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Entrevista

"Miguel es muy metódico y lo mide todo al milímetro, los grandes son así"

"Cuando grabé 'Horcon Boys' con Arístides, la gente reconocía mi piano; me quedo con eso", señala Julio Tejera, pianista en la gira 'Amo Tour'

El pianista tinerfeño Julio Tejero, en la banda de Miguel Bosé. LA PROVINCIA / DLP

¿Su vinculación con la música viene desde la cuna?

Sí. Mi padre, Julio Tejera, fue miembro de Los Sabandeños; no sé exactamente si de los originales o si de la primera generación. Además, estuvo en Añoranza en los años 70, así que aprendí mucho de música en casa a partir de la experiencia de mi padre y de toda la discografía que entraba en mi casa de cualquier parte del mundo. La verdad es que mi padre siempre tenía la guitarra colgada. Yo nunca aprendí a tocarla, porque me fui directamente al piano, así que tenemos esa diferencia.

¿Su formación musical fue en el Conservatorio?

No. Yo dejé el Conservatorio y abandoné toda la formación clásica. Estudié Bellas Artes en Barcelona y, al tiempo, estudié piano.

¿Cuenta con algún proyecto musical propio?

Bueno, llevo los últimos cinco años con Miguel Bosé: participé en los arreglos de la gira Amo y esto me ha mantenido ocupado desde noviembre de 2014. Hemos tenido la gira, hicimos un Unplugged para la MTV y estamos bastante ocupados. Pero también tengo otros proyectos. Ahora toco con la Orquesta Sinfónica de Tenerife y estamos preparando un espectáculo del cantante Luis Morera. Además, tengo proyectos como productor. Pero, vamos, el tiempo ahora lo tengo casi en exclusiva para Miguel, aparte de la música para la televisión, que ha sido mi ocupación desde hace más de 15 años. Trabajo con Antena 3 y Mediaset y he hecho series como Sía, La que se avecina y más música para televisión.

Creo que también ha trabajado como instrumentista de Carlos Goñi en Revólver, Santiago Auserón, Carmen París, Pedro Guerra o Ella Baila sola. ¿Me dejo alguno?

Con Ella baila sola estuve con Marta Botía y el último disco de ellas, participando, sobre todo, en colaboraciones en Madrid. Ahora estoy más tiempo en Canarias, pero voy y vengo. Lo que pasa es que ahora me apetece estar más tiempo aquí que en otros lados. Pero sí, he hecho muchas colaboraciones de estudio. También con Rogelio Botanz, la gente de Taller Canario, Taburiente, Chiqui Pérez, Pedro Guerra... Gente de aquí.

¿Cómo se definiría usted como músico?

Soy un músico de pocas notas. Casi siempre trato de meter lo menos posible y trato de ser original. Recuerdo cuando grabé un disco con Arístides Moreno, el de Horcon Boys, y la gente reconocía mi piano. Yo me quedo con eso. Tengo un estilo reconocible. Por lo menos en cuanto a mis espacios, mis colores o mis paisajes en el piano. No me gusta aturullar al oyente con notas que puedan ser innecesarias.

¿Cómo le fichó Miguel Bosé para su banda?

El fichaje fue posterior, ya con el Papitwo. Yo empecé antes, en 2007, con Papito. Entonces, estaba Fernando Ortí como pianista. Coincidimos en una grabación en Bratislava. Fue muy casual. Los dos estábamos con la Sinfónica. Él con una película y yo con una serie para Antena 3. A él le tocaba un día y a mí el siguiente, hasta que nos encontramos, por casualidad, por la calle. Empezamos a hablar y me propuso hacer la gira de Papito. Era 2007 y yo iba a ser padre. Entonces yo estaba con Revólver y le pedí tres días para pensarlo, porque tenía que perderme el nacimiento de mi hija. Por eso, dije que no. Pero unos años después, hace ya cinco de esto, contactó conmigo el nuevo director musical de Bosé, Mikel Irazoki. Me mandó un mensaje por Facebook, preguntándome por mis planes para el próximo año, porque arrancaba la gira de Papitwo. Y le dije que sí. Mi hija tenía cuatro o cinco años y decidí que era el momento. Fue todo muy extraño. Al ver pasar la primera oportunidad pensé que nunca más se volvería a dar. Pero pasó. Y ahora echo la vista atrás y tengo que decir que me lo he pasado pipa. Ha estado muy bien.

¿Cómo es trabajar codo a codo con Miguel Bosé?

Carlos Goñi es muy perfeccionista, pero Miguel es perfeccionista en todo y con todos. No pensaba que lo pudiera ser tanto. Lo controla todo. Pero todo. Desde el escenógrafo, la puesta en escena, el vestuario, el maquillaje, el baile, la coreografía... Somos un equipo de 80 o 100 personas cuando arrancan los ensayos en una nave de Arganda del Rey. Y allí se sienta con el escenógrafo, con los de imagen, con el coreógrafo, que es Sergio Alcover, y les corrige cosas. Después pasa al coro, al modista, mira el vestuario, está pendiente de todo cuando tocamos, habla conmigo o con el director música... Es decir, está encima de todos, como hacen los grandes. Y luego, como yo estuve con él, haciendo los arreglos, me iba a su casa y veía cómo lo mide todo al milímetro, porque es muy metódico y muy artista. Los grandes son así.

Cuando habla de arreglos, ¿se refiere también a los clásicos?

Sí. En mi caso, éramos tres arreglistas y trabajamos, por ejemplo, en Nada particular, Salamandra, Sevilla, Te comería el corazón o Bajo el signo de Caín. Me tocó arreglarlos con la intención de darles un carácter más actual para coincidir también con la imagen del concierto, que es de siglo XXI.

¿Qué destacaría del ambiente que se genera con el público durante los conciertos de Bosé?

Su repertorio se compone de canciones que son la banda sonora de muchísimas personas. En América, que es donde más tocamos, es como si estuviera Michael Jackson sobre el escenario. Es una pasada. En la Plaza del Zócalo de México DF tocamos ante 120.000 personas. Yo solo pensaba en retener esa imagen en la retina, porque es algo único. ¿Con quién se va a dar esto si no es con Miguel? Nosotros vamos con unos monitores In ear, que son auriculares con 40 decibelios y hay momentos en que no te oyes del griterío tan grande y que supera, incluso, lo que escuchas por esos auriculares. Es impresionante. Hay mucho amor en todos sus conciertos.

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