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Música

Huérfanos de salas de mediano aforo

La capital carece de espacios rentables para conciertos de aforo entre 300 y 600 espectadores

Imagen de la sala The Paper Club, en su inauguración en diciembre de 2012. JOSÉ CARLOS GUERRA

Una ciudad huérfana de espacios para música en directo en un segmento intermedio que se sitúa entre la oferta de bares que programan conciertos y las grandes producciones de temporada. El cierre a la actividad de The Paper Club, por orden municipal el pasado fin de semana, ha puesto de nuevo sobre la mesa la necesidad de habilitar locales capaces de soportar producciones entre los 300 y 600 espectadores. Un aforo que sitúa a la mencionada sala de la calle Remedios como la mejor opción para los promotores locales, y que a tenor de su devenir en el último año, ha quebrado una dinámica empresarial que es imposible de asumir, por razones económicas, en otros de titularidad pública.

Promotores de conciertos que trabajan con un perfil de artistas cuyo coste y retorno de taquilla requiere de un aforo medio, no encuentran explicación que justifique esta situación de orfandad que a su juicio, no se produce en otras ciudades de la geografía española.

"Hablamos del formato más demandado por el público, que permitiría traer a artistas de un nivel medio con unos costes asumibles desde la iniciativa privada. Y la realidad es que ahora mismo y en esta ciudad no tenemos opción de negocio para este tipo de artistas", explica Braulio Pérez, responsable de A mil kilómetros Producciones. Como ejemplo, Pérez nombra a músicos como Quique González, "que no podemos traerlo porque no se dan las condiciones para ello, cuando es un artista que recorre todo el Estado menos Canarias por estas razones".

En este contexto, Braulio Pérez subraya que en la actual coyuntura, y con The Paper Club cerrado entre otros condicionantes, "se cierra una importante vía de negocio, a la vez que se produce una situación de carencia cultural hacia el público grancanario, al que por supuesto se le priva de este tipo de espectáculos".

En su opinión, espacios de titularidad pública como el Teatro Pérez Galdós y el Auditorio Alfredo Kraus, con sus distintas salas que gestiona la Fundación Auditorio y Teatro, son prohibitivos. "El Galdós tampoco es el escenario adecuado para las producciones de las que hablamos, y lo que si es una opción, o podría serlo, es la sala Jerónimo Saavedra del Auditorio; es la sala perfecta para lo que hablamos si los costes fueran otros".

Una apuesta que defienden, con matices, promotores como Juan Salan, de Salan Producciones, o Ardiel Zaya, de Algato Producciones. "El Ayuntamiento está interesado en que existan locales con aforo entre 700 u 800 personas, y de cara al uso de otros espacios públicos para este tipo de conciertos, sería bueno una rebaja en los gastos del Auditorio, por ejemplo", asegura Juan Salan. Incluso este promotor apuesta porque el Ayuntamiento capitalino se anime a "montar espacios culturales polivalentes, como ocurre en otros lugares de la Península, y que serían muy importantes de cara a apoyar a los productores locales".

A su juicio, "es lamentable tanto que en una ciudad como Las Palmas de Gran Canaria no exista una sala de conciertos en condiciones para un aforo medio, como que tampoco se habiliten espacios de titularidad municipal que pudieran ser gestionados por la iniciativa privada".

Recuerda Juan Salan, que en los últimos meses estuvo de gira con la banda grancanaria Red Beard por distintos puntos de la geografía peninsular, y "la realidad es bien distinta a la de Gran Canaria". Instalaciones como Escenario Santander, -un contenedor cultural y polivalente que permite trabajar con aforos de 250, 500 o 1.000, para música en directo, artes escénicas, cine, equipado además con locales de ensayo, estudio de grabación y salas de formación-, salas como El Hangar, en Burgos, locales de música en directo en localidades como Miranda de Ebro, Palencia, Murcia, Castellón, Lugo, Bilbao, Segovia, o el Centro Niemeyer, en Avilés, cada uno con su concepto y política de programación cultural, son muestra de que "la música en directo funciona y da dinero, y en las últimas décadas, salvo alguna excepción, nadie ha invertido en ello en Gran Canaria", subraya.

Ardiel Zaya, de Algato Producciones, se muestra contrariado por las complicaciones que encuentra para trabajar con los artistas que maneja. "La situación no es favorable para nadie y se presenta complicada". El cierre de The Paper Club y su situación es un revés para la música en directo. "Es la sala que tiene el aforo ideal, y no entiendo por qué no hay más espacios", asegura. Trabajar con instituciones públicas y privadas como el Cicca o la Universidad, tiene sus costes. "Podemos ir a una Sala Insular de Teatro -que gestiona el Cabildo de Gran Canaria- a la que cuesta entrar, y que tiene un aforo limitado para lo que hablamos; un Paraninfo [de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria] que carece de equipamiento de sonido, o la sala del Cicca, lugares que implican un coste elevado". Entre las alternativas de producción más usuales y con las que se trabaja en esta coyuntura, están los acuerdos de taquilla o coproducción, "con el riesgo que supone que todo esto funcione".

En cuanto al uso de las salas que gestiona la Fundación Auditorio y Teatro, Ardiel Zaya subraya que la mejora de las condiciones económicas para empresas como la suya "es algo que se prevé para el año que viene y ahora mismo no es una solución en mi caso para los artistas que quiero traer".

En las condiciones que se mueve el negocio de la música en directo en las Islas, y al margen de conciertos subvencionados, "si quieres hacer algo para un público entre 300 y 600 personas es una locura, y hacerlo al aire libre contempla una serie de gastos adicionales que lo hacen igualmente inviable", razona Zaya. "Así sólo vamos a tener productos como Alejandro Sanz y Miguel Bosé, sin opciones mayores para los grupos canarios que aspiran a crecer más allá de la ruta Playa Viva".

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