas en un comunicado -consensuado con la consejería de Turismo, Cultura y Deportes-. "Pido disculpas por algunas manifestaciones y acciones" que reconoció "desafortunadas". "No pretendieron", añadió, "ofender ni a los abonados que traducen su pasión por este proyecto con su fidelidad. Confío en que esto sirva para serenar este debate y alejarlo de cualquier intención que no contribuya a su fortalecimiento", puntualizó el coordinador del festival.

Serie de recetas en 2015

Reinventar el modelo, renunciar a sus delirios de grandeza, la desaparición en la programación de las grandes orquestas extranjeras y la apuesta por artistas y creadores canarios. Esas eran las recetas que, en un artículo de opinión firmado en 2015 -en el Diario de Lanzarote-, formuló el propio Díaz para que el Festival de Música de Canarias -certamen del que es coordinador desde el pasado 20 de abril- gozara de una justificación sólida para su celebración. 16 meses después de aquella nota y tras varias semanas al frente de la muestra, el compositor conejero ha ejecutado -de momento- buena parte de ese plan al dar forma al cartel del la trigésimo tercera edición del festival.

Díaz ha renunciado, de entrada, a la contratación de grandes orquestas internacionales. Descartó la posibilidad de reclutar a la Sinfónica de Chicago, una opción que tenía sobre la mesa Candelaria Rodríguez -su predecesora al frente del Festival- y también rechazó la posibilidad de colocar en el cartel a la orquesta del Teatro Mariinski -con cuyo director, Valery Gergiev, el propio Díaz mantuvo una agria polémica a cuenta de la interpretación, por parte de la agrupación rusa, de una obra del compositor conejero-.

Sin grandes orquestas sinfónicas en liza, Díaz presentó el 22 de julio un programa para 2017 que duplica el número de conciertos con respecto a ediciones anteriores, en el que sobresalen la Mahler Chamber Orchestra y la Mozarteum de Salzburgo y en el que la Sinfónica de Tenerife y la Filarmónica de Gran Canaria se unirán para interpretar juntas a Schoenberg, salvo que la reunión entre Clavijo y el consejo asesor del Festival marque algún cambio en este envite sinfónico.