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Comunicación | Entrevista a Mathieu de Taillac

"En España no te puedes fiar de la palabra de los políticos

"En Francia no hay un clima de psicosis frente a los atentados, pero sí cierto miedo entre la población", confiesa el corresponsal en España de 'Le Fígaro'

El periodista galo Mathieu de Taillac, ayer al mediodía, durante la entrevista en la playa de Las Canteras. SABRINA CEBALLOS

¿Qué percepción tiene de la política española con un gobierno en funciones tras dos elecciones generales de por medio, y un escenario de futuribles pactos que no terminan de cuajar de cara a una mayoría parlamentaria estable?

A los políticos les cuesta adaptarse al multipartidismo, pasar del bipartidismo a otro escenario. Cuando mis jefes de París me preguntan cuándo va a ser la investidura de Rajoy una vez que éste la acepta, les digo que no lo sé. Es inédito y no te puedes fiar de la palabra de los políticos porque vale un mes como mucho. Y digo los políticos porque si ves a los cuatro grandes que representan a los partidos en España hay cosas que no se entienden. Rajoy dice algunas cosas contradictorias o incomprensibles. Primero, que se va a presentar, luego no te pone fecha, e igual no se presenta si no tiene mayoría. Luego dice que va a consultar con su partido las condiciones del pacto con Ciudadanos y no lo hace, y afirma que la periodista es quien se lo ha inventado. Miras a Ciudadanos, y primero no a Rajoy y Sánchez, luego abstención a Rajoy, y luego sí al PP; y Podemos y el PSOE igual. El PSOE con sus tres no, todos son incompatibles. Los discursos desafían la lógica, sabes que no es posible lo que dicen. Hay una gran dosis de cinismo en todas las democracias del mundo, pero ha llegado aquí a unos niveles que dificultan la comprensión.

¿Esta situación genera un descrédito entre la población española y proyecta una imagen en Europa y resto del mundo que poco beneficia al país?

El hecho de no tener un gobierno investido, aunque Bélgica va por delante de España, el que no se pongan de acuerdo PP y PSOE con otros partidos, como franceses no nos sorprende tanto porque tampoco tenemos la tradición de que pacten los dos partidos principales. E incluso esto sería un problema que en Francia se ve bastante. Si pactan los dos principales, qué oposición te queda. En el caso de Francia sería el Frente Nacional, y si el gobierno es malo, la alternativa es la oposición, y eso no es alternativa. La ausencia de esa gran coalición se entiende mejor en Francia que en otros países. La verdad es que esta situación está durando tiempo. La Comisión Europea ya ha entendido que no se puede aprobar un presupuesto mientras no haya un gobierno, pero lo ha entendido una vez. Se supone que el 15 de octubre hay que presentar una hoja de ruta económica, que de momento no la hay. Por intuición, imagino que no habrá terceras elecciones, pero también decíamos lo mismo antes de las segundas. Ahora todo parece suspendido hasta las elecciones gallegas y vascas, que tampoco está muy claro.

¿Qué escenario político se vislumbra en Francia en vísperas de un proceso electoral?

Tenemos elecciones presidenciales en 2017 después de las legislativas, y todos los sondeos apuntan que en las presidenciales, de producirse hoy, en la segunda vuelta se posiciona el candidato del partido de centroderecha, un escenario que ya se produjo en 2002, con Jean-Marie Le Pen y Chirac en segunda vuelta, y donde Chirac ganó con un 82 %. En este caso no sería lo mismo: si volverá a ganar el candidato de centroderecha con un 60 por ciento o así. Y Hollande, el presidente saliente y candidato del partido socialista, en ningún sondeo aparece clasificado en una segunda vuelta. Es impresionante y es un escenario inédito cuando un presidente se vuelve a presentar, y en los sondeos te sitúan en un cuarto lugar detrás del Frente Nacional, Los Republicanos, e incluso un candidato a su izquierda le podría adelantar. ¿Por qué? Por cosas suyas propias y el contexto. Antes de ser presidente le funcionaba muy bien la estrategia de la síntesis. Se decía de él que, como secretario general del partido, componía con las distintas corrientes del partido socialista, y de las distintas propuestas que había en un congreso, cogía un poco de un texto, otro poco de otro, y de un tercero, y hacía un texto consensuado. Funcionaba dentro del partido y contentaba a todos. Pero muchos le reprochan seguir con esto desde que ha llegado a la presidencia, y lo que funciona en el partido socialista es más complicado aplicarlo a la jefatura del Estado. Fue elegido con un programa y un discurso no anticapitalista pero bastante a la izquierda dentro del centroizquierda europeo, diciendo que mi enemigo son las finanzas, y ahora el ministro de economía que tenemos es un banquero de la esfera privada, con una política bastante liberal dentro del partido socialista. Y existe un contexto que le es desfavorable. El paro ha aumentado durante su mandato, no estamos en los niveles de España, en torno a un 10% cuando en España está en un 20% y en Canarias más. Los franceses no se lo perdonan y tienen una facultad demostrada de salir a la calle.

¿Es también el ocaso de la izquierda en Francia?

Hay una izquierda dividida y no ocurre como en España que exista una propuesta tipo Podemos que aglutine otras corrientes.

Nicolás Sarkozy vuelve al ruedo político. ¿Cambia en algo la carrera hacia el Elíseo?

Sarkozy tiene que pasar unas primarias y aún no ha ganado. Quiere ser candidato, pero de momento no es ni favorito. Están dos, y en los sondeos de unas primarias en la derecha, sería de momento segundo. Es bastante carismático y podría recortar distancias, pero aún no sabemos si va a ser candidato al final. Casi todos los sondeos dan que Sarkozy u otros estarían en la segunda vuelta, y que Marine Le Pen perdería frente a todos, y estarían empatados frente a Hollande. La única esperanza que tiene Le Pen de ganar en una segunda vuelta es enfrentarse a Hollande, y viceversa.

Un escenario muy complicado, desde luego.

Para la gente que no es del Frente Nacional no pinta nada bien.

¿El discurso del miedo se ha instalado en el país?

El Frente Nacional ha hecho los deberes. La hija, al recibir el partido de manos de su padre, ha cogido el discurso tradicional del partido, una pata xenófoba en contra de la inmigración y en particular del islam, sean segundas o terceras generaciones, y por otra parte, una pata populista que se puede dar en más movimientos, que es el discurso anti-elilista. Eso lo ha conservado y lo ha potenciado, y ha quitado la parte menos presentable de lo que era poco presentable. Es decir, su padre Jean-Marie Le Pen hacía unos deslices sin control sobre la II Guerra Mundial y los judíos que ella ha quitado de su discurso. Dentro de la extrema derecha, ha homologado su partido con otros de esta ideología. Algunos franceses estaban al límite, cosas que le suponían un reparo moral, y esa barrera ha saltado para algunos cuantos. El terreno ya estaba preparado para en caso de que se produjera una crisis política con un presidente que bate los récords de impopularidad, y evidentemente con un clima de cierto miedo social con el terrorismo, pues ya lo tiene bastante preparado.

La amenaza terrorista es una realidad que planea sobre el continente tras la ola de atentados en Francia y otros países europeos. ¿Cómo se vive esta situación entre la población francesa, y cuál cree que debe de ser el papel, la responsabilidad de los medios de comunicación en este contexto?

No hay un clima de psicosis, pero sí hay cierto miedo, y esto no sólo se limita a París. Hasta que se produjeron los atentados en Francia, este tipo de acciones terroristas parecía que sólo se producían en las principales capitales europeas, y se ha visto que no es así. Esto no es una guerra, como dicen algunos políticos, pero ese temor está incorporado a la gente, y el hecho de que puede pasar y en cualquier sitio. Hay un debate sobre el por qué Francia, el por qué de este ensañamiento con el país. En cuanto a los medios de comunicación, se está produciendo un debate interesante y reciente sobre cómo se informa, sobre todo, de los autores. Algunos medios han dejado de publicar los nombres, otros ni nombres ni fotos. ¿Por qué? Pues porque los terroristas buscan predicar con el ejemplo, una especie de glorificación. En el caso de Le Figaro se ha decidido que se seguirá informando, con nombres y apellidos. Es complicado, porque si ponemos por delante a los autores, habrá mentes frágiles o enfermas que pueden ver una especie de incitación. Pero también, y así lo vi en las redes sociales en mi país, se hablaba de una campaña de conspiración para no contar lo que de verdad ocurría. Es bueno que se produzca este debate y que nos pongamos en cuestión. También es verdad que en Francia ha habido unas prácticas que ya nadie puede defender, sobre todos en las cadenas de televisión que emiten en directo, y que cuando se produjo el secuestro en aquel supermercado judío, enfocaban directamente a los policías antes del asalto, y esto creaba un problema de seguridad porque se daba a conocer la posición de los policías. Creo que esto ya no se volverá a producir. Repito que el debate está bien que se produzca para revisar como se hacen las cosas. Tomar conciencia de las cosas y cómo se cuentan, como ocurre en España con los episodios de violencia machista, muy distinto de lo que hablamos.

¿Cómo ha encajado Francia el 'brexit' y que Reino Unido ponga precio a su salida de la Unión Europea? ¿Ve posible que se repitan procesos similares en otros países.

Depende un poco de lo que pase ahora. Lo que se ha encajado mal en Francia es el proceso de negociación antes del referéndum. Recuerdo un editorial de Le Figaro en el que se decía pase lo que pase, el brexit mata a la Unión Europea. Si el brexit gana se produce un proceso de desintegración de uno de sus miembros. Pero si el brexit pierde y Gran Bretaña se queda, también pierde la Unión Europea, porque hemos demostrado que un país puede chantajear a la UE y decir estas son las condiciones para que me quede. Y esas condiciones son bastante importantes. Algunas de ellas muy simbólicas, como el hecho de que hasta hoy los estados miembros van hacia una integración cada vez mayor. Esto, en el próximo tratado se revisa porque no tiene que ser así. Es una concesión simbólica, pero bastante fuerte. Y asuntos prácticos no menos importantes para las relaciones entre países como que la Unión Europea está basada en un conjunto de libertades, de capital, mercancías y personas, y el Reino Unido ha dicho que no: quiero una moratoria de cuatro años cuando lleguen emigrantes de ciertas nacionalidades y que no tengan derecho inmediatamente a las prestaciones sociales en igualdad de condiciones que los británicos. Y esto es un navajazo a las libertades que hemos aprobado entre todos, y que se ha hecho de forma negociada para favorecer un estado miembro. Puede que esto se haya recibido peor en Francia que el propio resultado del referéndum. Como en todos los sitios, el resultado del brexit ha sorprendido y lo que se debate ahora es la gestión. Ahora hay que activar el artículo 50, y ver cuál es precio que hay que pagar. El argumento nacional es que no queremos hacer daño, nos interesa comerciar con el Reino Unido y si le ponemos aranceles nos va a salir caro a los que nos quedamos. En la política no pesa solo este criterio económico, sino que el hecho de chantajear y salir de la UE no puede salir gratis por el efecto contagio. El Reino Unido no es otra Noruega. En España, los efectos están en que se podrían perder al menos un millón de turistas al año, Canarias incluida.

¿En su opinión, qué futuro le depara a los medios tradicionales frente al empuje digital?

Ambos soportes van a convivir en el tiempo. Algunos gurús de la comunicación hablan de que los periódicos no se van a imprimir con este ritmo diario, pero los periodistas debemos expresarnos en soportes distintos, como profesional, es un debate interesante y los periodistas debemos de tener esa capacidad de adaptación. El otro debate es más empresarial, y en Francia la situación es similar a España. Los grandes medios de comunicación están en crisis, es una realidad que se debe a múltiples factores, y de lo que se trata ahora mismo es no perder dinero. Da la impresión de que tampoco hay un modelo que sirva para todos: tenemos contenidos abiertos o de pago, otros para suscriptores, y son pocos los medios que buscan su propio modelo de negocio.

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