Un thriller policíaco que alumbra la realidad silenciada de los refugiados, los exiliados y los perseguidos. Cuatro actores internacionales. Una docena de personajes. Y una orquesta que envuelve una espectacular estructura tubular móvil, que emula "esa red que nos une, tristemente, felizmente. Una red que nos separa, una red que es una trama, que es concertina, que es frontera. Una red que entreteje. Y que aísla". Así lo recoge el primer texto teatral del laureado novelista Antonio Lozano y que dirige Mario Vega (UnaHoraMenos Producciones) bajo el título Los malditos, cuyo estreno internacional clausura este fin de semana la 20º edición del Festival de Teatro, Música y Danza (Temudas) de Las Palmas de Gran Canaria.

El turbio asesinato de una joven prostituta senegalesa, Aida, en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria, es el hilo conductor de una trama noir que se escinde, a su vez, en múltiples subtramas, que retratan la penumbra de la esclavitud moderna y los resortes invisibles que mueven un mundo desigual. "En Los malditos hemos querido unir dos líneas de trabajo: una temática social clara, basada en un discurso frente al mundo donde nos encontramos todos estos desplazados y malditos de la tierra; y en paralelo, contarlo a través de un género muy atractivo y rítmico como es el género negro", explica Vega. La trata de blancas, el control informativo de los grandes consorcios de la comunicación o la guerra del Coltán que se libra en el Congo constituyen algunos de los temas que desfilan en escena, pero donde los verdaderos protagonistas son "los malditos", que dejan atrás su tierra y cruzan fronteras en las más absoluta vulnerabilidad.

Para representar este multiculturalismo en una "pluralidad de acentos, tonos y colores", el montaje cuenta con un elenco coral internacional, que integran los intérpretes Gustavo Saffores (Uruguay), Emilio Buale (Guinea Ecuatorial), Soraya G. del Rosario (Canarias) y Quique Fernández (Argentina). "En este proyecto no sólo hay una responsabilidad artística, sino una responsabilidad de comunicación social con lo que está pasando en el mundo", expone el director. "Esto lo hacemos a través de una propuesta contemporánea, pero sin perder los espacios de encuentro y diálogo con el público". Se trata de la tercera aventura creativa que reúne en las tablas al tándem Vega-Lozano, quienes ya trabajaron juntos en los montajes El crimen de la perra Chona (junto con el escritor Alexis Ravelo) y Me llamo Suleimán, ganadora de seis Premios Réplica Artes Escénicas. "Además de ser un gran novelista y un gran amigo, Antonio tiene una forma muy especial de tratar los contenidos sociales, que mueven una serie de fibras que uno no sabe bien qué son", declara Vega.

La trama principal de Los malditos gravita alrededor de cuatro personajes centrales, aunque los actores también interpretan al resto de personajes secundarios. "Lo interesante de los personajes es que van transformándose y ninguno termina como comienza", apunta Saffores, quien da vida al periodista uruguayo Armando, un exiliado de la Dictadura afincado en Gran Canaria, que realiza un trabajo de investigación para una cadena televisiva, que pondrá trabas a su emisión. El actor revela que "no siempre se presenta la posibilidad de representar un espectáculo donde el personaje opina prácticamente lo mismo que opinan los actores" y que "este proyecto va a gustar pero, sobre todo, va a remover".

Por su parte, Emilio Buale encarna al inmigrante congoleño Dieudonné, amigo de Armando y "uno de tantos miles de niños forzados a trabajar en las minas para la explotación del coltán, que nos resulta tan útil hoy en día", apunta. "Una de las claves principales de esta función es que, al final, la memoria emocional se construye sobre las historias personales y cercanas, que son las que nos hacen tomar conciencia de nuestra capacidad de ver y ayudar al que tenemos cerca. Y así, sumando y sumando, podemos intentar hacer un mundo mejor", añade. "Ojalá este sea un primer paso para seguir haciendo teatro comprometido, pero sin perder la esencia dramática que hace de este oficio una maravilla".

Y la actriz Soraya G. del Rosario, quien se muestra "muy ilusionada por parir este proyecto", interpreta a la prostituta y amiga marroquí de la joven asesinada, toda vez que Quique Fernández adopta el papel del director del periódico, "sujeto a los dictados de los poderes económicos", y el de Eugenio, dueño del bar, elemento imprescindible en todo relato negro. Esta ambiciosa propuesta dramática se redondea con el trabajo de ilustración audiovisual de Juan Carlos Cruz a través de una rotoscopia, que integra las escenas de la pieza. Y en el apartado musical, la Orquesta Universitaria Maestro Valle de la ULPGC interpreta en directo una banda sonora original que firma y dirige José Brito, inspirada en la Novena Sinfonía de Beethoven.

El estreno internacional de Los malditos esta noche, en la Plaza de Santa Ana, es "el resultado de un camino muy largo", explica Vega, entre numerosas entrevistas virtuales para sortear los kilómetros y otros dos intensos meses de "muchos ensayos y muy duros". Se trata, además, de la primera coproducción dentro del ambicioso proyecto de los Corredores Culturales, creado por los socios de la Red Eurolatinoamericana de las Artes Escénicas (Redelae), con el objetivo de fomentar las coproducciones entre los agentes culturales de los 20 países que integran la red.

Tras su estreno en Gran Canaria, Los Malditos se embarca en una gira internacional que arranca con la inauguración del Festival Internacional de Teatro de Manizales (Colombia) el dos de septiembre. El recorrido continúa en enero de 2017 en Montevideo, Buenos Aires y Santiago de Chile, para luego regresar a España con un itinerario por Málaga, Galicia, Madrid, Donosti y Canarias, toda vez que ya se está fraguando una segunda gira para finales de 2017. En este sentido, Vega destaca la apuesta del Festival Temudas -que aportó un presupuesto de 30.000 euros-, por el modelo de la coproducción. "Esta apuesta es muy importante porque un proyecto de estas características, en el que hemos volcado tantas energías y tanto cariño, sería absolutamente inasumible por parte de la producción privada, tal y como están las cosas", afirma.

Para terminar, el crítico John Berger decía que "quien acepta la desigualdad como algo normal se convierte en un ser fragmentado". Por eso es tan necesario el teatro, como espacio de reflexión y pensamiento colectivo.