La edición número 33 del Festival Internacional de Música de Canarias se ha convertido, meses antes de su inauguración, en el más polémico de todos, hasta el punto de que muchos dudan de su celebración. La salida de Candelaria Rodríguez de la dirección, el programa sin grandes orquestas ni primeros espadas diseñado por Nino Díaz y un modelo que busca nuevos públicos con la posibilidad de perder a los fieles, son algunos de los aspectos a debate que han polarizado las opiniones de sus abonados y aficionados. Entre tanto desconcierto, Fernando Clavijo, presidente canario, ha convocado al consejo asesor del festival a una reunión, que debía haberse celebrado hoy y que quedó aplazado hasta las 17.30 horas del lunes por el incendio de La Palma. El jefe del Ejecutivo regional debe exponer las prioridades y líneas de trabajo del modelo que pretenden implantar y con ello calmar unas aguas que se presentan revueltas. Y es que los asesores solo coinciden en un aspecto: el público manda y será el que tenga la última palabra.

Jerónimo Saavedra es una de las voces de mayor peso en este consejo, no solo por su condición de experto melómano sino como una figura clave en el nacimiento del festival como presidente autonómico en 1985. El Diputado del Común llevará al encuentro un plan B; una propuesta alternativa con el que "intentar que el festival recupere su tradicional calidad". Esto implicaría la contratación, con urgencia, de una gran orquesta que sirva como reclamo para la venta de abonos del que dependen 400.000 euros de un presupuesto de 1,3 millones de euros. Saavedra alerta del grado de dificultad, ya que "en seis meses es muy complicado cerrar a una orquesta o a intérpretes de primera línea internacional".

El exministro entiende que pase lo que pase con la venta de abonos, los compromisos hay que mantenerlos y el Gobierno de Canarias, como administración organizadora, deberá asumir la ausencia de ingresos en taquilla en caso necesario. Lo contrario implicaría rescindir contratos y pagar importantes indemnizaciones.

"Se debe imponer el sentido común", expuso una figura que rechaza el debate sobre el modelo, los públicos o la cuota canaria. "Aquí lo que ha sucedido es que se ha cesado a la directora cuando estaba trabajando en el programa". Por lo tanto, entiende que la ausencia de nombres responde más a la improvisación que a la planificación.

La catedrática de Historia de la Música de la Universidad de La Laguna y presidenta de la Real Academia Canaria de Bellas Artes, Rosario Álvarez Martínez, también hace un llamamiento a la cordura, pero, en su caso, para que "las cosas sigan su curso". Álvarez, que ya apoyó esta propuesta en la comisión previa a la presentación, asegura no entender como ha podido generar tanta polémica y debate. "Se ha presentado una programación diferente y novedosa, pero es evidente que en las últimas ediciones se ha percibido hartazgo entre los aficionados", apunta, con la legitimidad que aporta el haber participado y asistido a las 32 ediciones de vida del certamen. Además, asegura que ha faltado un relevo generacional entre el público fiel al certamen. En su opinión, hay que dar una oportunidad al nuevo programa, para después exponer una postura. "El análisis debe ser posterior, porque debemos dar a Nino Díaz un voto de confianza ya que trae aires renovadores", apuntó.

"El termómetro debe estar en el público, pero no solo en la asistencia sino en el grado de satisfacción del que vaya", valoró antes de señalar que: "por ahora, la respuesta en las redes sociales es mayor a las de pasadas ediciones y estos invita al optimismo", concluyó la profesora.

En el orilla opuesta se sitúa Juan Mendoza, exdirector del certamen y actual gerente de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Este pedirá a Clavijo que rectifique porque "de celebrarse con el programa presentado, sería la aniquilación del Festival de Música como tal". Mendoza entiende que el certamen pasaría a ser una propuesta de otro tipo. "La línea que quieren es la propia de un encuentro de compositores locales y eso es respetable, pero es otra cosa totalmente diferente", explicó antes de sostener que lo apropiado, en este caso, sería cerrar un capitulo y comenzar otro, "con otro nombre".

Este arquitecto, que fue director del certamen entre abril de 2006 y julio de 2009, entiende que aún están a tiempo de rectificar de cara a la próxima edición, aunque es tarde para encontrar una orquesta de renombre. "No se trata de añadir nada, sino que el Gobierno impida el desastre que supondría un festival sin público", apunto antes de concluir que "los que están llevando esto no han estado nunca en el festival y si no lo conocen difícilmente pueden opinar".

El último de los asesores consultados es José Luis Rivero, actual consejero de Cultura del Cabildo de Tenerife y un experto programador, ya que fue director artístico del Auditorio Adán Martín durante años. Este asegura que el encuentro con Clavijo debe marcar un punto de inflexión en el debate. "El gobierno es quien convoca y debe de imponer una voz clara y precisa sobre un festival que es su gran proyecto cultural", explicó seguro de esto acabará con las distintas posturas. "Lo primero que tiene que haber es un proyecto de modelo", señaló para aclarar que tras el cese de la directora anterior, "se ha propuesto una coordinación temporal para la edición de 2017. Después se abrirá un proceso para nombrar a un director artístico, con los parámetros del Gobierno. A partir de ahí, tendremos una dirección con la que discutir", concluyó. A ese cargo no se podrán presentar Nino Díaz, el musicólogo Lothar Siemens o Rosario Álvarez al estar en la comisión de transición, según acordó el consejo de Canarias Cultura en Red.